Los dos submarinos nuevos tipo Scorpene construidos para Chile por el consorcio franco-
español DCN/IZAR debieron ser apertrechados con equipos alemanes. Pero avanzada la construcción de las naves, y solicitados los equipos, los ejecutivos de los astilleros HDW de Alemania le hicieron saber a los del consorcio que sus vituallas de guerra solo se negociaban para submarinos alemanes.
Más allá del desplante, los chilenos dieron luz verde a la culminación de la construcción de los dos submarinos con otros sistemas. Pero cuando uno de las naves, el O’Higgins, hacía sus primeras prácticas el 2005 cerca de las costas de Francia, casi se va de pique con una inclinación o escorado de 60º. Luego vino lo peor. Ya en Chile fue llevado a dique seco en febrero del presente año, luego de apenas 14 meses de operación. Mala señal para un submarino recién construido. Este es el resumen de un trabajo más extenso del autor (NdR).
En diciembre de 1997, cuando el gobierno chileno de Eduardo Frei decide la compra de dos submarinos nuevos clase Scorpene, estas naves solo existían en l
as computadoras de diseño del inestable consorcio DCNS/NAVANTIA, un “joint venture” franco-español que luego se llamó DCN/BAZAN y más tarde DCN/IZAR.
El estado chileno desembolsó 800 millones de dólares para la compra de dichas máquinas, agregándole el costo de los misiles Exocet SM-39 a 3 millones cada uno. El fabricante afirma que cada submarino puede llevar 18; entonces el número mínimo de adquisición será de 36 misiles (sin contar reserva o los adquiridos para los aviones Orión P-3), lo que implica 108 millones más; pero sumando los 36 torpedos Black Shark y equipos adicionales, la cifra puede sobrepasar los 1,000 millones de dólares.
Chile firmó un contrato de “riesgo de prototipo” mediante el cual recibiría 3 millones de dólares de regalías por las futuras ventas de las naves a otras naciones. Hasta el momento solo han logrado un “descuento” de 24 millones de dólares por los pedidos que han realizado las armadas de Malasia y la India.
Pero los problemas empiezan aquí. La exigencia inicial de la armada de Chile era lograr el equipamiento de los Scorpene con los sistemas alemanes (del Clase 214), tecnología a la que ya están acostumbrados en sus modelos Clase 209-1400 (motores, control de combate, sonares, etc). El consorcio franco-español accedió inicialmente al pedido.
Luego de la firma del contrato y cuando ya habían pasado varios años de la construcción, el consorcio franco-español tuvo que anunciar a la armada chilena la imposibilidad de apertrechar los Scorpene con equipos alemanes.
Los astilleros de Howaldswerke de Kiel (HDW, Alemania) le indicaron al referido consorcio que los equipos alemanes solo son negociados para submarinos alemanes. En pocas palabras, los mandaron a rodar. Ante este problema, el consorcio tuvo que iniciar el diseño y fabricación de los sistemas desde cero, nueva experiencia para el consorcio y con el beneplácito del alto mando naval chileno. Chile se arriesgaba a equipar un submarino prototipo con equipos también prototipos, y la construcción continuó.
El primer submarino, el SS O’Higgins fue botado en Cherburgo en noviembre del 2003. Un año más tarde, en noviembre del 2004, realizó la primera prueba de disparo (SUT y torpedos). En enero del 2005, el submarino estuvo realizando pruebas de mar cerca de la costa de Francia, y cuando intentó emerger sufrió un escorado de más de 60º de inclinación. Según los expertos este es un incidente muy grave.
El escorado puede producir daños en efecto graves a las baterías derramando el electrolito, además de otros daños a los equipos de abordo. Esto fue informado muy escuetamente por la marina chilena el día 12 de enero. El incidente provocó serias reacciones entre la clase política austral, aunque no fue reflejada en la prensa de ese país. En el momento del incidente, la tripulación chilena gobernaba el submarino bajo la supervisión de técnicos franceses. Pero no trascendió si el incidente fue producto de una falla humana o de los equipos de navegación automatizados del submarino.
Según nuestras fuentes en Chile, el O’Higgins fue llevado a dique seco en el mes de febrero del presente año, luego de apenas 14 meses de operación. Es normal el mantenimiento de un submarino en dique seco, pero no en tan corto período de operación.
Expertos consultados indican que esto constituye una señal de graves problemas en un aparato nuevo. En la fotografía adjunta se aprecia a los dos submarinos Scorpene acoderados en Talcahuano. El O’Higgins presenta la vela desarmada y la mayor obra muerta fuera del agua. Esto sucede cuando se prepara al submarino para ingresar al dique seco, se retira el petróleo, agua, aceites, torpedos, misiles, etc. Al perder peso el buque presenta mayor calado. La pregunta que surgió fue: ¿para qué llevan al O’Higgins a dique seco? ¿Cuál es el problema mecánico que tiene?
No hay información concreta de dichas reparaciones, pero todo indica que hay graves problemas en un submarino prototipo. En mayo del 2007 otros informes precisaban que el O’Higgins estaría en dique flotante, información que no ha sido confirmada hasta la fecha.
La armada chilena corrió un grave riesgo al adquirir, por vez primera, submarinos de nueva tecnología, que al mismo tiempo les produciría un problema logístico (variedad de repuestos) y de entrenamiento (sistemas nuevos y de otra tecnología). La incomodidad de la oficialidad de la armada chilena producida por esta extraña compra trascendió debido a un comunicado de la propia armada justificando la adquisición. El presupuesto de los dos submarinos habría afectado los planes de la fuerza de superficie y por consiguiente los intereses de las otras especialidades de la marina. Se especula que el SS O’Higgins ya está operando nuevamente junto a su gemelo, el SS Carrera, pero eso no garantiza que los problemas no vuelvan a surgir en cualquier momento.
Incómodas preguntas y cohete “Rayo” Si las fallas continúan, el gobierno de Chile deberá responder incómodas preguntas que con justicia le reclamará el pueblo chileno, cuya educación, salud e infraestructura sufre el contradictorio desfase de una economía creciente, pero concentrada en pocas manos y protegida por una fuerza armada al servicio de la clase dominante que estafa a diario los intereses de la mayoría.
Otro tema espinoso por el que deberían responder los militares sureños es sobre el costosísimo proyecto del cohete “Rayo”, o la compra de los aviones Mirage ELKAN, los cuales han estado en operación apenas 12 años –tiempo muy limitado para una aeronave militar– que ahora reemplazan por los F-16.
Si bien la compra de submarinos no es la más adecuada, ésta refleja la geoestratégica doctrina expansionista, en concordancia con la doctrina del “mar presencial”, idealista posición de una pequeña clase social que se cree mejor de lo que realmente es.
Fuente: Por Iván Izquierdo -
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