Por Juan Diego Wasilevsky - iProfesional.com
En la Argentina de estos tiempos, la lógica a veces no funciona. Como por ejemplo que un producto "viaje" unos 8.000 kilómetros y se venda a menor precio. Aceites, galletitas, yogures, conservas y vinos forman parte de los artículos que cuestan más en las góndolas locales que en otros destinos
El problema inflacionario volvió a meterse de lleno en la agenda de la administración kirchnerista, justo en momentos en que, desde distintas consultoras, vienen alertando por el riesgo de una aceleración en el ritmo de suba del índice de precios.
En este sentido, el relevamiento de expectativas de inflación por parte de los argentinos que elabora la Universidad Torcuato Di Tella arroja un incremento esperado del orden del 30% para los próximos doce meses.
El Ejecutivo prefiere no hablar de subas de precios pero sí de metas de crecimiento -si bien la performance de la economía es pobre en comparación con la de otros países de la región que, encima, no padecen el flagelo inflacionario en igual magnitud-.
Sin embargo, paralelamente, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, volvió a recibir órdenes precisas para que ponga manos a la obra y profundice sus controvertidos controles de precios. En este sentido, días atrás el funcionario reunió a directivos de las principales cadenas de supermercados con alcance nacional, entre las que se encuentran Carrefour, Walmart, Coto y Jumbo, con el objetivo de acordar un listado de 300 productos a precios rebajados.
Pese a los muy escasos resultados que logró en los últimos cinco años con su estrategia de consensuar listas de precios, en esta ocasión el secretario le agregó una novedad a su nueva "cruzada antiinflacionaria": un sistema de geolocalización online para que los consumidores sepan en qué locales se pueden conseguir algunas de las ofertas promocionadas.
La nueva canasta acordada por Moreno incluirá productos de limpieza, artículos de tocador, alimentos y bebidas, uno de los rubros que viene presionando con más fuerza al índice de precios, según se desprende de los relevamientos elaborados por las provincias de Tierra del Fuego y de San Luis, que hasta septiembre arrojaron un alza del 15 y 19%, respectivamente.
Difícil de creer pero es así
En este contexto, pese a los esfuerzos por parte del secretario de Comercio Interior, los altos costos en dólares que debe enfrentar la industria local, debido al fenómeno del atraso cambiario -por el cual los precios suben a un mayor ritmo que el movimiento del billete verde-, están generando situaciones que, a primera vista, parecerían inverosímiles.
En efecto: según un relevamiento realizado por iProfesional.com, en momentos en que el Gobierno intenta mantener a raya los precios presionando a las cadenas de retail, en países limítrofes como Uruguay se pueden conseguir productos con el sello "Industria Argentina" a precios más bajos que los que debe pagar un consumidor local en un supermercado porteño, medidos en divisa estadounidense.
En buen romance: que un alimento sea elaborado en territorio nacional no garantiza que éste sea más económico aquí que en el exterior. Por el contrario, en algunos casos, en el propio mercado interno se debe pagar hasta un 50% más que fronteras afuera.
La canasta relevada incluye productos de primera necesidad, tales como yogures y conservas, pasando por aceites, galletitas, golosinas y snacks, tal como se puede observar en la siguiente infografía:
Pero esto no es todo. En la actualidad es cada vez más común encontrar vinos de bodegas nacionales, elaborados en provincias como Mendoza, que terminan costando mucho más caros en un supermercado o en una vinoteca de la Ciudad de Buenos Aires que en mercados ubicados a miles de kilómetros de distancia, tales como Estados Unidos o el Reino Unido, pese a la competitividad natural que posee la Argentina a la hora de proveer con alimentos y bebidas al mundo.
Las diferencias en dólares, que pegan fuerte en los bolsillos de los consumidores argentinos, tal como se puede ver en el siguiente cuadro, llegan a ser del 41%:
Estos casos insólitos de productos argentinos más baratos en el exterior que en la plaza doméstica, se dan a pesar de la fuerte inversión que deben realizar las empresas para exportar y de los costos extra por flete para llegar a los mercados de destino.
En lo que respecta a alimentos, según el relevamiento, realizado en los principales supermercados de Montevideo, es posible encontrar la clásica leche chocolatada Cindor en su envase de 250 cc a un precio de 25 pesos uruguayos, lo que equivale a u$s1,25, tal como se puede ver en el portal de la cadena Devoto.
Como contrapartida, en el portal de venta online de supermercados Disco de la Argentina, ese mismo producto de manufactura nacional se comercializa a un precio de $7,75, es decir, a u$s1,63 al tipo de cambio oficial, lo que arroja una diferencia del 30 por ciento.
En la misma línea, según el catálogo de ofertas de octubre, en las sucursales de Disco del país vecino es posible comprar un yogurt Yogurísimo con cereales a unos 20 pesos uruguayos, equivalente a u$s1.
Sin embargo, en la Argentina, esta cadena de supermercados ofrece este mismo artículo producido localmente a $6,89 (u$s1,45), lo que arroja una diferencia del 45%.
Las brechas de precios que determinan que en muchos casos los consumidores locales deban pagar bastante más que sus pares de otros países -por productos que se fabrican en la propia Argentina y se exportan al mundo-, también alcanzan a otros alimentos de primerísima necesidad, como el aceite.
En efecto, en el país vecino es posible encontrar una botella de 1 litro de aceite de maíz marca Arcor a unos 75 pesos uruguayos (u$s3,80), tal como se puede observar en la web de la cadena Devoto. Como contrapartida, ese mismo artículo "Made in Argentina", en el mercado doméstico se vende al equivalente de u$s4,24, es decir, 44 centavos de dólar más caro que en Montevideo, pese a que en Santa Fe existe el polo aceitero más importante del mundo:
La bebida nacional, más cara
Tal como se mencionó anteriormente, las diferencias de precios también se observan en el negocio vitivinícola. En efecto, en la actualidad es posible encontrar etiquetas elaboradas por bodegas mendocinas que cuestan menos en vinotecas de Estados Unidos que en un local porteño, pese a los miles de kilómetros que debe recorrer por tierra y por mar una botella para llegar a una góndola en Nueva York o a cualquier otra ciudad del país del norte.
Así las cosas, en el portal de ventas número uno de EE.UU. se ofrece un Achaval Ferrer Quimera 2009 a unos u$s45. Como contrapartida, en vinotecas locales esta misma etiqueta, producida por la bodega en el Valle de Uco, cotiza al equivalente de u$s55, al tipo de cambio oficial.
Esto significa que un consumidor de Buenos Aires deberá sacar de su bolsillo un 22% más de dinero para conseguir la misma botella -elaborada a 900 kilómetros de su hogar- que un comprador que viva en Nueva York y que se encuentra a 8.500 kilómetros de Mendoza.
Diferencias más importantes se observan en el caso de Altos Las Hormigas, cuyo vino Reserva Malbec 2009 que en EE.UU. se puede conseguir a u$s29 mientras que en el mercado doméstico tiene un precio sugerido de u$s41.
El atraso cambiario, esa pesada mochila
Para los expertos, el hecho de que los argentinos deban pagar más en dólares por productos nacionales que un extranjero obedece a un cóctel de razones, dominado principalmente por el fuerte proceso inflacionario iniciado en 2007 que no fue acompañado en la misma medida ni por el dólar ni por las mejoras en productividad.
En este sentido, desde Finsoport hicieron hincapié en los costos de producción que impactan en la industria de alimentos, de la mano de altos salarios en dólares. Sucede que, previendo un incremento de 15% en el tipo de cambio nominal durante los próximos doce meses y un crecimiento de la productividad en línea con los años anteriores, las subas en las remuneraciones que se acordaron durante este 2012 "implicarán un deterioro inexorable en la competitividad" de este sector.
La consultora hizo foco especialmente en el rubro alimentos y bebidas de exportación, que se prevé que, al finalizar el año, pase a tener un costo laboral ajustado por productividad un 10% más elevado que en 1998, es decir, que en plena convertibilidad.
En diálogo con iProfesional.com, Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de Fundación ExportAr, aseguró que "por la inflación, casi todas las empresas argentinas están muy complicadas a la hora de competir por precios en el exterior". "En el mejor de los casos, hay firmas que están sufriendo un alza de costos en dólares del 10% anual, por eso ahora la ecuación a muchas les cierra peor que en la época de la convertibilidad. Esto alcanza a cualquier rubro y lleva a que en la Argentina tengas que pagar un artículo electrónico, una prenda o un café el doble que en otros países", disparó el experto.
Esto genera que las empresas ajusten precios en la plaza doméstica pero, a la hora de exportar, muchas no tengan más remedio que resignar rentabilidad o directamente deban vender a pérdida en los mercados externos, donde sus productos deben competir en igualdad de condiciones y los consumidores no convalidan alzas de dos dígitos cada año.
En la misma línea, Horacio Lazarte, economista de Abeceb, aseguró que "cada vez más firmas exportadoras se ven obligadas a vender casi al costo fuera del país para no perder esos negocios que tanto esfuerzo les llevó conseguir. Como en el exterior no se aceptan subas de precios como las que se producen en la Argentina, empiezan a darse casos en los que, si se compara un mismo producto, éste pasa a valer menos afuera que en nuestro propio país", aseguró.
Incluso, los expertos consultados por iProfesional.com destacaron que muchas compañías están tratando de sobrellevar el temporal y no perder a sus clientes importadores que tienen en otros países subsidiando lisa y llanamente el negocio de exportación con los retoques de precios que sí pueden realizar en el mercado local, tal como reconocen muchas compañías bajo estricto off the record.
Esto se da especialmente en el negocio vitivinícola. Al respecto, Javier Merino, director de la consultora Area del Vino, aseguró a este medio que "hay bodegas que, con tal de no perder posiciones, subsidian sus ventas al mundo con las del mercado interno, donde hay mayores posibilidades de modificar los precios. Esto es lo que genera que después un argentino encuentre que un vino nacional esté a menor precio afuera que adentro".
Por su parte, Guillermo Banfi, director de la bodega Sur de Los Andes, aseguró que "algunas empresas han logrado mantener el precio a costa de perder rentabilidad o incluso no ganando dinero ya que pueden compensar con el mercado local, en el cual sí pueden efectuar aumentos. Esto afecta muchísimo a las bodegas chicas que orientaban al menos el 80 o 90% de su producción al mercado exportador. Muchas tendrán dificultades para sobrevivir. Indudablemente se viene una concentración en el mercado. No hay lugar para todos".
Desde Area del Vino alertaron que "las consecuencias de los consabidos problemas de la vitivinicultura argentina llegaron para quedarse. En los primeros 8 meses del año, las exportaciones de vino fraccionado en botella tuvieron una caída interanual en volumen de 1 millón de cajas", equivalente a 12 millones de botellas menos.
En este contexto, Lazarte encendió la luz de alerta, dado que la Argentina -que debería liderar cómodamente en las exportaciones de agroalimentos por su histórico rol como granero del mundo-, está "commoditizando" su oferta exportadora: "La consecuencia del atraso cambiario es que los envíos de vino a granel, que antes representaban el 15%, ahora equivalen al 40%. Evidentemente la industria, en vez de agregar más valor, se está primarizando. Eso implica que muchos procesos que generan empleo, por un tema de costos, ahora se están realizando en el exterior".
Elizondo coincidió: "Lo que estamos viendo en los últimos 36 meses es que, a raíz del atraso cambiario, se desaceleran cada vez más las exportaciones de bienes con valor agregado y sólo siguen creciendo las de productos primarios". Y arrojó un dato más que preocupante: la Argentina en el primer semestre pasó a ser el quinto exportador de la región, "siendo superado no ya por economías mas grandes en tamaño, como Brasil y México, sino también por Venezuela y Chile".
Bajo la óptica de los expertos, en esta ecuación marcada a fuego por el atraso cambiario, todos pierden: las empresas, que exportan con márgenes reducidos o incluso a pérdida, y los argentinos, que deben pagar en dólares mucho más que los consumidores del exterior. Incluso por productos que se fabrican muy cerca de sus hogares.
El problema inflacionario volvió a meterse de lleno en la agenda de la administración kirchnerista, justo en momentos en que, desde distintas consultoras, vienen alertando por el riesgo de una aceleración en el ritmo de suba del índice de precios.
En este sentido, el relevamiento de expectativas de inflación por parte de los argentinos que elabora la Universidad Torcuato Di Tella arroja un incremento esperado del orden del 30% para los próximos doce meses.
El Ejecutivo prefiere no hablar de subas de precios pero sí de metas de crecimiento -si bien la performance de la economía es pobre en comparación con la de otros países de la región que, encima, no padecen el flagelo inflacionario en igual magnitud-.
Sin embargo, paralelamente, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, volvió a recibir órdenes precisas para que ponga manos a la obra y profundice sus controvertidos controles de precios. En este sentido, días atrás el funcionario reunió a directivos de las principales cadenas de supermercados con alcance nacional, entre las que se encuentran Carrefour, Walmart, Coto y Jumbo, con el objetivo de acordar un listado de 300 productos a precios rebajados.
Pese a los muy escasos resultados que logró en los últimos cinco años con su estrategia de consensuar listas de precios, en esta ocasión el secretario le agregó una novedad a su nueva "cruzada antiinflacionaria": un sistema de geolocalización online para que los consumidores sepan en qué locales se pueden conseguir algunas de las ofertas promocionadas.
La nueva canasta acordada por Moreno incluirá productos de limpieza, artículos de tocador, alimentos y bebidas, uno de los rubros que viene presionando con más fuerza al índice de precios, según se desprende de los relevamientos elaborados por las provincias de Tierra del Fuego y de San Luis, que hasta septiembre arrojaron un alza del 15 y 19%, respectivamente.
Difícil de creer pero es así
En este contexto, pese a los esfuerzos por parte del secretario de Comercio Interior, los altos costos en dólares que debe enfrentar la industria local, debido al fenómeno del atraso cambiario -por el cual los precios suben a un mayor ritmo que el movimiento del billete verde-, están generando situaciones que, a primera vista, parecerían inverosímiles.
En efecto: según un relevamiento realizado por iProfesional.com, en momentos en que el Gobierno intenta mantener a raya los precios presionando a las cadenas de retail, en países limítrofes como Uruguay se pueden conseguir productos con el sello "Industria Argentina" a precios más bajos que los que debe pagar un consumidor local en un supermercado porteño, medidos en divisa estadounidense.
En buen romance: que un alimento sea elaborado en territorio nacional no garantiza que éste sea más económico aquí que en el exterior. Por el contrario, en algunos casos, en el propio mercado interno se debe pagar hasta un 50% más que fronteras afuera.
La canasta relevada incluye productos de primera necesidad, tales como yogures y conservas, pasando por aceites, galletitas, golosinas y snacks, tal como se puede observar en la siguiente infografía:
Pero esto no es todo. En la actualidad es cada vez más común encontrar vinos de bodegas nacionales, elaborados en provincias como Mendoza, que terminan costando mucho más caros en un supermercado o en una vinoteca de la Ciudad de Buenos Aires que en mercados ubicados a miles de kilómetros de distancia, tales como Estados Unidos o el Reino Unido, pese a la competitividad natural que posee la Argentina a la hora de proveer con alimentos y bebidas al mundo.
Las diferencias en dólares, que pegan fuerte en los bolsillos de los consumidores argentinos, tal como se puede ver en el siguiente cuadro, llegan a ser del 41%:
Estos casos insólitos de productos argentinos más baratos en el exterior que en la plaza doméstica, se dan a pesar de la fuerte inversión que deben realizar las empresas para exportar y de los costos extra por flete para llegar a los mercados de destino.
En lo que respecta a alimentos, según el relevamiento, realizado en los principales supermercados de Montevideo, es posible encontrar la clásica leche chocolatada Cindor en su envase de 250 cc a un precio de 25 pesos uruguayos, lo que equivale a u$s1,25, tal como se puede ver en el portal de la cadena Devoto.
Como contrapartida, en el portal de venta online de supermercados Disco de la Argentina, ese mismo producto de manufactura nacional se comercializa a un precio de $7,75, es decir, a u$s1,63 al tipo de cambio oficial, lo que arroja una diferencia del 30 por ciento.
En la misma línea, según el catálogo de ofertas de octubre, en las sucursales de Disco del país vecino es posible comprar un yogurt Yogurísimo con cereales a unos 20 pesos uruguayos, equivalente a u$s1.
Sin embargo, en la Argentina, esta cadena de supermercados ofrece este mismo artículo producido localmente a $6,89 (u$s1,45), lo que arroja una diferencia del 45%.
Las brechas de precios que determinan que en muchos casos los consumidores locales deban pagar bastante más que sus pares de otros países -por productos que se fabrican en la propia Argentina y se exportan al mundo-, también alcanzan a otros alimentos de primerísima necesidad, como el aceite.
En efecto, en el país vecino es posible encontrar una botella de 1 litro de aceite de maíz marca Arcor a unos 75 pesos uruguayos (u$s3,80), tal como se puede observar en la web de la cadena Devoto. Como contrapartida, ese mismo artículo "Made in Argentina", en el mercado doméstico se vende al equivalente de u$s4,24, es decir, 44 centavos de dólar más caro que en Montevideo, pese a que en Santa Fe existe el polo aceitero más importante del mundo:
La bebida nacional, más cara
Tal como se mencionó anteriormente, las diferencias de precios también se observan en el negocio vitivinícola. En efecto, en la actualidad es posible encontrar etiquetas elaboradas por bodegas mendocinas que cuestan menos en vinotecas de Estados Unidos que en un local porteño, pese a los miles de kilómetros que debe recorrer por tierra y por mar una botella para llegar a una góndola en Nueva York o a cualquier otra ciudad del país del norte.
Así las cosas, en el portal de ventas número uno de EE.UU. se ofrece un Achaval Ferrer Quimera 2009 a unos u$s45. Como contrapartida, en vinotecas locales esta misma etiqueta, producida por la bodega en el Valle de Uco, cotiza al equivalente de u$s55, al tipo de cambio oficial.
Esto significa que un consumidor de Buenos Aires deberá sacar de su bolsillo un 22% más de dinero para conseguir la misma botella -elaborada a 900 kilómetros de su hogar- que un comprador que viva en Nueva York y que se encuentra a 8.500 kilómetros de Mendoza.
Diferencias más importantes se observan en el caso de Altos Las Hormigas, cuyo vino Reserva Malbec 2009 que en EE.UU. se puede conseguir a u$s29 mientras que en el mercado doméstico tiene un precio sugerido de u$s41.
El atraso cambiario, esa pesada mochila
Para los expertos, el hecho de que los argentinos deban pagar más en dólares por productos nacionales que un extranjero obedece a un cóctel de razones, dominado principalmente por el fuerte proceso inflacionario iniciado en 2007 que no fue acompañado en la misma medida ni por el dólar ni por las mejoras en productividad.
En este sentido, desde Finsoport hicieron hincapié en los costos de producción que impactan en la industria de alimentos, de la mano de altos salarios en dólares. Sucede que, previendo un incremento de 15% en el tipo de cambio nominal durante los próximos doce meses y un crecimiento de la productividad en línea con los años anteriores, las subas en las remuneraciones que se acordaron durante este 2012 "implicarán un deterioro inexorable en la competitividad" de este sector.
La consultora hizo foco especialmente en el rubro alimentos y bebidas de exportación, que se prevé que, al finalizar el año, pase a tener un costo laboral ajustado por productividad un 10% más elevado que en 1998, es decir, que en plena convertibilidad.
En diálogo con iProfesional.com, Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de Fundación ExportAr, aseguró que "por la inflación, casi todas las empresas argentinas están muy complicadas a la hora de competir por precios en el exterior". "En el mejor de los casos, hay firmas que están sufriendo un alza de costos en dólares del 10% anual, por eso ahora la ecuación a muchas les cierra peor que en la época de la convertibilidad. Esto alcanza a cualquier rubro y lleva a que en la Argentina tengas que pagar un artículo electrónico, una prenda o un café el doble que en otros países", disparó el experto.
Esto genera que las empresas ajusten precios en la plaza doméstica pero, a la hora de exportar, muchas no tengan más remedio que resignar rentabilidad o directamente deban vender a pérdida en los mercados externos, donde sus productos deben competir en igualdad de condiciones y los consumidores no convalidan alzas de dos dígitos cada año.
En la misma línea, Horacio Lazarte, economista de Abeceb, aseguró que "cada vez más firmas exportadoras se ven obligadas a vender casi al costo fuera del país para no perder esos negocios que tanto esfuerzo les llevó conseguir. Como en el exterior no se aceptan subas de precios como las que se producen en la Argentina, empiezan a darse casos en los que, si se compara un mismo producto, éste pasa a valer menos afuera que en nuestro propio país", aseguró.
Incluso, los expertos consultados por iProfesional.com destacaron que muchas compañías están tratando de sobrellevar el temporal y no perder a sus clientes importadores que tienen en otros países subsidiando lisa y llanamente el negocio de exportación con los retoques de precios que sí pueden realizar en el mercado local, tal como reconocen muchas compañías bajo estricto off the record.
Esto se da especialmente en el negocio vitivinícola. Al respecto, Javier Merino, director de la consultora Area del Vino, aseguró a este medio que "hay bodegas que, con tal de no perder posiciones, subsidian sus ventas al mundo con las del mercado interno, donde hay mayores posibilidades de modificar los precios. Esto es lo que genera que después un argentino encuentre que un vino nacional esté a menor precio afuera que adentro".
Por su parte, Guillermo Banfi, director de la bodega Sur de Los Andes, aseguró que "algunas empresas han logrado mantener el precio a costa de perder rentabilidad o incluso no ganando dinero ya que pueden compensar con el mercado local, en el cual sí pueden efectuar aumentos. Esto afecta muchísimo a las bodegas chicas que orientaban al menos el 80 o 90% de su producción al mercado exportador. Muchas tendrán dificultades para sobrevivir. Indudablemente se viene una concentración en el mercado. No hay lugar para todos".
Desde Area del Vino alertaron que "las consecuencias de los consabidos problemas de la vitivinicultura argentina llegaron para quedarse. En los primeros 8 meses del año, las exportaciones de vino fraccionado en botella tuvieron una caída interanual en volumen de 1 millón de cajas", equivalente a 12 millones de botellas menos.
En este contexto, Lazarte encendió la luz de alerta, dado que la Argentina -que debería liderar cómodamente en las exportaciones de agroalimentos por su histórico rol como granero del mundo-, está "commoditizando" su oferta exportadora: "La consecuencia del atraso cambiario es que los envíos de vino a granel, que antes representaban el 15%, ahora equivalen al 40%. Evidentemente la industria, en vez de agregar más valor, se está primarizando. Eso implica que muchos procesos que generan empleo, por un tema de costos, ahora se están realizando en el exterior".
Elizondo coincidió: "Lo que estamos viendo en los últimos 36 meses es que, a raíz del atraso cambiario, se desaceleran cada vez más las exportaciones de bienes con valor agregado y sólo siguen creciendo las de productos primarios". Y arrojó un dato más que preocupante: la Argentina en el primer semestre pasó a ser el quinto exportador de la región, "siendo superado no ya por economías mas grandes en tamaño, como Brasil y México, sino también por Venezuela y Chile".
Bajo la óptica de los expertos, en esta ecuación marcada a fuego por el atraso cambiario, todos pierden: las empresas, que exportan con márgenes reducidos o incluso a pérdida, y los argentinos, que deben pagar en dólares mucho más que los consumidores del exterior. Incluso por productos que se fabrican muy cerca de sus hogares.
"...muchas compañías están tratando de sobrellevar el temporal y no perder a sus clientes importadores que tienen en otros países subsidiando lisa y llanamente el negocio de exportación con los retoques de precios que sí pueden realizar en el mercado local..."
ResponderEliminar"...hay bodegas que, con tal de no perder posiciones, subsidian sus ventas al mundo con las del mercado interno, donde hay mayores posibilidades de modificar los precios."
Según rescato de lo entrecomillado, las reglas de juego impuestas hacen que yo deba -a través del precio- financiar el riesgo empresario que le corresponde asumir al dueño de la empresa, y no a mí.
Esta parece ser la justicia social que se desprende del modelo,no?
Cómo era eso de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino?