La utilización de biodiésel en vehículos a motor como autos, camiones, colectivos, genera un impacto muy positivo en el medio ambiente, ya que reduce la emisión de gases de efecto invernadero, principales responsables del calentamiento global.
En nuestro país, todos los autos gasoleros circulan con mezcla de biodiésel en sus tanques. Este reemplazo del 10% de gasoil por biodiésel generó un ahorro de emisiones de gases por 800 mil toneladas anuales, equivalente a la emisión de 274 mil vehículos en un año. Para absorber esas toneladas y evitar el efecto invernadero se hubiese necesitado plantar una superficie mayor a la Capital Federal de bosques de eucalipto. El impacto positivo está claro.
El biodiésel argentino se produce a partir del aceite de soja, es energía sustentable y es producido por alrededor de 30 pymes de capitales argentinos que generan 9.300 puestos de trabajo. Estas pymes nacieron bajo la ley 26093, creada para fomentar las economías regionales y la industrialización del campo bajo una matriz de energía sustentable.
Esta industria nace para ser regulada principalmente porque buscó regionalizar la industria llevándola a lugares a los que sin incentivo no se hubiesen instalados industrias (por ejemplo, Catriló, Nogoyá, Daireaux), con verdadero impacto en esas economías.
También esta ley establece límites de producción, por lo que son plantas con capacidad de hasta 50 toneladas. Como referencia, las grandes productoras de biodiésel para el mercado exportador producen el doble y están ubicadas cerca de los puertos.
Por estas razones es que la industria pyme que abastece el mercado local no puede operar sin estar regulada, ya que no está pensada para el libre mercado y las inversiones que realizaron empresarios locales fueron bajo reglas de juego que brindan previsibilidad. El mercado no siempre es la manera más eficiente de administrar recursos, cuando el objetivo es el de mejorar las economías del interior del país. Existen algunas críticas a este sistema regulado que argumenta que una hipotética liberación del mercado tendría consecuencias positivas en la baja del precio del gasoil en surtidor. Pero sabemos que esto no es así, por un lado, porque la incidencia del biodiésel en el precio final es muy baja y, por otro, porque la variación del precio del biodiésel (cuando este ha estado muy por debajo del precio del gasoil) no ha incidido en una mejora del precio para el bolsillo del consumidor.
El mundo está yendo hacia el fomento de las energías renovables, el uso del biodiésel es aplicado en todo el mundo, para la Argentina es estratégico porque tiene materia prima para hacerlo posible. La soja representa la posibilidad de convertir materia prima en un producto industrializado que sustituye la importación del gasoil: el biodiésel.
Por estos motivos, las pymes productoras de biodiésel son un aliado para acompañar en el camino hacia una Argentina energéticamente autosustentable, fomentar las economías regionales y la industrialización del agro, y preservar el medio ambiente para las futuras generaciones.
El autor es presidente de la Cámara de Empresas Pymes Regionales Elaboradoras de Biocombustibles.
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