Cristobal Lopez, el empresario que más creció durante el kirchnerismo.
El ingreso de Lotería Nacional al Hipódromo de Palermo y al casino flotante de Puerto Madero fue la última señal que recibió Cristóbal López de parte del Gobierno de Macri. Hubo otras antes: la primera fue el año pasado cuando la Ciudad frenó una licitación de Lotería Nacional que le entregaba en bandejas los cinco bingos porteños al empresario K. La última, la intimación a pagar una millonaria deuda impositiva que los casinos mantienen con la Ciudad.
Fue hace algo más de un mes. Fabián Rodríguez Simón, abogado y asesor de Macri, le había dado 30 días a López para que pagara una deuda estimada en $ 4 mil millones por Ingresos Brutos que acumula desde 2003 por lo que recauda con las máquinas tragamonedas en el Hipódromo de Palermo. El pago nunca se efectuó y no parece casual que, cumplido el plazo, Lotería haya ingresado a las salas de López para controlar por primera vez sus máquinas tragamonedas. No había pasado nunca en los 12 años de gobiernos kirchneristas. De hecho, nadie auditaba lo que López factura con sus 4.500 máquinas. Sólo él lo sabe.
Ya como presidente, De la Rúa habilitó la instalación de máquinas tragamonedas en el Hipódromo de Palermo, que estaba en ruinas y concesionado en manos del empresario Federico de Achával. Por un lado rescató a la actividad hípica. Pero por el otro, le abrió la puerta a Cristóbal López. La llave se la dio Néstor Kirchner. Como las aguas de Puerto Madero, el hipódromo es considerado territorio federal. Lo asoció con De Achával y juntos llevaron el juego en Palermo a su máxima expresión. Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno buscó la manera de que la explosión favoreciera a las arcas de la Ciudad. Terminó arreglando con Kirchner un canon irrisorio al lado de las ganancias que ya generaban las tragamonedas. Otra vez había ganado Cristóbal.
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