El gobierno de Macri y Xi Jinping no lograron cerrar el contrato para la quinta central nuclear; la prohibición del gobernador de Río Negro y una eventual solución en Buenos Aires
La alianza estratégica de la Argentina con China transita por días de turbulencia. El vendaval político-diplomático tiene nombre y apellido: las demoras que sufre desde hace más de tres años el ambicioso proyecto argentino para construir la quinta central nuclear financiada por el gobierno de Xi Jinping.
La intención original de China acordada con el gobierno de Cristina Kirchner y ratificada luego con Mauricio Macri era financiar la construcción de la quinta central nuclear con un préstamo a 10 años de 7.000 millones de dólares.
Hasta el año pasado ya estaba todo definido para empezar la obra en Río Negro. Incluso Macri anunció desde Beijing junto con el gobernador Alberto Weretilneck el lanzamiento de la obra.
¿Qué razones políticas y diplomáticas complicaron todo el proyecto?
En plan de diferenciarse del frente Cambiemos y por presión de un sector de los grupos ecologistas rionegrinos, Weretilneck se echó atrás: impuso una ley provincial para prohibir esa iniciativa aduciendo "eventuales problemas de impacto ambiental" y desde entonces todo se complicó.
El gobierno nacional inició una dura negociación con China para relocalizar la obra. El senador peronista de Rio Negro, Miguel Pichetto, intentó terciar en el asunto para llevar la obra a Sierra Grande. Pero no hubo caso. Todo se complicó y las diferencias entre Macri y Weretilneck fueron más pronunciadas.
Se evaluaron proyectos de instalación de la central en otras provincias. Se habló también de instalar el proyecto en Carmen de Patagones. El problema era el pago adicional de la obra que Argentina debía pagar por la cláusula de relocalización. En el medio de todo esto hubo objeciones y un manifiesto malestar expuesto por Xi Jinping por las demoras del proyecto y la falta de la palabra comprometida.
Desde noviembre del año pasado se hizo un estudio de factibilidad para instalar la obra en el polo nuclear bonaerense de Atucha, en Zárate y con ello, finalmente el conflicto parecería haber llegado a una solución. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal también se metió en las negociaciones y aceptó la eventual instalación del proyecto de China en Zárate ya que le daría trabajo a unas 4.000 personas. "La semana pasada el presidente Macri dio un ultimátum e instrucciones directas para cerrar el acuerdo en Atucha y terminar la dura negociación con China", dijo a Infobae un funcionario del Ministerio de Energía. Así, la intención es cerrar el contrato en marzo o abril para el inicio de las obras en Zárate.
Luego de un largo intercambio de misivas, arduas negociaciones y el marcado malestar expuesto por los funcionarios chinos con la Argentina Macri ordenó poner fin al conflicto y ordenó al Ministerio de Energía y a la Cancillería a definir de una vez la localización de la central nuclear que hará la administración de Xi Jinping.
El gobierno de China quedó muy sensibilizado por los vaivenes del proyecto y en más de una oportunidad expuso sus quejas ante la Argentina. "Con diplomacia pero con claridad los chinos expresaron su malestar", admitió un diplomático argentino que intercedió de lleno en las negociaciones.
Voceros de la embajada de China en Buenos Aires admitieron a Infobae que "hubo diferencias" con la Argentina por la relocalización de la obra de la quinta central nuclear.
El embajador argentino en Beijing Diego Guelar intercedió para poder explicar los vaivenes políticos de Weretilneck y las demoras de la Argentina en el cumplimiento del contrato. Pero resultó complejo.
"Los chinos no entienden la idea del federalismo que impera en la Argentina y la división de poderes", admitió a Infobae un funcionario del Palacio San Martín.
Pero la administración de Xi Jingping traduce su malestar por recientes experiencias fallidas en la Argentina: tuvieron malos resultados en las inversiones para el proyecto del Belgrano Cargas durante el mandato de Cristina Kirchner y problemas con las promesas para el desarrollo de proyectos de represas hidroeléctricas que nunca se cumplieron. A todo esto se agregan los atrasos e indefiniciones que existen en el contrato de otra central nuclear también financiada por China. Se trata de la obra para la cuarta central nuclear por un costo que el gobierno no quiere exceder en 5.700 millones de dólares. Hay en el medio una discusión sobre este tope del monto y China reclama mayores garantías para un contrato que lleva más de un año de vaivenes.
La intención de este acuerdo es que el proyecto también se desarrolle en Zárate. Así, en el caso de que se cierren los dos proyectos nucleares de China la provincia de Buenos Aires será beneficiada con todo un polo nuclear en Atucha que incluye una inversión de más de 12.000 millones de dólares para la producción de 3.700 MGW. Esto es la energía similar a toda la producción de la represa Yacyretá.
Si el diablo no mete la cola en el medio, la intención del ministro de Energía Juan José Aranguren es avanzar definitivamente con el acuerdo por la quinta central nuclear en marzo y definir el contrato de la cuarta central con China cuanto antes. Pero la política argentina y los vaivenes de la diplomacia a veces le pueden jugar una mala pasada a los deseos políticos.
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