Por CLAUDIO M. CHIARUTTINI - Urgente24
Reestructurar la cadena de precios relativos de la economía no consiste solamente en actualizar tarifas de un plumazo. Suponer eso es una tontería tan grande como imaginar que se puede hacer sin consecuencias graves que deberían haberse contemplado.
6 meses después Mauricio Macri enfrenta los problemas que se sabía que dejaba Cristina Fernández de Kirchner, si no encontró ni la estrategia ni la herramienta para resolver lo de los precios relativos ni el flujo de dinero aplicado a inversiones, tiene que mantener una lógica de negociaciones políticas que le resulte lo menos onerosa posible. No hay misterios en esto.
El problema es que al PRO no lo satisface ninguna de las 2 posibilidades. En este escenario, el autor escribió el editorial dominical de su programa Sin Saco y Sin Corbata (Concepto FM)
Banda y bastón presidencial, atributos de un poder que requiere más que formalidades. Mauricio Macri lo sabe pero 180 días después necesita recuperar la iniciativa.
El Gobierno de Mauricio Macri se acerca a cumplir los primeros 6 meses en el poder, sumando importantes triunfos y logrando gran parte de las metas que se habían fijado antes de asumir, pero al mismo tiempo, con algunas profundas deudas sociales y sin terminar de definir y conformar una alianza fuerte en el Congreso, que evite tanto desgaste y costo político.
Para dimensionar el descontrol del Estado que Mauricio Macri y su equipo heredó del kirchnerismo, el Gobierno acaba de publicar la primera versión del balance de situación heredada de Cristina Fernández y sus ministros, llamada “El Estado del Estado”, un recorrido repleto de espanto que se puede leer a lo largo de sus 223 páginas.
Centros de cómputos comprados que nunca fueron conectados, programas sociales que acumulaban deudas desde 2009, cientos de miles de expedientes paralizados, miles de empleados que no llegaban a sumar dos horas de trabajo diarios en sus puestos, cataratas de recursos dilapidados, ausencia total de registros contables de gastos, auditorías que jamás se realizaron y un despilfarro descontrolado se puede leer en forma descarnada, pero redactado con la serenidad y ausencia de calificativos despectivos, propios de las auditoría técnicas, lejos de ser un documento político revanchista, como argumentó Francisco al habar del macrismo.
Era usual escuchar funcionarios del PRO recién asumidos en sus cargos afirmando “no sé cómo hacían estos tipos para gobernar”, en referencia a sus antecesores kirchneristas. Justo lo que hoy dice peronista, massitas y kirchnerista del macrismo: “No sabemos qué quieren hacer”; lo que confirma la incomprensión de lo actuado en el pasado y de lo que se intenta realizar ahora, aunque ahora sean mucho más serios y prolijos.
Todas las encuestas, las cercanas al Gobierno y las opositoras, coinciden que la gran deuda del macrismo luego de 6 meses de gestión es en el terreno social. Y pese a las medidas que se han tomado, nada parece alcanzar para neutralizar el efecto de la inflación en el bolsillo de las familias, el aumento de los servicios públicos, de los combustibles, de la medicina prepaga, de las cuotas de los colegios o de los medicamentos.
La falta de buena comunicación, sumada una fuerte carencia de acción política adecuada, hacen que el Gobierno pierda en el roce con aliados y fuerzas opositoras todo lo que pueda ganar con ideas excelentes, como puede ser la cancelación de deudas judiciales a los jubilados, crear una Pensión Universal a la Vejez o eliminar el Impuesto a los Bienes Personales.
Justo cuando el Gobierno había recuperado la iniciativa política y había utilizado una buena estrategia comunicacional para lanzar el plan de exteriorización de activos y cancelación de deudas judiciales previsionales o se analizaba poner límites a los aumentos de los servicios públicos, Mauricio Macri y su equipo tienen que ceder fuertemente ante las presiones de Elisa Carrió, del radicalismo, del peronismo o del massismo.
En 3 días, Elisa Carrió y el massismo obligaron a dejar fuera del blanqueo a los funcionarios de los gobiernos de Cristina Fernández y de Mauricio Macri, los radicales pusieron el grito en el cielo por la norma que cambia el estatus de relación entre las fuerzas armadas y las autoridades democráticas civiles y los peronistas obligaron al ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, a tener que colocar techo al nivel de suba en las boletas de electricidad y gas. Y todo esto sin que aún se sientan las presiones de parte de las bancas opositoras en el Congreso.
Parece insólito que el Gobierno no tenga un canal de negociación rápido, sencillo y silencioso con Elisa Carrió y el radicalismo. Tan duro fue el choque con la legisladora chaqueña, que hasta llegó a enfrentar a 2 fuertes amigas, la creadora del ARI y Gabriela Michetti, hasta que intervino Federico Pinedo para bajar los decibeles de la discusión.
Era sabido que Elisa Carrió iba a ser una pieza incomoda en el Gobierno de Mauricio Macri. Como buena cruzada jacobina, sus objetivos y metas son más importantes que las condiciones de gobernabilidad y las necesidades de negociar. Pero fue la creadora de la Coalición Cívica la que “limpió la cara” del macrismo y le permitió sumar mucho voto principista antikirchnerista, que nunca hubiesen ido a “Cambiemos”, pero no quiere perder su perfil independiente de cualquier factor de poder.
Los radicales hacen un enorme esfuerzo para seguir junto al macrismo, pese a que Mauricio Macri le cedió importantes porciones de poder y caja, como nunca antes desde el Gobierno de Fernando de la Rúa. Sin embargo, no todos los radicales gozan de las “mieles” del poder y siguen levantando banderas maximalistas, que no le aportan ni un solo voto, y que en muchas oportunidades, parecen satisfacer las necesidades del peronismo.
Así como peronistas y kirchneristas son incapaces de reconocer ni un solo hecho de corrupción del Gobierno de Cristina Fernández (y menos del de Néstor Kirchner), el radicalismo es incapaz de comprender que no son una opción elegible hoy por los argentinos, que carecen un buen candidato y que si no fuera por Mauricio Macri serían una fuerza en extinción.
Los peronistas siguen siendo los más pragmáticos en el terreno político y, ante los aumentos desmedidos de las tarifas de los servicios públicos, pocas horas después de haber negociado el recupero de una inmensa masa de dinero de la coparticipación que, hasta ahora iban a la ANSeS, se plantaron ante la Casa Rosada y exigieron tope a las tarifas.
El pedido peronista generó un choque entre los ministros de Energía y Minería e Interior, Vivienda y Obra Pública, Juan José Aranguren y Rogelio Frigerio, respectivamente, que implicó que el primero cediera posiciones y tuviera que desmentir que haya amenazado con renunciar al cargo. En político, se sabe que cuando un funcionario niega su dimisión es porque alguien ya está pensando nombres de reemplazos para ese cargo.
De esta forma, de un plumazo, los Gobernadores peronistas le sacaron a la Casa Rosada un tope tarifario para sus distritos que para la Nación tendrá un costo fiscal de $ 2.250 millones, monto que aleja aún más las posibilidades de reducir el Gasto Público, como había anunciado el Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, en Enero pasado.
Otro enorme retroceso ha sido el proyecto oficial de reforma electoral, que por los graves problemas internos del PRO para consolidar e institucionalizar el armado de Cambiemos, ha tenido que renunciar a sus intenciones de suspender las Primeras, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias; con lo cual, los cambios que llegarán al Congreso será sólo de instrumento de voto, ya que no habría más boleta sábana, sino boleta electrónica, como se votó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde hace meses radicales y lilitos reclaman establecer un sistema de consulta permanente entre los socios de Cambiemos. Pero en los 8 años que fue Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri no consensuaba las normas que ingresaría a la Legislatura y la construcción de mayoría se hacía con una propuesta sobre la mesa. Por la imposibilidad de que salieran los proyectos como el PRO quería, casi la mitad de las normas votadas por los legisladores fueron vetadas total o parcialmente.
Así que, la ausencia de consultas previas y la negociación con un texto sobre la mesa es una costumbre de Mauricio Macri en el poder. Modificarlo, después de tanto tiempo, se hace difícil, salvo que tenga un equipo político que asuma los riesgos y los costos de la tarea. Por lo visto, Marcos Peña mantiene el ADN macrista puro y avanza para luego negociar; mientras que Rogelio Frigerio, un “impuro” en la clasificación de Jaime Duran Barba, termina por tener que pactar, sobre todo con el peronismo, decisiones que ya fueron tomadas y hasta publicada en el Boletín Oficial.
Este capítulo del “Estilo PRO” tiene un alto costo político, más cuando venimos de un Gobierno como el de Cristina Fernández que tenía en el Congreso una virtual “escribanía” que aprobaba cualquier iniciativa que saliera de la Casa Rosada, no importaba su contenido, ni la cantidad de “sapos” que tenían que “comerse” peronistas y kirchnerista.
Con 6 meses en el poder, Mauricio Macri ya comienza entender que no es lo mismo la negociación en la Legislatura porteña que en el Congreso de la Nación y que legisladores porteños, muchos que suelen jugar como “líberos”, no se pueden comparar con senadores o diputados que responden (o muchas veces no) a gobernadores cargados de necesidades.
Son tiempos complejos de armado político complicado y desafíos mayores. Pese a las escandalosas revelaciones judiciales alrededor de Cristina Fernández, Lázaro Báez y otros miembros de la elite kirchnerista, el lento accionar de la Justicia no alcanzan a calmar la ansiedad de los votantes antikirchneristas que exigen ver presos a los involucrados. Así, el efecto “placebo” que se esperaba sobre la opinión pública, ha cesado y la inseguridad o los problemas económicos ganan posiciones todos los días.
El default, Thomas Griesa, los holdout, el cepo importador, el cepo cambiario, la imposibilidad de comprar dólares a precio oficial, los cortes de energía, la paralización de las obras públicas y los “Precios Cuidados” ya no forman parte de la tapa de los medios, pero la inflación, la recesión y la falta de inversiones externas son repetidas hace semanas y prometen ser repetidas durante varias semanas más.
Para el votante macrista se ha hecho mucho y hay que tener paciencia para esperar que se cumplan otras promesas de campaña, como la reactivación o bajar la inflación a valores soportables para una familia tipo. Por su parte, para el votante kirchnerista, el macrismo no deja de destruir su imaginaria “obra”. En el medio, los inconformes superan a los conformes, pero como no hay un candidato opositor que encarne el descontento contra el PRO, en todas las encuestas, la imagen positiva de Mauricio Macri sigue siendo mayor que a negativa.
Puede que Mauricio Macri y su Gobierno no hayan alcanzado las expectativas de muchos que los votaron, pero la tarea realizada ha sido titánica, aunque todavía falta mucho, mucho, mucho más por hacer.
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lunes, 6 de junio de 2016
6 meses de Macri: la Nación no es la Ciudad de Buenos Aires.
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