Por Ricardo Baccarin Para LA NACION (*)
El año que concluyó estuvo signado por un dólar débil en el contexto internacional, circunstancia que determinó firmeza en las distintas plazas de materias primas. Del mismo modo, la debilidad de las tasas internacionales de interés ha venido estimulando inversiones alternativas, alentando a los inversores financieros a enfrentar el riesgo de adquirir commodities .
El año que concluyó estuvo signado por un dólar débil en el contexto internacional, circunstancia que determinó firmeza en las distintas plazas de materias primas. Del mismo modo, la debilidad de las tasas internacionales de interés ha venido estimulando inversiones alternativas, alentando a los inversores financieros a enfrentar el riesgo de adquirir commodities .
Además, existen otros elementos que nos permiten inferir que la demanda de granos proseguirá sostenida en el tiempo, más allá de las lógicas correcciones que se puedan manifestar en el corto plazo:
1.- La tasa de crecimiento en la población mundial. En 2005 el número de habitantes del planeta era estimado en 6500 millones. Para 2050, la ONU estima que esta cantidad podría crecer a 9500 millones. Para ese entonces, la India crecerá el 20% y China, el 4%. Este aumento poblacional generará una demanda de alrededor de 1000 millones de toneladas de granos, como alimento humano o raciones para animales, lo que implica que la producción deberá crecer más de un tercio para atender exclusivamente al aumento en el número de habitantes.
1.- La tasa de crecimiento en la población mundial. En 2005 el número de habitantes del planeta era estimado en 6500 millones. Para 2050, la ONU estima que esta cantidad podría crecer a 9500 millones. Para ese entonces, la India crecerá el 20% y China, el 4%. Este aumento poblacional generará una demanda de alrededor de 1000 millones de toneladas de granos, como alimento humano o raciones para animales, lo que implica que la producción deberá crecer más de un tercio para atender exclusivamente al aumento en el número de habitantes.
2.- La mejora en la calidad de vida. Los ingresos per cápita crecen en el mundo desarrollado, y con ellos la demanda de dietas con mayor cantidad de proteínas. Según la FAO, el consumo diario de calorías en China y la India ha venido creciendo sostenidamente desde principios de los 80 y la mejora en las dietas se está acelerando. Esto implica un mayor consumo de carnes, que en el caso de China emula al comportamiento seguido por Corea del Sur y Japón, veinte años atrás.
3.- La limitación en el uso de la tierra. La urbanización global ha sido la responsable, en gran medida, de la declinación del área agrícola. Desde la década del 60 hasta la actualidad, la superficie global per cápita de tierra dedicada a agricultura se ha recortado a la mitad. Este impacto se ha visto morigerado en gran medida por el increíble crecimiento en los rendimientos unitarios por hectárea, hecho atribuible al desarrollo de la biotecnología.
4.- El cambio climático. En los últimos años, en el mundo se han incrementado los episodios climáticos extremos. El recalentamiento o enfriamiento del océano Pacífico puede tener un marcado impacto en los mercados de granos y energía. En los últimos meses, los sistemas de predicción del clima han dado cuenta del desarrollo de la corriente de El Niño. Resultará importante conocer si este fenómeno se acentuará, pues de eso dependerá en gran medida la tendencia de mediano plazo en el mercado de granos. Un Niño extremo podría incrementar las precipitaciones a niveles no deseados en nuestra región, en contraposición a marcadas reducciones en los niveles de lluvias en países como Indonesia, Malasia, Filipinas, Australia y posiblemente la India. La fuerte variabilidad climática genera mayores riesgos a la actividad agrícola.
5.- La concentración de las exportaciones agrícolas mundiales. En marcado contraste con lo que acontece en los mercados de energía y metales industriales, la actividad mundial de la exportación de granos se encuentra reducida a un escaso grupo de países. Basta citar, por ejemplo, que el 88% de las exportaciones globales de soja son atendidas por Estados Unidos, Brasil y la Argentina. Tailandia, Vietnam y Paquistán representan en conjunto el 64% de las exportaciones mundiales de arroz. El 90% de las exportaciones de aceite de palma son abastecidas por Malasia e Indonesia. Esta última campaña constituyó un buen ejemplo de lo que ocurre cuando un importante proveedor enfrenta inconvenientes de oferta y los precios internacionales se disparan, tal el caso de Brasil con el azúcar y el cacao. En menor medida, la sequía de la Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia generó importantes mejoras en el mercado de soja.
6.- Los biocombustibles. Estados Unidos y la Unión Europea han tomado la decisión estratégica de fomentar el uso de combustibles alternativos. Tanto el cultivo de soja para elaborar biodiésel como el maíz para fabricar etanol sufrirán un fuerte impacto como resultado de la puesta en marcha de esta decisión. En Estados Unidos esta tendencia ya resulta palpable: actualmente se utiliza la tercera parte de la cosecha de maíz para la elaboración de etanol. Esta demanda crecerá a 140 millones de toneladas hacia 2015, lo que requerirá un crecimiento sostenido de la oferta. A mediados de 2010, el gobierno estadounidense aprobará un incremento de la mezcla de etanol en los combustibles del 10 al 15 por ciento.
Algunos de estos elementos y otros factores exógenos, tales como la tasa de inflación y la necesidad de los inversores de continuar diversificando sus carteras mediante la compra de materias primas tal como lo vienen expresando en la última década, auguran un futuro promisorio en la producción de alimentos, actividad en la que la Argentina está posicionada envidiablemente.
(*) El autor es vicepresidente de Panagrícola SA.
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