Por Diego Cabot - LA NACION
Un engorroso trámite burocrático y la discusión sobre la desafectación del uso militar a la estación aérea amenazan con trabar la iniciativa
El Palomar, el aeropuerto alternativo que podría ser la puerta de entrada para las líneas aéreas de bajo costo, está sumido en medio de un debate burocrático que podría demorar la prometida puesta a punto de la terminal.
Por un lado, hay una cuestión regulatoria. El Gobierno quiere usar esa pista para generar una operación que se sume a Aeroparque y a Ezeiza. Pero no todo es tan sencillo en la Argentina de los expedientes de papel. Hasta ahora, El Palomar está destinado a uso militar y administrado por la Fuerza Aérea. Eso debería cambiar para poder avanzar.
Entonces llega la primera discusión burocrática. Una parte de los expertos, y del Gobierno, cree que hay que desafectar la terminal del uso militar para ponerla a disposición de la aviación civil. Esta corriente dice que es necesario un decreto presidencial para cambiar el uso del predio y, recién después, someterlo a un proceso de inversión para que pueda operar. "Puede ser una de las salidas, pero todo está en estudio", dijo una fuente del Ministerio de Transporte.
La otra mitad dice que no es necesario ese paso burocrático ya que el aeropuerto tiene la calidad de "aeródromo público" y que por lo tanto, no es necesaria el cambio de afectación.
Aeropuerto del Palomar. Foto: Archivo
En lo que no hay discusión es en el hecho que El Palomar, ubicado a 14 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, no está dentro del Sistema Nacional de Aeropuertos. ¿Qué significa esto? En la Argentina existen poco más de 450 aeródromos de los cuales 54 forman el sistema nacional. Ese es el universo de los que están bajo la órbita del órgano de control. De ese número, 33 están concesionados a Aeropuertos Argentina 2000, tres a otras empresas y el resto, no están entregados a la gestión privada.
Fuera de ese ámbito están los otros 400 aeropuertos entre los que se cuentan los militares, como El Palomar. El trato de la inversión privada a uno y a otro es distinto. Los primeros podrían ser concesionados con un proceso tradicional de licitación; respecto de los segundos, no hay nada escrito ya que allí sólo llega la inversión pública.
En el Gobierno se preguntan cómo desatar esta cuestión como para poder acercar al predio, que está unido a la Ciudad por el ferrocarril San Martín, la inversión privada. "Quizá haya que ponerlo dentro del Sistema Nacional de Aeropuertos", dijo una fuente que está sobre este expediente. Para esto sí se necesitaría un decreto presidencial.
Según cuentan en el Gobierno, la solución que más seduce es entregar el predio, o parte de él, a una iniciativa privada que desembolse la inversión para el desarrollo de tráfico de pasajeros. A cambio, claro está, se hará cargo de la concesión por un tiempo.
Sin embargo, no son pocos lo que se preguntan si una concesión de este tipo no tendría que pasar por un proceso licitatorio más profundo que le entregue más estabilidad jurídica al asunto. Saben, además, que la judicialización que ha sufrido todo el proceso de ampliación de oferta de vuelos domésticos es un antecedente que no se puede ignorar a la hora de pensar este tipo de proyectos de obra. Ninguno de estos procedimientos tiene los tiempos que pretende el mercado y el Gobierno.
Pero aún resuelto este asunto, la Argentina, como miembro signatario del convenio de Chicago, que le dio origen a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), debe notificar al organismo la certificación de una nueva terminal aérea. Entonces, iniciará un nuevo expediente en el que se controlará que todas las normas internacionales de seguridad se cumplan en El Palomar. Son procesos largos.
Hay un tema más. La pregunta que se hacen varios dentro y fuera del Gobierno es qué hará Aeropuertos Argentina 2000, la empresa de Eduardo Eurnekian. El principal concesionario de estaciones aéreas ha dejado trascender que se va a oponer judicialmente a la instalación de un nuevo aeropuerto en el área que sirven Ezeiza y Aeroparque, dos estaciones que maneja. Sin embargo, esta es la última amenaza al proyecto, antes deberá desenredarse una monumental madeja burocrática.
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