Por Daniel Gallo - LA NACION
En dos meses hubo ocho casos en los que los delincuentes tenían fusiles o ametralladoras.
Material que era vendido a narcotraficantes en Rosario. Foto: Ministerio de Seguridad Santa Fe
A fines de marzo, cuando la policía santafecina abrió el baúl de un auto recién decomisado, en Rosario, quedó en evidencia que las bandas criminales están en busca de mayor poder de fuego. Junto a una pelota de fútbol había municiones, un rifle con mira telescópica y tres granadas lanzables desde un FAL. En ese caso se trató de una frustrada venta de armamento para un grupo dedicado al narcomenudeo. Pero la situación se repite en las principales ciudades argentinas y causa preocupación a las autoridades. A partir de entonces se registraron al menos otros siete hechos en los que delincuentes de toda clase aparecieron con ametralladoras en sus manos, en la ciudad de Buenos Aires, el conurbano, Mar del Plata, Paraná y Córdoba.
La más reciente demostración de tamaño poder de fuego criminal se produjo el miércoles pasado en la autopista Buenos Aires-La Plata, donde un grupo comando acribilló a dos policías con disparos de ametralladora y de FAL para robar los 11 millones de pesos que transportaban dos empleados de una financiera.
Según especialistas en seguridad consultados por LA NACION, algunas bandas buscan, con este aumento en la capacidad de fuego, ostentar poder, en especial, ante bandas rivales. En tanto, la especulación es que el origen principal de esas armas es el histórico saqueo "hormiga" de los arsenales de las fuerzas de seguridad y militares.
Los principales referentes en temas de seguridad de Pro, el PJ y el kirchnerismo ya escucharon las advertencias de funcionarios de Río de Janeiro sobre su experiencia ante el uso de armas automáticas. En las favelas cariocas la tasa de homicidios creció rápidamente cuando las bandas consiguieron un fuerte poder de fuego para saldar sus disputas. Y se tardó años en revertir un problema que aquí empieza a presentarse ahora.
Ostentación
La búsqueda de armamento por parte de bandas narco sería, en opinión de importantes especialistas en seguridad, para ostentar fuerza frente a otros grupos criminales y para proteger de competidores sus propias zonas de acopio y venta de drogas. Consideran que es así por la forma en que se organizan esas bandas, con cadenas de mando endebles y uniones territoriales que no les permiten tomar posiciones con más de una o dos rutas logísticas y una zona de comercialización.
Fue el caso de la banda que acopiaba grandes cantidades de cocaína y marihuana en Itatí, Corrientes, y comercializaba esa droga al menudeo en la porteña villa Zavaleta. A los 40 detenidos de esa organización se les secuestraron varios fusiles automáticos y seis pistolas con silenciadores.
A mediados de abril, la Policía Federal atrapó a una banda que hacía entraderas en los barrios porteños de Palermo, Villa Crespo y Liniers. Para ejecutar esa clase de robos bastante comunes, en los que las víctimas no suelen reaccionar, los delincuentes utilizaban dos ametralladoras y una escopeta. Ellos también tenían pistolas con silenciadores.
En Paraná, un móvil policial comprobó que los delincuentes comunes -a diferencia de los narcos- no tienen problemas en disparar cuando son rodeados. Cercados en una investigación policial por hurto de motocicletas, los sospechosos vaciaron un cargador de su ametralladora FMK3 antes de fugarse.
En el conurbano también se produjo un tiroteo que enfrentó a policías contra una banda de secuestradores que disparaba con una ametralladora. Un operativo cerrojo de patrulleros en Burzaco terminó con el enfrentamiento y con cuatro delincuentes arrestados. En tanto, en Moreno fue detenido en posesión de una ametralladora un hombre acusado de robo en viviendas rurales. Queda a la vista que ese poder de fuego ya no está reservado a bandas que procuran dar con blancos millonarios. Es más, en Mar del Plata, en los últimos días, se usó una ametralladora para robar a los pasajeros de un colectivo. Casi al mismo tiempo, en Córdoba, otra FMK3 apareció en manos de simples motochorros.
El abastecimiento ilegal de municiones no sería un problema para los delincuentes. No está aún determinado cuántas balas desaparecieron de los depósitos de Fabricaciones Militares en Santa Fe; se estima que habrían sido 26.000. Sí hay pistas sólidas de su destino: las bandas criminales. El ministro de Seguridad santafecino, Maximiliano Pullaro, llevó al Ministerio de Defensa de la Nación pruebas de esa situación. En allanamientos de viviendas vinculadas con la banda Los Monos se encontraron cajas de balas 9 mm con las inscripciones de la Fábrica Militar Fray Luis Beltrán.
A fines de mayo, en un control de ruta en la localidad cordobesa de Sinsacate, un grupo de gendarmes encontró 50.000 cartuchos de escopeta 20/70 que eran transportados en forma irregular. Municiones y armas más potentes circulan al alcance de delincuentes de todo nivel.
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lunes, 6 de junio de 2016
Grupos comando y narcos usan cada vez más armas de guerra
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