Por Edgardo Aguilera - Ambito.com
A 7 años del último encuentro de alto nivel en materia de Defensa, el lunes la Argentina y Estados Unidos recuperan el diálogo estratégico en oficinas de Washington. Durante tres días, Ángel Tello, secretario de Estrategia y Asuntos Militares, recorrerá los pasillos interminables del Pentágono hasta la sala de reuniones próxima al despacho de su anfitrión, Robert Work, segundo del secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter.
El último cónclave bilateral tuvo lugar en 2009, en Buenos Aires, durante la gestión de Nilda Garré. Luego el amor se volvió espina de tuna con Estados Unidos. La asunción de Macri modificó el escenario y tras la visita de Barack Obama en marzo pasado retornó el diálogo en temas sensibles de estrategia y cooperación militar.
El enviado del ministro Julio Martínez lleva una agenda acotada al formato de los subgrupos en que se debate; operaciones de paz, logística y obtención de medios, ayuda humanitaria, ciencia y tecnología y formación civil y militar.
El Pentágono pedirá lo de siempre: mayor compromiso en la lucha contra el narco, instancia que por la normativa vigente en la Argentina no puede avanzar más allá del empleo de las Fuerzas Armadas en logística y apoyo de las de seguridad. También que el país adhiera, ponga tropa, a alguna misión de paz en África y se comprometa a participar de la misión de garante de la paz cuando Colombia llegue a un acuerdo sobre el enfrentamiento de décadas entre Gobierno y terroristas.
Tello sondeará si hay flexibilidad económica para acceder a cazas Northrop F-5 y entrenadores Mentor T-34 C para la Armada Argentina. El F-5 es un bimotor supersónico de la década del 60, surgió ahora como opción de transición para reemplazar al desprogramado Mirage. Disponer de este avión encuadraría en la visión de balance de poder regional que siempre mira Estados Unidos a la hora de ceder material bélico. Brasil tiene F-5 en servicio y también Chile. En la actualidad dos pilotos argentinos se desempeñan como instructor de F5 en una base del Ejército del Aire español.
El ajuste en las cuentas fiscales que dispuso Macri obligó a bajar las aspiraciones de contar con máquinas más actualizadas. Atrás quedó aquel pedido de disponibilidad y precio de un escuadrón de cazas F-16 que se encaminó por nota fechada el 27 de julio de 2015 al embajador norteamericano Noah Mamet. La pieza, amen de trámite formal, abrió el camino a la participación e interlocución del Departamento de Estado (cancillería estadounidense) con la Defensa criolla.
En la práctica local diplomacia y defensa son rectas paralelas que nunca se tocan, salvo acciones de un facilitador, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, mano derecha de Marcos Peña y en camino a reemplazar a Susana Malcorra. El 15 de abril pasado, Rose Gottemoeller, subsecretaria de Control de Armas y Seguridad Internacional del Departamento de Estado pasó por Buenos Aires en visita oficial al Ministerio de Defensa. Dio el puntapié inicial a los temas de agenda que debatirá Tello con sus pares del Pentágono y, de su cosecha, ofreció medios y equipos para la ayuda humanitaria, entre ellos aviones de transporte .
Hay antecedentes que abonaron las mieles actuales. Conversaciones ocurridas en 2015 entre la secretaria de la Fuerza Aérea estadounidense, Deborah James, y jefes aeronáuticos: el extitular de la Fuerza Aérea, brigadier general Mario Callejo y el ex director de Material, brigadier Exequiel Gil. Se dieron en el marco del plan de modernización de Hércules C-130 que contrató la fuerza vía el programa oficial FMS (Foreign Military Sales) un formato de ayuda oficial a países amigos por el que se consiguen beneficios en precios para compras y servicios destinados a fuerzas armadas. El 4 de abril pasado la secretaria James visitó el Edificio Cóndor, sede del comando de la Fuerza Aérea Argentina.
Las charlas fueron más allá del tema específico del Hércules, se abrió camino a la posible venta de cazas F-16 en reemplazo del Mirage, alternativa que Tello, in voce, modificará por los F-5.
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