Por Florencia Carbone De la Redacción de LA NACION
El Gobierno anunció que para la próxima temporada estará en funcionamiento un remozado edificio para pasajeros y se habilitarán más muelles
Foto: GUSTAVO CHERRO
Buenos Aires tendrá una nueva terminal de cruceros, aunque sería más preciso decir que tendrá una terminal remozada. Como en 2001, cuando el Gobierno anunció que la terminal Benito Quinquela Martín sería una salida provisional, las autoridades actuales también aclararon que no se trata de una solución definitiva, aunque esta vez el plazo es algo más ambicioso: diez años, tiempo durante el que "se dispondrá de un período razonable para pensar e implementar una solución estructural al tema de los cruceros".
Buenos Aires tendrá una nueva terminal de cruceros, aunque sería más preciso decir que tendrá una terminal remozada. Como en 2001, cuando el Gobierno anunció que la terminal Benito Quinquela Martín sería una salida provisional, las autoridades actuales también aclararon que no se trata de una solución definitiva, aunque esta vez el plazo es algo más ambicioso: diez años, tiempo durante el que "se dispondrá de un período razonable para pensar e implementar una solución estructural al tema de los cruceros".
El anuncio oficial sirvió para que el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, dejara en claro que el proyecto no significa privilegiar cruceros sobre contenedores ni que el Gobierno esté evaluando alternativas para desplazar la carga hacia otros puntos. "La obra que se plantea es para dar mayor productividad a este puerto entre los barcos de cruceros que llegan y toda la potencia para los contenedores. A futuro, cuando Buenos Aires y la Argentina definan su puerto de cruceros, quizá muchas de estas plazas se reconviertan a más contenedores, pero para eso tenemos proyectos, hay una licitación en marcha que es la de la Terminal 6.
Seremos muy agresivos con el tema de contenedores y en términos de la política en relación con el Mercosur. Ni Buenos Aires ni la Argentina pueden perder ese lugar en el manejo de contenedores. Hoy tenemos un desarrollo muy importante de Montevideo -lo cual nos parece bien- pero sabemos que mucho de eso viene apalancado sobre cierto nivel de ineficiencias o inequidades en el servicio en la Argentina", dijo Schiavi.
El anuncio de la ampliación y remodelación de la actual terminal de cruceros se hizo con bombos y platillos -el acto estuvo amenizado por la banda de la Prefectura- pero tuvo una gran ausente: la presidente Cristina Fernández de Kirchner. Los pasacalles y letreros de bienvenida que habían preparado los gremios portuarios sólo sirvieron para dejar en evidencia el faltazo.
La llegada del imponente y majestuoso MSC Música, el miércoles pasado, fue la excusa para realizar el acto de lanzamiento oficial de la temporada de cruceros 2009-2010 (aunque en rigor el primer barco de pasajeros había atracado en Buenos Aires el 31 de octubre).
Todo comenzó con una conferencia de prensa a las 10, en la terminal Benito Quinquela Martín donde el gerente general de Terminales Río de la Plata (TRP), Gustavo Figuerola, se encargó de presentar el proyecto. Figuerola estuvo acompañado por Schiavi, por el secretario de Turismo de la Nación, Enrique Meyer, y por el interventor de la Administración General de Puertos (AGP), Luis Angel Diez. Luego, a las 11, una breve ceremonia que dejó formalmente inaugurada la temporada de cruceros, y por último, una visita de las autoridades al buque de MSC, a bordo del cual hubo brindis con la tripulación.
El anuncio de la ampliación de la actual terminal llega cuando el agua está por encima del cuello. El edificio actual fue puesto en funcionamiento en 2001 con la promesa de que en dos o tres años se buscaría una solución definitiva. Expertos en provisionalidades que se vuelven permanentes, más el agregado nefasto de la fuerte crisis local de finales de 2001, aquella estructura diseñada para atender un máximo de 120.000 pasajeros por temporada y con una capacidad máxima de 8000 pasajeros diarios, se vio desbordada ya en la temporada 2006-2007, cuando llegaron al puerto de Buenos Aires 129.722 pasajeros.
Ni qué hablar de los años siguientes. La actividad de los barcos blancos creció a un ritmo que superó todas las expectativas y proyecciones, tanto en cantidad de pasajeros como en recaladas y en el tamaño de los buques que amarraban aquí. De los 64.220 visitantes que desembarcaron en la capital argentina en 2002-2003, se pasó a 108.619 en la temporada 2005-2006; hubo 268.000 en 2008-2009, se estima que serán 310.000 los que lleguen entre 2009 y 2010, temporada para la que , según se informó, hay confirmados con día y hora de arribo, 143 cruceros.
Las estadísticas muestran, al mismo tiempo, un claro aumento de las recaladas de buques de gran tamaño en desmedro de los más pequeños. Para la actual temporada, la mayoría de los buques que recalarán en Buenos Aires tienen esloras de entre 220 y 330 metros. Además de la ampliación y remodelación del edificio para pasajeros, el proyecto oficial (que será financiado por el sector privado) prevé la modificación y extensión de espigones. La actividad de cruceros compite actualmente por los sitios de traque con las actividades de carga general y contenedores.
Para la temporada actual será necesario contar con cuatro o más de cuatro muelles en forma simultánea en 21 oportunidades. Durante la temporada pasada, esa situación se dio nueve veces.
Las previsiones oficiales indican que habrá dos días en los que llegarán seis barcos juntos, y otros tres días, siete buques al mismo tiempo. Durante la presentación, se destacó que "el proyecto es sinérgico y aumenta el valor de cualquier proyecto alternativo que se haya presentado en el pasado o pueda presentarse en el futuro".
Traducción: las emprendimientos presentados bajo el paraguas del decreto 966 o Régimen de Iniciativa Privada, por el que el gobierno nacional promueve que el sector privado participe en proyectos de infraestructura, presentando propuestas sin esperar a que el Estado fije los parámetros, y otorga al PE la potestad de convocar a una licitación pública o adjudicarla en forma directa si así lo considera, por razones de interés general, no están muertos.
Se trata de dos proyectos. Primero fue el ideado por el consorcio integrado por London Supply (compañía argentina especializada en la gestión y administración de aeropuertos), la constructora Decavial y las firmas de logística Rowing e International Trade Logistic.
En 2005, presentaron como "Iniciativa Privada" al entonces presidente Néstor Kirchner, Megaport, una inversión de 1200 millones de pesos para construir una terminal de cruceros. Una de las patas fundamentales de la iniciativa era la fase inmobiliaria porque, como explicó Francisco Heredia Lafuente, gerente comercial de London Supply, "por su estacionalidad, la terminal de cruceros sola no tiene repago".
En 2005, presentaron como "Iniciativa Privada" al entonces presidente Néstor Kirchner, Megaport, una inversión de 1200 millones de pesos para construir una terminal de cruceros. Una de las patas fundamentales de la iniciativa era la fase inmobiliaria porque, como explicó Francisco Heredia Lafuente, gerente comercial de London Supply, "por su estacionalidad, la terminal de cruceros sola no tiene repago".
El año pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió otra propuesta como Iniciativa Privada. Fue de manos del grupo inversor compuesto por la Corporación América, IRSA y las compañías de desarrollo inmobiliario Fernández Prieto y Asociados, y Vizora, propiedad del banquero Jorge Brito. En la reunión también estuvo también Juan Carlos López Mena, de Buquebús.
Esa vez la inversión anunciada es de 1100 millones de dólares. Se trata del proyecto urbano Bicentenario de la República, un complejo turístico, comercial y cultural que sería levantado sobre los viejos edificios del hotel y del sanatorio de los Inmigrantes, en la zona de Puerto Madero, y que contempla también la construcción de una terminal de cruceros.
¿En qué quedan las inversiones privadas?, preguntó LA NACION a Schiavi.
-Había dos, pero todas requieren norma urbana de la ciudad, lo cual seguimos trabajando, seguimos creyendo que siempre tienen que privilegiarse las políticas de Estado y estar por encima de las cosas. Hasta tanto tengamos eso y esté desarrollado, el año que viene queremos tener este puerto bien. El planteo no es privativo del otro. El año que viene tenemos que lograr que el turista que venga tenga mucha comodidad porque estamos hablando de más de 300.000 personas que ojalá puedan convencer a una persona cada una, o como ha venido pasando, aumentar el 30% anual. Con la infraestructura actual estamos justos, con lo cual nos parece bueno que la gente de TRP invierta, haga una apuesta de invertir teniendo en claro como ellos pusieron que es probable que la Argentina defina ese puerto de cruceros que realmente necesitamos.
-¿Cómo está la relación con la Ciudad en el conflicto por el puerto?
-No es un conflicto, a mi me toca mucho el diálogo con ellos. Venimos de firmar con ellos algo que habilita que pongan un colectivo articulado en la calle Juan B. Justo. No tenemos mala intención, ni frenamos ni paramos, creo que hay que trabajar mejor, quiero ser muy preciso con eso. Hay dos propuestas de Iniciativa, la Ciudad consideró que no son correctas esas presentaciones que se hicieron a la Nación. Necesitamos de la Ciudad en el sentido de que mucha normativa urbana que tiene que ver con eso la tienen que dar ellos. Por el cargo que tuve hace muchos años sé que es así y que es importante que eso ocurra, pero desde el gobierno nacional seguimos apostando a que lo mejor es tener procesos virtuosos que nos unan. A veces, el tema de cerrarse en una indefinición hace que nosotros no nos podamos parar. No podemos estar esperando a que tomen una decisión acerca de qué cosas les parecen bien o mal desde el punto de vista urbano cuando hay más de 300.000 personas que vienen todos los años a la Argentina y le tenemos que dar un servicio.
El funcionario destacó que cada pasajero extranjero que visita Buenos Aires gasta en un día promedio mil pesos en comidas, taxis y compras. Además, durante la temporada de cruceros, en el puerto se generan unos 500 puestos de trabajo entre maleteros, personal de seguridad, conductores de micros y personal de limpieza. Todos motivos para "cuidar a la industria".
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