martes, 13 de diciembre de 2011

Los motivos de Cameron

Por Fabián Tavella (ftavella@lmcordoba.com.ar)

En un momento en que Europa parece querer decirle a Inglaterra que ya no le debe nada de todo lo que consiguió durante la segunda gran guerra y cuando Alemania, a diferencia de aquel momento, es la principal fuerza económica que tracciona al viejo continente junto a Francia, el primer ministro británico David Cameron tomó una decisión, por lo menos arriesgada.

Con una economía germana que ya pasó por todos los ajustes que le impusieron dos guerras. Guerras nacidas de la intención de ese país de ser la principal economía europea, pero que en aquel momento, Francia junto a Inglaterra mantenían bajo la suela sin darle libre navegación por el Canal de la Mancha en la primera, y de la vergüenza de Versalles en la segunda.

Luego de la locura, el renacimiento, y sobre los hombros alemanes el esfuerzo de la guerra fría sabiendo que en caso de conflicto el campo de batalla sería su propia tierra. Luego del desbande soviético, también fue Alemania la que puso el esfuerzo de hacerse cargo de sus parientes pobres del este, con todo lo que significó la unificación en esfuerzo de gestión, inversión pública, educación e industrialización.

Paralelamente, Inglaterra siguió manejando los hilos de la financiación y la City de Londres dando muestras de cierto filibusterismo, administró los restos del viejo imperio para la corona y sus bolsillos; todo parecía andar a la perfección para la isla, como en un viaje en trasatlántico. Pero el mundo cambió y la economía mundial con él. La deslocalización industrial, y la transnacionalización económica y de alguna manera la dura competencia de los productos chinos de tercera generación, golpearon duramente a Europa; solo Alemania y en alguna medida Francia mantuvieron altos niveles de producción tecnológica e industrial. El resto comenzó a endeudarse para mantener el “estilo de vida”.

Alemania que venía siendo sometida a esfuerzo sobre esfuerzo, tuvo la gimnasia suficiente para dar una vuelta completa a su economía en los últimos años y le corrió la línea al resto. “Ahora al esfuerzo lo hacemos todos” parece decir Merkel; y Sarkozy con una Francia que no puede salirse del vecindario, acompaña la moción.

A Cameron y los suyos a pesar de los ajustes, el cambio la tomó por sorpresa, e Inglaterra no está dispuesta a asumirlos rápidamente. Si lo hace, probablemente signifique aceptar una crisis y reconocer que su economía viaja tercera en Europa, detrás de Alemania y Francia. Por lo tanto, su poder de discusión queda mellado. De estar esperando el momento para poner condiciones como si fuera la dueña de la pelota, a esta realidad. El veto no asustó a Sarkozy ni a Merkel, por lo que parece haber llegado el tiempo de producir cambios.

Según las últimas previsiones de la Comisión Europea, el déficit del Reino Unido ascenderá este año al 9,4% del Producto Interior Bruto (PIB), superior al de Grecia (8,9%). El crecimiento (0,7%) será uno de los más bajos de la Unión Europea y la deuda pública es comparable a la de Francia (84% del PIB contra 85,4%).

Otro indicador que parece desfavorable para la economía británica es el índice PMI de manufacturas (Product Manufacturing Information), que se situó en 47,4, con retrocesos en los niveles de producción, contratos y empleo. Por otra parte, la inflación del país continuó siendo la más elevada de las grandes economías avanzadas, alcanzando el 5,2% en septiembre.

Tal vez sea el momento de volver a viejas alianzas para Inglaterra, desempolvar la vieja ‘’Commonwealth’’, acercarse a EEUU un poco más. Aunque al gigante americano, le está costando dejar la ropa de “aporreador bueno”, porque ya no se lo creen, y porque su industria militar lo está carcomiendo, al punto que sus deudas se cuentan en billones y todos sus esfuerzos por sentarse sobre el petróleo del mundo, le está costando caro contra unos pocos desarrapados árabes.

Para los líderes europeos el problema es fiscal, y más allá de interpretaciones como las de Joseph Stiglitz que denuncia la incapacidad del ajuste porque no llevará a Europa a buen puerto; Merkel y los suyos, creen que devolviendo el equilibrio a los presupuestos nacionales se recuperará la confianza de los mercados.

La crisis se ha generado en los bancos, esos a los que Cameron defiende, y de allí se trasladó a las deudas soberanas después de que los Estados rescataron al sector financiero emitiendo ilimitadamente. Ahora que los títulos públicos no cesan de caer, excepto en Alemania, los bancos tienen sus carteras repletas de ellos y por esa razón presionan para que los déficit se reduzcan, a costa del gasto social, para asegurarse el pago de los vencimientos.

Saben que paralizan la economía y profundizan la recesión, pero la moneda única ha pasado a ser prioritaria para el eje franco-alemán y aquellos que no hagan los ajustes quedarán fuera de las preocupaciones del núcleo central de la UE, fundando de este modo, una Europa de «dos velocidades», más allá de las presiones para desarticularla.

Fuente: http://www.lmcordoba.com.ar/nota.php?ni=77869

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