Ya se ubica entre los cuatro principales exportadores globales, según un informe del Consejo Internacional de Granos.
La Argentina se está volviendo un jugador de peso en el mercado mundial de harina de trigo y, por el aumento de sus ventas al exterior, se ubica entre los cuatro principales exportadores del mundo.
Así lo destaca un trabajo de la publicación del Consejo Internacional de Granos (IGC, según sus siglas en inglés), que informó que el comercio mundial de harina creció 4,5% en el ciclo comercial 2016/2017 por el aumento de las exportaciones en la Argentina, Canadá y Kazakhstán.
Para este período las ventas externas de harina argentina, cuyo principal mercado es Brasil, alcanzan el millón de toneladas, equivalentes a la producción de trigo, esto representa un aumento de 39,4% respecto del ciclo pasado, según el informe del IGC.
El dato parece desmentir las críticas a la "primarización" de las exportaciones argentinas tras la baja de las retenciones al trigo y al maíz dispuestas por el gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2015. Al llevar los derechos de exportación del trigo y de la harina a cero se levantaron algunas voces que alertaron sobre el posible riesgo de alentar las ventas de materias primas en detrimento de aquellos productos con un mayor grado de desarrollo.
Además de la baja de retenciones al trigo, el Gobierno eliminó los cupos a las exportaciones del cereal y de la harina que había instaurado el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno. La otra medida que permitió una recuperación de las ventas externas fue la reinstauración de los reintegros, fijados en el 3% para igualar la desventaja con la alícuota de retención cero que tiene el trigo.
Por las trabas de la administración kirchnerista, hubo una brusca caída de las exportaciones de harina argentina a Bolivia. En 2013 directamente se prohibió la exportación, lo que afectó a la economía del país que preside Evo Morales.
Bolivia ahora es el segundo destino de las exportaciones de harina argentina, con el 45,4% de los envíos en el período enero-mayo de este año.
El informe del IGC, además, es optimista con las perspectivas de las importaciones de Brasil y de Bolivia, los dos principales clientes argentinos. Calculó que sus necesidades de compra llegarán a 1,17 millones de toneladas con un aumento de 130.000 toneladas respecto del informe de febrero pasado.
El socio mayor del Mercosur importará unas 750.000 toneladas, 50.000 más que las previstas en el anterior informe. A su vez, Bolivia importará 340.000 toneladas, 60.000 más que las calculadas hace cinco meses.
Respecto del mercado internacional, el mayor exportador es Turquía, con 4,35 millones de toneladas, por la fuerte demanda de Irak y África subsahariana. Los molineros argentinos sostienen que Turquía se convirtió en un fuerte jugador del mercado debido a un programa de subsidios que le permitió atraer la producción de trigo de Rusia y Ucrania.
En esa región Kazakhstán se convirtió en el segundo exportador mundial y para este año se prevé que sus ventas crezcan 8 por ciento.
Según estimó recientemente el presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli, la Argentina podría exportar dos millones de toneladas de harina.
Una de las limitantes para las exportaciones de harina es la cuestión del flete para llegar a países fuera del área de influencia del Mercosur. El objetivo es incrementar la presencia en Angola, adonde se exportaron 6000 toneladas entre enero y mayo pasados.
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