Por Alexander Neill - BBC (Investigador senior del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos - Asia).
El orgullo de la fuerza naval de Japón, el JS Izumo, realiza estos días un viaje sin precedentes por aguas asiáticas que se extenderá durante los próximos tres meses. El JS Izumo puede transportar hasta 20 helicópteros sobre su cubierta expandible.
El Izumo es el barco más grande construido por Japón desde el final de la II Guerra Mundial y se parece mucho a un portaviones. Ya ha participado en la primera exhibición de barcos de guerra de Singapur, un encuentro internacional en el que flotas procedentes de Asia y de más allá se reúnen para demostrar sus capacidades.
Hay un creciente apoyo en Japón a favor de una respuesta más contundente ante las frecuentes muestras de poder que los militares de China realizan en torno a las aguas japonesas, por lo que las Fuerzas de Autodefensa de Japón se han vuelto cada vez más activas en la región.
Todo esto forma parte de los planes del primer ministro Shinzo Abe de aflojar las limitaciones constitucionales que actualmente restringen el papel de las Fuerzas de Autodefensa de Japón.
El mar es el tablero en el que ahora se juega esta partida.
Entre China y Japón hay antiguos agravios que alimentan las mutuas suspicacias. Los oficiales de la Armada de Japón son cuidadosos al describir la nave como un "destructor portahelicópteros", con capacidad para albergar más de 20 helicópteros en su pista de despegue expandible, con lo cual minimizan cualquier capacidad ofensiva vedada por la actual Constitución del país.
Con la narrativa del sufrimiento y de la humillación sufrida por China a manos de las fuerzas imperiales japonesas durante la II Guerra Mundial como telón de fondo, el tránsito del Izumo a través del Mar de la China Meridional es un asunto particularmente delicado para Pekín. En especial, dado el abierto apoyo dado por Tokio a la decisión de la Corte Permanente de Arbitraje en contra de las reivindicaciones territoriales que China ha querido realizar en una porción importante de ese mar.
El aumento de las operaciones navales de Japón en el Mar Meridional de China y más allá también es una respuesta a una creciente preocupación para Tokio: la incansable búsqueda por parte de China de dominar las aguas que rodean a Japón. Los chinos que critican la modernización de la Armada japonesa señalarán que con apenas unos ajustes menores, un barco como el JS Izumo podría transportar modernos aviones caza con capacidad de despegue vertical, incluyendo el caza furtivo F35.
Para China, por tanto, el Izumo y las últimas adquisiciones de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón simbolizan el inicio de una nueva era de expansionismo militar impulsado por el gobierno de Abe y un doloroso recordatorio del sufrimiento y la destrucción causados por la poderosa flota japonesa durante la II Guerra Mundial.
Para las fuerzas navales japonesas, sin embargo, los barcos impresionantes como el Izumo tienen un doble propósito. Son un símbolo del deseo del ministerio de Defensa del país de hacer mayores contribuciones a la seguridad regional e internacional y un ejemplo de la contribución nipona a su alianza con Estados Unidos.
Esto quedó demostrado recientemente cuando el Izumo escoltó a un barco de abastecimiento de la Armada de Estados Unidos durante una maniobra conjunta no catalogada como ejercicio militar, al amparo del revisado artículo 9 de la Constitución de Japón que prohíbe la guerra como mecanismo de solución de disputas.
La industria de defensa de Japón, que durante largo tiempo ha estado constreñida por la Constitución pacifista de Japón, ahora se siente en condiciones de competir por contratos militares en el extranjero.
Hace dos años, el nuevo avión de patrullaje marítimo de Japón, el Kawasaki P-1, voló todo el camino hasta la feria aérea de Farnborough, en el norte de Inglaterra, para una exhibición ante el ministerio de Defensa británico.
De Igual modo, el año pasado, la empresa de industrias pesadas Mitsubishi hizo campaña para convertirse en proveedora de la nueva generación de submarinos para la Armada de Australia.
En los últimos años, la Guardia Costera y la Armada de Japón han estado bajo una presión creciente para responder a una campaña de incursiones de China en las aguas territoriales niponas y al tráfico frecuente de barcos y aviones a través de los numerosos estrechos del archipiélago japonés.
Un punto fundamental de esta rivalidad son las disputadas islas Senkaku, conocidas como Diaoyutai en chino.
Hasta 2012, cuando el gobierno japonés compró estas islas a sus propietarios privados, los barcos de las autoridades chinas rara vez entraban en las aguas territoriales japonesas. La ira de China por la adquisición del gobierno nipón fue el detonante de continuas incursiones cuya frecuencia ha llegado a ser de hasta de tres veces en un mismo mes. Las islas Senkaku han sido un motivo de tensiones entre China y Japón.
Dos años más tarde, las autoridades marítimas de Japón se alarmaron al detectar armamento en los barcos de la Guardia Costera de China. Así como al ver que fragatas y destructores de la Armada china estaban siendo transformados en barcos policiales. Recientemente, ese tipo de embarcaciones han aumentado su tamaño de 3.000 o 4.000 toneladas a naves de 10.000 toneladas.
Mientras en 2012 los guardacostas de China y Japón tenían aproximadamente el mismo número de barcos, 40 versus 51 respectivamente, el gobierno nipón estima que para 2019 las cifras favorecerán significativamente a China, país que dispondrá de 165 embarcaciones que casi triplicarán las 65 niponas. Al mismo tiempo, ha habido un incremento de incidentes preocupantes en los últimos años.
En junio de 2016, el destructor japonés Setogiri avistó a una fragata de la Armada china ingresando en la zona contigua alrededor de las islas Senkaku al mismo tiempo que había barcos rusos transitando por las mismas aguas. Ese mes, barcos chinos utilizados para recolectar información de inteligencia incursionaron en el mar territorial de Japón, por primera vez cerca de las islas Kuchinerabujima y Yakushima así como en las aguas al sur de las islas Senkaku.
Un episodio particularmente inquietante se produjo a inicios de agosto de 2016, cuando un barco guardacostas chino escoltó a 300 pesqueros con bandera de ese país que incursionaban en torno a las islas Senkaku. Durante cuatro días consecutivos, un total de 15 naves de la Guardia Costera china, la mitad de ellos armadas, volvieron a adentrarse en esas aguas. El ministerio de Defensa de Japón sospecha que muchos de esos pesqueros chinos pertenecían a la milicia naval.
Al mismo tiempo, el número de intervenciones de aviones japoneses para alejar a aeronaves chinas alrededor del Mar de la China Oriental y en torno a las islas Senkaku se ha incrementado de forma dramática, superando incluso el récord de 994 en un año, alcanzado durante la Guerra Fría.
Las islas Senkaku, conocidas en China como Diaoyutai, se ubican cerca de una zona donde se cree puede haber reservas de hidrocarburos.
Los cazas patrulleros japoneses también se han enfrentado a un comportamiento desafiante por parte de los pilotos de la Fuerza Aérea de China, que se asemejan mucho al creciente número de peligrosos encuentros entre aviones militares chinos y estadounidenses sobre el Mar Meridional y el Mar Oriental de China.
El último elemento de la inmersión de China en el Mar Oriental es la construcción unilateral de 12 nuevas plataformas gasíferas junto a la línea geográfica de equidistancia entre ambos países, en un área que ambos acordaron desarrollar conjuntamente.
A Japón le preocupa que los radares desplegados por China en algunas de las plataformas puedan ser usados para dar apoyo a operaciones militares. Para el primer ministro Abe, el Izumo es un instrumento militar que podría ser desplegado gracias a su propuesta reciente de cambiar la Constitución de Japón para permitir una posición más proactiva en materia de defensa.
Ese despliegue de barcos japoneses en zonas alejadas del país y junto a las naves de la Armada estadounidense ayudaría también a responder a los llamados del presidente de EE.UU., Donald Trump, para que sus aliados se hagan cargo de una mayor parte de los costos de defensa. Pero, sobre todo, el gobierno de Japón lo ve como un vínculo directo con el comportamiento de China en el Mar Meridional y en el Mar Oriental.
El amplio y mantenido despliegue de barcos japoneses en toda la región, por tanto, destaca las constantes exigencias de Shinzo Abe para que China se apegue a "un orden internacional basado en reglas", entre las cuales se incluye la libertad de navegación en aguas internacionales.
Sin embargo, para Pekín este llamado a un orden basado en reglas es simplemente un disfraz para la perpetuación de la hegemonía regional de Estados Unidos y para lo que los líderes chinos describen como una forma de pensar obsoleta y propia de la Guerra Fría.
China tiene su propia visión para la seguridad regional y un nuevo plan geoestratégico que la acompaña y que se encarna en la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, a través de la cual ofrece una alternativa al dominio estadounidense en la región. Para que la nueva Ruta de la Seda marítima de China sea un éxito, necesita asegurar los mares en sus propios términos, pero eso significa que aumenta significativamente el potencial para una escalada sin control entre Pekín y Tokio.
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