Fernando Oris de Roa trabajó en una de las grandes exportadoras de cereales en el mundo hasta que compró la citrícola San Miguel casi fundida y logró su expansión.
Fernando Oris de Roa, el nuevo embajador argentino en los Estados Unidos. Foto: Archivo
Compró una citrícola que se encontraba en serias dificultades financieras y al poco tiempo la convirtió en la mayor exportadora de limones del mundo. Hizo una maestría en políticas públicas en el extranjero para aplicar los conocimientos al mundo privado. Creó una avícola en Córdoba y años después la vendió en una cifra millonaria al gigante brasileño de alimentos BRF. Si algo caracteriza Fernando Oris de Roa, el nuevo embajador argentino en los Estados Unidos, es su habilidad para hacer negocios.
Su carrera inició a los 17 años cuando ingresó a Continental Grain Company, una de las grandes empresas exportadoras de cereales del mundo, donde se desempeñó desde 1970 hasta 1993. Allí ocupó diversos cargos no sólo en el país, sino también en España, Suiza y Brasil. Su última posición fue presidente de Continental Argentina S. A. con responsabilidades para América latina.
De esos tiempos Oris de Roa recuerda con afecto una anécdota que lo marcó. Tenía tan sólo 21 años cuando se dirigió a la oficina de uno de los directores ejecutivos, salteando en el camino a tres superiores. Casi sin mediar palabra y con firmeza espetó: "Mire ya hace un tiempo que soy asistente en el departamento de maíz. Quiero la responsabilidad de ese sector para todo Latinoamérica".
La respuesta no fue la que esperaba, pero le sirvió como lección. Paso a paso diría un técnico de fútbol que hizo de esa frase casi un slogan; el ejecutivo que lo recibió en su despacho, sin embargo, optó por una historia. "En un valle en Suiza había 12 vacas hermosas y arriba de la montaña se encontraban dos toros, uno joven y fuerte y el otro más viejo. El más chico codeeó al otro y le dijo: 'bajemos corriendo ya y vamos a hacerle el amor a una vaca'. El más avanzado en edad le retrucó: ' Vamos a bajar caminado y vamos a hacerle el amor a todas las vacas", contó. "Así que ahora váyase a trabajar de vuelta" , completó. Dicen que al tiempo no hay que apurarlo.
A los 40 años Oris de Roa vio una oportunidad. Después de meses de negociaciones, que estuvieron a punto de estancarse, adquirió la citrícola San Miguel junto a un grupo de accionistas por un millón de dólares. Corría 1993 y la situación de la empresa era- según relató en una charla de Endeavour en 2010- peor de lo que imaginaba. Cuando empezó a mejorar la situación, el "efecto tequila", la crisis de México que tuvo consecuencias a nivel mundial provocado por la falta de reservas internacionales que causó la devaluación del peso mexicano, los afectó, aunque lograron sobrevivieron
En 1997 la compañía ya estaba en plena expansión y comenzó su cotización en bolsa (IPO) con una valuación de 140 millones de dólares. Había pasado entonces de 900 empleados iniciales a 6500 y las ventas habían aumentado de $23 millones a $120 millones.
La maestría, su paso por La Haya y la creación de nueva empresa
En el 2002 se radicó en Boston para hacer una Maestría en Administración Pública (MPA) en la Kennedy School of Government, una de las doce escuelas de la Universidad de Harvard que imparten programas de posgrado. "No tenía título de grado. Sólo 2% de los que se reciben con títulos de posgrado lo hacen sin estudios universitarios previos finalizados", grafican quienes conocen su carrera profesional.
Era un empezar de cero nuevamente. Allí conoció a Luis Moreno Ocampo, quien pocos meses después, como flamante fiscal del Tribunal Internacional de La Haya, lo contrató "ad honorem" como asesor, precisamente, en temas institucionales.
A su regreso formó un grupo de investigación focalizado en el estudio de áreas de inversión en Argentina. El resultado fue la creación de la empresa avícola Avex, un greenfield radicado en Río Cuarto (Córdoba).
"Me fui a estudiar por la crisis del 2001 y porque me di cuenta que el valor que yo aportaba en San Miguel ya no era incremental. Pero volví con la idea de implementar políticas públicas en el sector privado. Cuando creamos Avex, por ejemplo, fue excluyente que ningún accionista podía tener más del 10% del valor de la empresa y que los que invirtiesen tenían que hacerlo con nombre propio y no a través de sociedades", relató en una oportunidad Oris de Roa.
En octubre de 2011 Avex fue vendida a BRF, en una inversión global de US$150 millones, que también comprendió la adquisición del Grupo Dánica, otra alimenticia argentina. Para estas operaciones, la empresa brasileña sumó como socio al empresario argentino Carlos Miguens, ex accionista de la cervecera Quilmes, que a su vez había sido adquirida por otra compañía brasileña.
En 2016, unió su interés por las instituciones y su experiencia como empresario al asumir como subsecretario de Inversiones de la Ciudad de Buenos Aires, dentro del Ministerio de Modernización que encabeza Andy Freire, a quien había conocido en los '90. El funcionario suele decir que Oris de Roa fue su mentor. "80% o 90% de haber decidido emprender fue por él", dice.
Cuenta la historia que Freire escuchó por casualidad una charla del empresario cuando transitaba sus años universitarios. A partir de allí se hicieron amigos, y Oris de Roa fue uno de los primeros en financiar su proyecto Office net. Lo mismo hizo con Wenceslao Casares a quién le prestó dólares para la creación de Patagon, un sitio en Internet donde se recibía información financiera y se hacían transacciones, tales como comprar y vender acciones o títulos públicos.
"Siempre fue un gran promotor de la industria argentina y de que los negocios de nuestros país tengan éxito en el mundo. Impulsó a San Miguel, la principal exportadora argentina de limones al exterior, y a Avex, con la idea de armar una industria de pollos argentina que pueda competir con el mundo. Es una gran persona y muy humilde", dijo Freire tras conocerse que había sido designado nuevo embajador en los Estados Unidos. En los recuerdos quizá esté aquel viaje que hicieron juntos a Hong Kong, en el que estuvo también Casares.
Dicen quienes conocen de cerca a Oris de Roa que nunca puede quedarse quieto y siempre está pensando en proyectos a futuro. Es fanático de la navegación y de correr regatas. Tiene tres hijos: Fernando, Sofía y Alexia. Es un gran comerciante, aunque no le gusta nada la contabilidad.
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