Con el congelamiento de tarifas, el gobierno anterior trató de crear la idea de que los servicios públicos eran casi regalados en nuestro país y consolidó eso por casi 13 años. Lo ayudó mucho el gran precio de las materias primas, con una soja que llegó a los 600 u$s/ton. No le importó que tuviéramos que dejar de ser un país autónomo en energía y que pasáramos a ser un importante importador. Esto ocurrió al no cubrir el precio de venta de los productos energéticos más que en una pequeña proporción de los costos de producción, lo que desanimó completamente las inversiones para aumentar la oferta. Además estos subsidios eran para todos los usuarios, sin distinción de necesidades económicas: clase media, pobres y ricos.
La política de ese populismo superficial era un callejón sin salida porque no había forma de sostenerla en el tiempo. Cada vez se requerían mayores importaciones de energía y ya desde el 2011 no se podía crecer pues de haberlo hecho hubiera explotado la importación de energía y además ya nos habríamos quedado casi sin reservas de divisas para pagarlas. Por suerte el precio del petróleo presentó una baja importante con lo cual la situación pudo sostenerse un tiempo más. Ahora que se corrigió el precio de venta de casi todos los servicios, aunque por ejemplo el del subterráneo aún no se aumentó, ese grupo político anterior trata de generar desconfianza protestando contra dichos aumentos, sabiendo que a nadie le gusta que le aumenten el precio de lo que compra y eso que sólo se efectuó una parte de la corrección necesaria.
Por eso puede considerarse que ese tipo de protesta violenta de grupos políticos relacionados con el gobierno anterior muestra una hipocresía muy grande y una sinceridad muy baja: ellos sabían que habían hecho mal las cosas, que su política había llevado a perder el autoabastecimiento energético, pero ahora que se va corrigiendo esa insostenible distorsión, que se va llegando gradualmente a que los precios se acerquen a los costos, de lo cual aún estamos lejos, justo ahora ellos mismos se tiran desesperados a la calle protestando y diciendo: "¡Esto no puede ser!".
Y aquí no hablamos de algunos errores involuntarios en aumentos, que los hubo, sino del concepto de que se debe pagar lo que cuesta producir un servicio. Por ejemplo, se debe pagar lo que cuesta un Kwh de electricidad. Salvo para los desocupados y los más pobres, a todo el resto le corresponde ir cubriendo el costo de los servicios que demanda. Es necesario que haya algún subsidio, como había en la estructura de tarifas de los gobiernos anteriores al kirchnerismo, subsidio que se le debe otorgar a esa proporción de la población que no puede cubrir completamente con sus ingresos los costos de los servicios públicos.
Ahora bien, quisiéramos saber cuánto cuesta la electricidad por mes para una familia tipo que vive en una casa o departamento de unos 70 m2 en Buenos Aires, que es la zona con mayores subsidios.
Por lo tanto, sería bueno que los seguidores de la política anterior se llamen a la reflexión pues están actuando en contra de la realidad. Su política era insostenible y ahora que se está corrigiendo deben llamarse a silencio. El cuadro de los datos numéricos y el gráfico con la evolución en el tiempo son más elocuentes que todas las cadenas nacionales que nos vimos obligados a escuchar sobre el tema.
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