(Infodefensa.com) Alberto López San Salvador – La compra de una flota de 10 aviones usados modelo Cessna A-37B al Gobierno de Chile por su homólogo salvadoreño, con el fin de reforzar su Fuerza Aérea, ha quedado en medio de la turbulencia causada por un conflicto limítrofe entre El Salvador y Honduras por una isla en el Golfo de Fonseca, en el Océano Pacífico.
La Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) viene adoleciendo de un serio déficit en su flota de cazas de ataque ligero, pues sus A-37B, conocidos también como Dragonfly, han llegado al máximo de su vida útil desde hace varios años, un problema recrudecido por la falta de fondos para operarlos y la ausencia de repuestos en el mercado para sustituir partes defectuosas y mantenerlos en operación continua, al grado que hace un par de años se careció del apoyo de estas aeronaves y permanecieron en tierra.
La Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) viene adoleciendo de un serio déficit en su flota de cazas de ataque ligero, pues sus A-37B, conocidos también como Dragonfly, han llegado al máximo de su vida útil desde hace varios años, un problema recrudecido por la falta de fondos para operarlos y la ausencia de repuestos en el mercado para sustituir partes defectuosas y mantenerlos en operación continua, al grado que hace un par de años se careció del apoyo de estas aeronaves y permanecieron en tierra.
Estados Unidos apoyó en la adquisición de repuestos y se logró
colocar en vuelo, al menos, tres los vetustos equipos donados por los
estadounidenses a finales de los 70 y en los 80, en plena guerra
interna en El Salvador, donde ejercieron un valioso servicio en contra de la
contrainsurgencia de esa época.
En ese sentido, el ministro de la Defensa Nacional de El Salvador, el general de División David Munguía Payés, dijo la semana pasada que se dispone sólo de tres aviones A-37 para hacer frente a la defensa del territorio, tanto del crimen organizado, el narcotráfico, como de otras amenazas.
Por su parte, el presidente salvadoreño, Mauricio Funes, confirmó en su programa de radio, este sábado pasado, que el análisis técnico del alto mando de la FAS le ratificó al inicio de su administración, en junio de 2009 (finaliza el 31 de mayo del próximo año), sobre la necesidad apremiante del refuerzo de aviones y se decantó por la posibilidad de adquirir entre media docena o 10 Embraer EMB314/A29 Super Tucano, por un monto de inversión por más de US$100 millones; sin embargo, reconoció Funes, el proyecto fue descartándose por las críticas de diversos sectores (de la oposición política y gremiales empresariales) y se decidió que había necesidades aún más prioritarias como en los sectores públicos de salud y educación.
El tema no fue retomado hasta que Funes anunció en mayo pasado del interés de su Gobierno en adquirir una decena de A-37 usados, provenientes de la Fuerza Aérea de Chile, por un monto de inversión por US$8,6 millones; a todas luces un monto mucho menor al mencionado en el caso de los cazas de ataque ligero brasileños, al menos, ante los ojos del público no especializado ni técnico.
Sin embargo, como bien dice el refrán, esta decisión pudiera ser 'pan para hoy y hambre para mañana', ya que en análisis estrictamente técnicos, la hora de operación u hora de vuelo de un A-37 (que incluye combustible, depreciación de la aeronave por desgaste de repuestos –si se encuentran, ya que hay escases-, etc.) ronda los US$2.000, mientras que en el Súper Tucano es alrededor de US$600 o US$700.
A pesar de todo esto, una decisión técnica y lógica de toda Fuerza Aérea en el mundo, dentro de sus respectivos presupuestos, ha caído en medio de la polémica dentro del litigio entre El Salvador y Honduras por la Isla Conejo, un islote de no más un kilómetro cuadrado, en el Golfo de Fonseca, un cuerpo marítimo que da al Océano Pacífico y que comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Tanto El Salvador como Honduras reclaman el territorio que en el caso hondureño le daría mucha más salida al Pacífico sin tener que administrar su tránsito con sus vecinos en el Golfo de Fonseca. Al presente, Conejo está ocupada por tropas hondureñas, pero El Salvador reclama que desde la Colonia dicho territorio ha sido salvadoreño y nunca estuvo en litigio ni se menciona en el fallo de 1992 de la Corte Internacional de Justicia de la Haya en el que se otorgan ciertos territorios a cada país.
Las autoridades salvadoreñas argumentan que durante el conflicto bélico interno, a nivel de jefes militares regionales, de ambas naciones, se llegó a un acuerdo de custodiar Conejo y que ambos Ejércitos se turnarían para patrullar desde ahí y evitar el tráfico de armas para la guerrilla salvadoreña; sin embargo, tras los Acuerdos de Paz en El Salvador, de enero de 1992, el último turno hondureño de militares en Conejo quedó indefinidamente hasta la fecha y ningún Gobierno salvadoreño ordenó la situación.
En medio de todo, la semana pasada, el viernes anterior para ser exactos, el presidente hondureño, Porfirio Lobo, introdujo el tema de los A-37, en relación con el tema de la Isla Conejo.
Lobo dijo que El Salvador quizá quiera “justificar” la compra de aviones de combate al reclamar como suya la Isla Conejo, donde las autoridades hondureñas ejercen soberanía.
En declaraciones a la radio HRN en Tegucigalpa, Lobo expresó que él cree que el reclamo salvadoreño puede obedecer a que en el vecino país están en un proceso electoral, o a que quieren “comprar equipo y justificar quizás ante su Congreso de que autorice la compra de los aviones que están diciendo”.
El Salvador y Honduras se enfrascaron en un breve encuentro bélico de apenas 100 horas (así se le conoce de forma coloquial en ambos países, la “Guerra de las 100 horas”), en 1969, por diferencias limítrofes y violaciones a los derechos humanos en las zonas fronterizas; la guerra fue detenida, ante el avance de las tropas salvadoreñas hacia Tegucigalpa, gracias a la gestión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) de aquella época.
De alguna forma, del lado salvadoreño, las declaraciones de la semana anterior del titular de Defensa, el general David Munguía, también habría atizado los ánimos, pues reconoció que en una decisión apresurada en Honduras, la Fuerza Aérea de dicho país cuenta con 25 aviones (El Salvador solo con tres, según Munguía) que en cuestión de minutos, no más de media hora, podrían destruir recursos estratégicos en El Salvador y atrasar el desarrollo del país en hasta 20 años.
Lobo enfatizó que Honduras no está en ninguna disposición guerrerista en contra de El Salvador, pero que defenderán de forma diplomática su soberanía sobre Conejo.
Honduras dispone de aeronaves Northrop F-5, pero ya se ha dicho, con la confidencialidad del caso de la defensa nacional y sin mayores detalles, que tampoco hay repuestos ni presupuesto para mantenerlos activos de forma constante.
Por su parte, el gobernante salvadoreño aclaró en su acostumbrado programa sabatino radial, este pasado fin de semana, que “la compra de aviones no tiene nada que ver con el conflicto de la Isla Conejo”.
Funes aseguró que la intención de comprar aviones viene desde antes del tema de la Isla Conejo que se toca en este momento. “Cuando yo asumí la Presidencia recibí una solicitud para mejorar la flota aérea del Ejército, ya que se tienen aviones desde hace 50 años los cuales ya ni se fabrican. Los altos mandos expresaron la necesidad de apoyar la Fuerza Aérea”, expresó el mandatario salvadoreño.
“Existe una iniciativa para comprar aviones del Gobierno de Chile a un precio aceptable, lo que permitiría fortalecer y regular la fuerza a nivel centroamericano. El ministro David Munguía Payés ha dicho que nuestros aviones no están a la altura de las aeronaves hondureñas. Nosotros tenemos una excelente infantería, mientras que Honduras tiene una mejor aviación”, agregó.
A pesar de todo, la decisión de autorizar un préstamo para la compra de los A-37 chilenos de segunda mano se encuentra ahora en el Congreso salvadoreño y el tema con Honduras, más el ambiente electoral de las presidenciales de febrero del próximo año en El Salvador, pudieran nublar la decisión de los legisladores, sobre todo en la oposición de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), donde ya se dijo en mayo y junio anteriores que no veían mayor prioridad en la compra de las aeronaves y que, precisamente, fueron un escoyo para Funes en la decisión técnica de adquirir los Súper Tucano, hace unos tres años.
En ese sentido, el ministro de la Defensa Nacional de El Salvador, el general de División David Munguía Payés, dijo la semana pasada que se dispone sólo de tres aviones A-37 para hacer frente a la defensa del territorio, tanto del crimen organizado, el narcotráfico, como de otras amenazas.
Por su parte, el presidente salvadoreño, Mauricio Funes, confirmó en su programa de radio, este sábado pasado, que el análisis técnico del alto mando de la FAS le ratificó al inicio de su administración, en junio de 2009 (finaliza el 31 de mayo del próximo año), sobre la necesidad apremiante del refuerzo de aviones y se decantó por la posibilidad de adquirir entre media docena o 10 Embraer EMB314/A29 Super Tucano, por un monto de inversión por más de US$100 millones; sin embargo, reconoció Funes, el proyecto fue descartándose por las críticas de diversos sectores (de la oposición política y gremiales empresariales) y se decidió que había necesidades aún más prioritarias como en los sectores públicos de salud y educación.
El tema no fue retomado hasta que Funes anunció en mayo pasado del interés de su Gobierno en adquirir una decena de A-37 usados, provenientes de la Fuerza Aérea de Chile, por un monto de inversión por US$8,6 millones; a todas luces un monto mucho menor al mencionado en el caso de los cazas de ataque ligero brasileños, al menos, ante los ojos del público no especializado ni técnico.
Sin embargo, como bien dice el refrán, esta decisión pudiera ser 'pan para hoy y hambre para mañana', ya que en análisis estrictamente técnicos, la hora de operación u hora de vuelo de un A-37 (que incluye combustible, depreciación de la aeronave por desgaste de repuestos –si se encuentran, ya que hay escases-, etc.) ronda los US$2.000, mientras que en el Súper Tucano es alrededor de US$600 o US$700.
A pesar de todo esto, una decisión técnica y lógica de toda Fuerza Aérea en el mundo, dentro de sus respectivos presupuestos, ha caído en medio de la polémica dentro del litigio entre El Salvador y Honduras por la Isla Conejo, un islote de no más un kilómetro cuadrado, en el Golfo de Fonseca, un cuerpo marítimo que da al Océano Pacífico y que comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Tanto El Salvador como Honduras reclaman el territorio que en el caso hondureño le daría mucha más salida al Pacífico sin tener que administrar su tránsito con sus vecinos en el Golfo de Fonseca. Al presente, Conejo está ocupada por tropas hondureñas, pero El Salvador reclama que desde la Colonia dicho territorio ha sido salvadoreño y nunca estuvo en litigio ni se menciona en el fallo de 1992 de la Corte Internacional de Justicia de la Haya en el que se otorgan ciertos territorios a cada país.
Las autoridades salvadoreñas argumentan que durante el conflicto bélico interno, a nivel de jefes militares regionales, de ambas naciones, se llegó a un acuerdo de custodiar Conejo y que ambos Ejércitos se turnarían para patrullar desde ahí y evitar el tráfico de armas para la guerrilla salvadoreña; sin embargo, tras los Acuerdos de Paz en El Salvador, de enero de 1992, el último turno hondureño de militares en Conejo quedó indefinidamente hasta la fecha y ningún Gobierno salvadoreño ordenó la situación.
En medio de todo, la semana pasada, el viernes anterior para ser exactos, el presidente hondureño, Porfirio Lobo, introdujo el tema de los A-37, en relación con el tema de la Isla Conejo.
Lobo dijo que El Salvador quizá quiera “justificar” la compra de aviones de combate al reclamar como suya la Isla Conejo, donde las autoridades hondureñas ejercen soberanía.
En declaraciones a la radio HRN en Tegucigalpa, Lobo expresó que él cree que el reclamo salvadoreño puede obedecer a que en el vecino país están en un proceso electoral, o a que quieren “comprar equipo y justificar quizás ante su Congreso de que autorice la compra de los aviones que están diciendo”.
El Salvador y Honduras se enfrascaron en un breve encuentro bélico de apenas 100 horas (así se le conoce de forma coloquial en ambos países, la “Guerra de las 100 horas”), en 1969, por diferencias limítrofes y violaciones a los derechos humanos en las zonas fronterizas; la guerra fue detenida, ante el avance de las tropas salvadoreñas hacia Tegucigalpa, gracias a la gestión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) de aquella época.
De alguna forma, del lado salvadoreño, las declaraciones de la semana anterior del titular de Defensa, el general David Munguía, también habría atizado los ánimos, pues reconoció que en una decisión apresurada en Honduras, la Fuerza Aérea de dicho país cuenta con 25 aviones (El Salvador solo con tres, según Munguía) que en cuestión de minutos, no más de media hora, podrían destruir recursos estratégicos en El Salvador y atrasar el desarrollo del país en hasta 20 años.
Lobo enfatizó que Honduras no está en ninguna disposición guerrerista en contra de El Salvador, pero que defenderán de forma diplomática su soberanía sobre Conejo.
Honduras dispone de aeronaves Northrop F-5, pero ya se ha dicho, con la confidencialidad del caso de la defensa nacional y sin mayores detalles, que tampoco hay repuestos ni presupuesto para mantenerlos activos de forma constante.
Por su parte, el gobernante salvadoreño aclaró en su acostumbrado programa sabatino radial, este pasado fin de semana, que “la compra de aviones no tiene nada que ver con el conflicto de la Isla Conejo”.
Funes aseguró que la intención de comprar aviones viene desde antes del tema de la Isla Conejo que se toca en este momento. “Cuando yo asumí la Presidencia recibí una solicitud para mejorar la flota aérea del Ejército, ya que se tienen aviones desde hace 50 años los cuales ya ni se fabrican. Los altos mandos expresaron la necesidad de apoyar la Fuerza Aérea”, expresó el mandatario salvadoreño.
“Existe una iniciativa para comprar aviones del Gobierno de Chile a un precio aceptable, lo que permitiría fortalecer y regular la fuerza a nivel centroamericano. El ministro David Munguía Payés ha dicho que nuestros aviones no están a la altura de las aeronaves hondureñas. Nosotros tenemos una excelente infantería, mientras que Honduras tiene una mejor aviación”, agregó.
A pesar de todo, la decisión de autorizar un préstamo para la compra de los A-37 chilenos de segunda mano se encuentra ahora en el Congreso salvadoreño y el tema con Honduras, más el ambiente electoral de las presidenciales de febrero del próximo año en El Salvador, pudieran nublar la decisión de los legisladores, sobre todo en la oposición de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), donde ya se dijo en mayo y junio anteriores que no veían mayor prioridad en la compra de las aeronaves y que, precisamente, fueron un escoyo para Funes en la decisión técnica de adquirir los Súper Tucano, hace unos tres años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.