En febrero de 2016, Macri le dio un aval a Vidal para encarar su demanda de más dinero
El análisis de Maxi Montenegro sobre el rol del Vidal en el Fondo del Conurbano
Dujovne y Frigerio comunicaron los cambios. Foto: Télam / Candelaria Lagos
Aún resta el acto final, el único que vale y el que requiere el acuerdo de todas las provincias. Pero lo que se vivió ayer en la Casa Rosada fue el preludio del desenlace de un libreto que se empezó a escribir en febrero de 2016, en una reunión reservada en Olivos, en la que Mauricio Macri le dio el aval a María Eugenia Vidal para ir en busca de los millones que reparte el Fondo del Conurbano.
De aquella reunión, que reveló LA NACION, Vidal se llevó un mandato: sumar todo el peso político posible a su reclamo por el fondo, porque los argumentos, por más justos que parecieran, no iban a ser suficientes. El resto de los mandatarios provinciales jamás iban a ceder recursos voluntariamente. Ni siquiera los de Cambiemos. Y Macri no podía justificar otra entrega de fondos como la que había hecho por decreto a la Capital Federal a poco de asumir.
La hipótesis de "un decreto para Vidal" fue agitada en un comienzo, pero la primera vía que Cambiemos exploró fue la legislativa. Había tres alternativas en carpeta. La primera, eliminar el tope del fondo para que Buenos Aires deje de recibir sólo $ 650 millones y pase a repartirse toda la bolsa con el resto de las provincias, según el porcentaje de la coparticipación que le corresponde: 21%. La segunda opción era eliminar el fondo en sí mismo, conformado por el 10% de la recaudación de Ganancias, y que todos sus recursos volvieran a la masa coparticipable. La tercera, más compleja, era invertir el tope: congelar el fondo en los $ 37.000 millones que recaudó en 2015 y entregar a Buenos Aires el excedente.
Prolija, Vidal consiguió que GEN, el massismo e incluso parte del kirchnerismo bonaerense sumaran proyectos de ley para recuperar el Fondo del Conurbano. También fotos y declaraciones de respaldo. No conmovieron a los gobernadores.
Para junio del año pasado, se pasó a la segunda etapa del plan: la Corte Suprema. Vidal comenzó a trabajar con el fiscal de Estado provincial, Hernán Gómez, en una serie escalonada de demandas contra el Estado nacional -pero que terminaban afectando recursos de las provincias- por más de 300.000 millones de pesos. Los gobernadores empezaron a prestar atención.
Las primeras dos demandas, presentadas en julio, apuntaron a recuperar la retención del 15% de la coparticipación derivada a la Anses y el 1,9% de la recaudación aduanera, que se destina a la AFIP. También el reintegro de los fondos resignados desde 2010. Una bolsa total, en ese momento, de $ 48.000 millones.
En agosto, Vidal exigió a la Corte que declare inconstitucional el inciso b del artículo 104 de la ley de impuesto a las ganancias, el que puso el tope de $ 650 millones al Fondo del Conurbano. Pero también el inciso d, que repartía el 4% de Ganancias entre todas las provincias menos Buenos Aires, según el índice de necesidades básicas insatisfechas. Como corolario, Vidal exigió el reintegro de los fondos resignados en los últimos cinco años.
Con el resultado de los comicios de octubre, pero también con la foto de este lunes junto al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, Vidal terminó de cumplir el mandato que Macri le encomendó en la reunión de febrero de 2016. Quizá se hayan excedido un poco: ayer, algunos gobernadores hasta parecían conformes de cederle a Buenos Aires los millones que jamás habían pensado resignar.
Eso no despeja una incógnita: ¿por qué Vidal y Macri no esperaron al fallo de la Corte, que se prenunciaba favorable, para no tener siquiera que negociar con los gobernadores?
Porque era un fallo "imposible", reconocían ayer en La Plata. Hubiera destruido las cuentas de las provincias y, por la misma razón, dejado a los jueces supremos en la mira de los representantes de los gobernadores en el Senado. Pero tampoco Macri hubiera podido afrontar el multimillonario pago del retroactivo exigido por Vidal. El Presidente, además, necesitaba un argumento más para vencer la resistencia de los gobernadores a las reformas fiscales e impositivas. "Fue todo un show, un drama necesario ejecutado con precisión", resumía ayer un funcionario.
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