Sin duda alguna, la guerra en su carácter de actividad social compleja moviliza todas las fuerzas de los pueblos que deben enfrentarla. Amantes como nos reconocemos de la paz, no podemos reconocer la validez del viejo dicho latino “Si vis pacem para bellum”.
Pero la guerra es también un fenómeno en constante evolución. Lejos han quedado los días en que las naciones se enfrentaban por años sobre campos yermos tras largos períodos de preparación y movilización. Hoy, las crisis y los conflictos han reemplazado a las largas campañas y ninguna fuerza armada del mundo pretende ser efectiva si en cuestión de horas no se encuentra en el lugar y en el momento decisivo para conjurarla.
Esto ha llevado a que las pesadas Fuerzas Armadas del pasado se hayan convertido en las ligeras fuerzas expedicionarias de hoy. En forma paralela se han reducido los preparativos en tiempos de paz necesarios, no sólo para emplear esas fuerzas con el mínimo de los preavisos, también para sostenerlas sobre el terreno.
Por otro lado, la masa de los países de nuestra región sudamericana coincide en que los principales problemas actuales en materia de defensa y de seguridad no provienen de ataques militares externos, sino de nuevos y complejos fenómenos, como el crimen organizado y sus subsidiarias de narcotráfico, el tráfico de personas y el contrabando.
Todas ellas actividades de carácter transnacional llevadas a cabo por actores no estatales que son los responsables primarios de la violencia, la inseguridad y desestabilización de las instituciones políticas.
Como si esto fuera poco, el innegable incremento en la intensidad y en la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos por una creciente incidencia del cambio climático y que asolan a las poblaciones civiles, está obligando a un progresivo pero siempre mayor empleo de medios militares de uso dual en la mitigación de estos fenómenos.
Operaciones de amplio espectro
La combinación de los tres factores mencionados ha obligado a que las Fuerzas Armadas, que quieren mantener el paso de las exigencias de la época que les toca vivir, hayan adoptado el concepto de “operaciones militares de amplio espectro”.
Ya no se trata sólo de hacer a la guerra en un lugar desolado contra una fuerza militar invasora, pues hoy también deben estar en capacidad de llevar ayuda humanitaria a lugares alejados, colaborar con las autoridades civiles en la mitigación de los efectos de desastres naturales y emergencias o conformar una fuerza multinacional en el marco de una operación de paz compleja en un lejano país, pero que afecta a la paz y a la seguridad mundial.
Pese a la evolución en la concepción de las operaciones, la logística necesaria para mantenerlas y apoyarlas no ha acompañado a esta tendencia. Bajo la premisa de la corta duración de las mismas, se han dejado de lado las tareas vinculadas con la movilización de los componentes del potencial nacional y que eran un lugar común en el pasado.
Sin embargo, es cada día más evidente que su repetida frecuencia, así como del largo alcance necesario para apoyarlas, exige disponer de mecanismos de movilización.
Dos leyes que no se cumplen
La Ley 23.554/88 de Defensa Nacional, en los artículos 45 y 46 inciso C, estableció que el Consejo de Defensa Nacional debía elevar en un plazo de 365 días un anteproyecto sobre organización territorial y movilización para la defensa, lo cual no se concretó. Así, la Argentina quedó desposeída de un instrumento fundamental que le permitiera organizar sus recursos ante las necesidades emergentes de situaciones de guerra, conflicto o crisis.
Por su parte, el artículo 4, inciso D de la Ley 24.948/98 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas, establece que dicha reestructuración debe asegurar las previsiones políticas, estratégicas, logísticas y de movilización que permitan, ante situaciones de crisis, incrementar en plazos cortos las capacidades operativas de nuestras Fuerzas Armadas.
Como consecuencia de estas omisiones, la República Argentina carece de un instrumento legal que permita la movilización de los componentes de su potencial nacional en caso de guerra, conflicto o crisis, pues la Ley de Movilización Argentina Nº 17.649/1968 fue derogada por la Ley de Defensa Nacional 23.554/88.
Por eso proponemos que se cumpla con la exigencia impuesta por la Ley de Defensa Nacional y que el Ministerio de Defensa dirija y coordine la tarea de formular una política de movilización y elabore un Plan de Movilización Nacional, para el caso de guerra, conflicto y crisis.
La evolución de los conflictos, entre ellos la guerra, y la cada vez más frecuente presencia de crisis, obligan a las Fuerzas Armadas y a los organismos vinculados con ellas a una constante adaptación que les permita contar con las capacidades necesarias para enfrentarlos.
Estas capacidades deben incluir, en orden de importancia, a su personal, a su doctrina de empleo y al material con el cual están equipadas.
Por personal, no sólo entendemos a aquel que integra a estas fuerzas en roles combatientes, sino también, especialmente, a aquel que en su condición de civil forma parte de dichas organizaciones o que, llegado el momento, puede llegar a ser movilizado para integrarlas.
Por doctrina entendemos, especialmente, al marco legal que permita la movilización efectiva de todos los recursos del potencial nacional que pueden llegar a ser empleados en las situaciones mencionadas.
Y por equipamiento entendemos no sólo al material de uso militar, sino a aquel, especialmente de uso dual y que presta utilidad, tanto en situaciones de conflicto bélico como de crisis.
La efectiva previsión de estos tres factores nos permitirá sortear de la mejor forma posible las exigencias cada vez más complejas que nos plantean las situaciones que impliquen el uso de las Fuerzas Armadas en sus operaciones de amplio espectro. Pues muchas veces serán sólo ellas las que dispongan de los medios y de la cultura organizacional necesarios para enfrentarlas.
Por el Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.
Fuente: http://www.ciudadanodiario.com.ar/o/2017-5-26-11-43-32-las-fuerzas-armadas-y-la-movilizacion-del-potencial-nacional
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