Editorial del Diario La Nación
La reacción del Gobierno ante un informe del organismo crediticio internacional exhibe debilidad y desubicación
El Ministerio de Economía emitió un comunicado con el propósito de rebatir el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el crecimiento de la economía argentina para 2009. Ese pronóstico formó parte de un informe sobre las perspectivas de la economía mundial que comprendió prácticamente todos los países, sin la intención de concentrarse en alguno en particular. En dicho documento el organismo prevé una caída significativa del PBI en las principales economías del mundo del 1,5 al 2,5 por ciento.
La reacción del Gobierno ante un informe del organismo crediticio internacional exhibe debilidad y desubicación
El Ministerio de Economía emitió un comunicado con el propósito de rebatir el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el crecimiento de la economía argentina para 2009. Ese pronóstico formó parte de un informe sobre las perspectivas de la economía mundial que comprendió prácticamente todos los países, sin la intención de concentrarse en alguno en particular. En dicho documento el organismo prevé una caída significativa del PBI en las principales economías del mundo del 1,5 al 2,5 por ciento.
En el caso de nuestro país, la proyección es de una disminución del 1,5 por ciento para este año. Parecería una cifra optimista si se la compara con los datos y tendencias reales del primer trimestre, que muestran caídas sustancialmente mayores, tanto en la producción industrial como en la agropecuaria, y en la construcción.
El gobierno nacional sobrerreaccionó y se expresó a través de un comunicado del Ministerio de Economía titulado "Los errores del FMI". Allí se critica duramente a este organismo por hacer malas proyecciones de manera sistemática y se lo acusa de haber subestimado en esta oportunidad el crecimiento, como una suerte de venganza o despecho por el hecho de que nuestro país abandonó sus recetas desde 2003.
Para fundamentar que supuestamente nuestra economía crece saludablemente, el Palacio de Hacienda utiliza comparaciones de ventas en supermercados en pesos corrientes, sin corrección por aumentos de precios. A poco que se lo haga con la inflación verdadera, se advierte que esos crecimientos fueron, en realidad, caídas. Se emplea, además, el índice de la demanda de servicios públicos del Indec, de dudosa medición y tal vez el único que muestra algún crecimiento, pero nada se dice de la producción industrial y agropecuaria, que incluso con el manipuleo oficial muestran severas reducciones respecto del año anterior.
El documento oficial abunda en otros argumentos amañados. Se dice, por ejemplo, que el FMI subestimó en cada uno de los últimos años su proyección de crecimiento del PBI para la Argentina. Se hace por ello un cargo, como si el organismo hubiera descreído o deseado peores resultados de los que hubo. Lo que no dice el comunicado oficial es que fue el propio gobierno argentino el que todos los años y oficialmente elaboró su presupuesto con una hipótesis de crecimiento deliberadamente recortada para subestimar los recursos y luego disponer discrecionalmente de los excedentes, merced a las cuestionables delegaciones legislativas derivadas de los llamados superpoderes.
Se sabe que el FMI no pudo realizar su revisión anual de nuestra economía y que a falta de elaboraciones propias, en sus publicaciones, por regla general, acepta los datos y proyecciones oficiales del país. La debilidad y vana intencionalidad del comunicado oficial no escapa al análisis más elemental.
En síntesis, la reacción del Gobierno ante los pronósticos del FMI ha sido desubicada e infantil. No contribuye a ningún fin e implica una pésima señal si se espera que, frente a una realidad descarnada, la política oficial encuentre senderos de mayor racionalidad.
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