(Forbes) - El gigante marítimo de 21.500 toneladas comenzó a construirse en 2007 y hoy se encuentra en su fase final en la ciudad de San Petersburgo.
En Rusia se gesta uno de los proyectos energéticos más audaces y polémicos del siglo XXI: una central nuclear flotante para electrificar zonas remotas del mundo.
Bautizado como Académico Lomonósov en honor al científico ruso del siglo XVIII Mikhail Lomonósov, este gigante marítimo de 21,500 toneladas comenzó a construirse en 2007 y hoy se encuentra en su fase final en la ciudad de San Petersburgo, al noroeste del país.
El proyecto, que comenzará operaciones en 2019, se pensó para abastecer de energía a territorios al norte de Rusia con temperaturas extremas bajo cero, donde el equipo industrial puede trabajar en esas condiciones, explicó a Forbes México un representante de Rosenergoatom, subsidiaria de la corporación estatal rusa, Rosatom.
La embarcación (Rompehielos), que mide 144 metros de largo, 30 de ancho y 10 de alto, albergará dos reactores KLT-40S con una capacidad de generación eléctrica de 35 MegaWatts (MW) cada uno, que abastecerán a la región ártica de Chukotka.
La energía generada por el Akademik Lomonosov alcanza para electrificar 250.000 personas y calefacción para hasta 100,000 personas, según el representante.
Para dimensionar dicha capacidad, la generación de la planta flotante equivale a la de uno de los huertos solares más grandes de México, Eosol TAI en Durango, con 207.000 paneles.
Incluso la central flotante puede ahorrar el uso de 200,000 toneladas de carbón y 100,000 de petróleo, además de aportar otros beneficios, como la desalinización de agua.
El costo de la nave será de 480 millones de dólares (mdd), aunque el precio es para el proyecto concreto en las condiciones del Extremo Norte, reveló Sergey Zavyalov, titular de la administración constructiva de la planta de Rosenergoatom, a la agencia informativa Sputnik.
Miedo sobre las olas
No todo el mundo se muestra entusiasta con el proyecto. Organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y Bellona se han opuesto al Académico ante los riesgos que merodean a una central nuclear flotante.
“La carga del combustible nuclear en el reactor dentro de San Petersburgo pone a la población de una ciudad de millones bajo un riesgo enorme”, afirmó Rachid Asimov, titular del proyecto del programa energético de Greenpeace Rusia, en un comunicado.
Pero la central nuclear flotante es una instalación de energía que corresponde a las normas más estrictas, está bajo el control constante y la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (AIEA, por sus siglas en inglés), brazo nuclear de las Naciones Unidas, asegura a Forbes el vicepresidente de la organización Green Cross International, Mijaíl Rílov.
Esta unidad flotante —que comprende un reactor, una turbina, un generador, que produce la energía eléctrica— se construye alrededor de la misma tecnología que los barcos rompehielos (en términos de dispositivos de energía nuclear) y Rílov no ve ningún problema técnico que podría conducir a averías técnicas. “Si los ambientalistas plantean requerimientos razonables, documentados y lógicos para cualquier condición técnica de las instalaciones en construcción, seguramente buscaremos el compromiso (…) La experiencia ha demostrado que pueden prestar atención a algo que no ha notado el grupo de expertos.”
Gueorgui Tijomírov, catedrático del Instituto de Ingeniería y Física de Moscú, explicó a la agencia EFE que los reactores están en bloques compactos y autónomos, y no son como los de Chernóbil. Además, el académico descartó una potencial amenaza terrorista, pues las instalaciones nucleares cuentan con altas medidas de seguridad para impedir el acceso a materiales fisibles. “Por el momento, no habido ataques contra instalaciones nucleares. Chukotka es además un lugar muy seguro, ya que está muy alejado”, añadió.
Más allá de Rusia
El representante de Rosenergoatom comentó que hay interés de otros países por la planta nuclear flotante, particularmente en Asia.
Uno de los lugares donde puede funcionar es en Indonesia, ante la geografía entre islas del país y su necesidad eléctrica. Esa posibilidad se ajusta con el interés de Rosatom por nuevos mercados.
Para 2030, la empresa estatal de Rusia espera que 65% de su facturación provenga de negocios internacionales y el 35% restante se obtenga desde Rusia. “Vamos a aumentar nuestros ingresos de exterior, que el año pasado subieron 49%. Históricamente, hemos establecido la tarea para que en 2030 llegué a dos tercios del total, pero pienso que vamos alcanzarla antes de lo previsto”, añadió Kirill Komarov, director general adjunto primero y director del bloque de desarrollo y negocios internacionales, durante su participación en el foro Atomexpo 2017 en Moscú.
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