(La Nación) - Luego de 13 años de tensión, Teherán acordó con EE.UU., Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania recortar su programa a niveles estrictamente civiles; a cambio, las potencias levantaron las sanciones económicas que pesan sobre el régimen. Para el régimen de Teherán, todo es cuestión de economía
VIENA.- Irán no se sumará al club de las potencias nucleares. Al menos no por los próximos diez años, según se estableció ayer con la firma de un histórico acuerdo entre Teherán y las grandes potencias, que levantaron las sanciones económicas que pesaban sobre el régimen a cambio de la limitación de su programa nuclear.
El acuerdo, que relanza la relación de Irán con el mundo y tiene el potencial de redibujar todo el mapa de influencias en Medio Oriente, fue celebrado por casi todos los países con la excepción de Israel, acérrimo enemigo de Irán, que lo calificó de un "error histórico"
Se alcanzó luego de casi 13 años de negociaciones fluctuantes e intermitentes, cuyo capítulo final tuvo lugar durante las últimas dos semanas en una maratón de reuniones en los salones del Coburg Palace, un edificio del siglo XIX que sirvió para sellar el convenio más trabajoso del siglo XXI. Todas las partes coincidieron en calificar de "histórico" el acuerdo que pone el sospechoso programa nuclear iraní, cuyo gobierno siempre afirmó que sólo tenía fines civiles, bajo tutela internacional para garantizar que las instalaciones mantengan ese perfil y no se transformen en usinas de armas nucleares. A cambio, la comunidad internacional levantará las sanciones que pesan como una losa sobre la debilitada economía iraní, sobre todo sus exportaciones de crudo.
Entre los puntos centrales, Irán recortará su programa de enriquecimiento de uranio y se deshará de la mayor parte del uranio que tiene almacenado, mientras que sólo usará su maquinaria de tecnología más antigua. Todo el circuito del programa nuclear, de la extracción de uranio a la compra de materiales en el exterior, estará vigilado estrechamente por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
No menos importante que haber neutralizado la amenaza nuclear de un país con pretensiones hegemónicas en Medio Oriente, y que interviene sistemáticamente en sus diversos conflictos, el pacto labrado en Viena tendrá repercusiones en la configuración del mapa de la región.
"Ésta es una señal de esperanza para todo el mundo", declaró al anunciar el acuerdo la jefa de la diplomacia europea, la italiana Federica Mogherini, que estuvo al frente del llamado grupo 5+1 que integran Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Las duras sanciones de los principales actores de la diplomacia internacional -Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas- le torcieron el brazo a un escurridizo gobierno iraní que durante años rechazó una verificación exhaustiva de lo que sucedía puertas adentro de sus predios nucleares.
Para Irán se trató de un juego donde sólo hubo ganadores. "Se dio vuelta una página y comenzó un nuevo capítulo", dijo el presidente Hassan Rohani, en un discurso televisado desde Teherán, donde argumentó que el acuerdo era ventajoso para todas las partes. "Estas negociaciones nunca podrían haber terminado con una solución de ganadores y perdedores. Queríamos que todas las partes fueran vencedoras", señaló.
Para Rohani, la polémica nuclear fue exagerada hasta el punto de generar una fobia contra Irán. "Se nos atribuyó que fabricábamos armas de destrucción masiva", una prolongada denuncia que su gobierno "refutó con la negociación".
Estados Unidos, enemigo histórico de Irán desde la revolución de 1979, y al que el régimen islámico llamó "el Gran Satán", expresó su satisfacción de haber llegado al final del túnel. El presidente Barack Obama y el secretario de Estado, John Kerry, celebraron el resultado y lo consideraron garantía de un Medio Oriente más seguro.
"Se ha cortado todo camino al arma nuclear", afirmó Obama. Y en una declaración dirigida tanto al gobierno iraní como al Congreso norteamericano, cuya mayoría republicana es contraria al convenio, dijo que "el acuerdo no se basa en la confianza, sino en la verificación".
Una vez que las instalaciones nucleares iraníes sean reducidas a los niveles exigidos, aun si cambia de parecer, a Teherán le haría falta un año entero para volver a tener la capacidad de fabricar bombas atómicas, frente a los tres meses actuales. Lo suficiente, según Kerry, para tomar las medidas necesarias. "Si Irán no cumple, lo sabremos y lo sabremos rápido", señaló.
Quien no lo consideró suficiente fue Israel, que al igual que los líderes republicanos en Estados Unidos siempre se mostró receloso de lo se que estaba cocinando en Viena. "Irán recibirá un camino seguro hacia las armas nucleares", dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu.
El acuerdo, sin embargo, fue celebrado por casi todos los países. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo estar convencido de que "el mundo respirará aliviado", y el Vaticano lo calificó de "muy positivo".
Agencias AFP, EFE, DPA, ANSA.
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