Es positiva la intención de continuar el proyecto tendiente a disminuir el tránsito automotor en las calles céntricas
La zona céntrica porteña ha agotado su capacidad de recibir tránsito automotor, como lo demuestra la situación de embotellamiento perpetuo que la agobia, la contamina y atenta contra la calidad de vida. Una de las soluciones factibles para esa endemia urbana pasa por las acciones propuestas para disminuir esa corriente vehicular, consistentes en la peatonalización de ciertas calles y el redireccionamiento de las líneas de transporte que por ellas circulan.
La zona céntrica porteña ha agotado su capacidad de recibir tránsito automotor, como lo demuestra la situación de embotellamiento perpetuo que la agobia, la contamina y atenta contra la calidad de vida. Una de las soluciones factibles para esa endemia urbana pasa por las acciones propuestas para disminuir esa corriente vehicular, consistentes en la peatonalización de ciertas calles y el redireccionamiento de las líneas de transporte que por ellas circulan.
Esa medida no es novedosa e incluso ya fue sugerida por reconocidos urbanistas locales y extranjeros. Ahora, con la denominación de Plan Prioridad Peatón abarcará, según los lineamientos de la iniciativa, alrededor de 220 manzanas ubicadas entre Retiro y el parque Lezama. Se estima que complementada con la construcción de playas de estacionamiento en la periferia, reducirá la afluencia de automotores, renovará la fisonomía del macro y el microcentro y preservará el rico patrimonio arquitectónico de esa zona, al favorecer la descontaminación de una atmósfera viciada por los gases provenientes de los escapes de los vehículos.
Florida, la más entrañable peatonal porteña, es el testimonio positivo más a la mano si se pretende citar algún ejemplo. Pero no es el único. Se le suman el de Perú entre la Avenida de Mayo y Diagonal Sur, donde no ocurrió ninguna de las calamidades auguradas por quienes se opusieron a esa intervención; aunque mínimos, los tramos de Enrique Santos Discépolo, de Callao a Corrientes, y de Diagonal Norte, entre Cerrito y Libertad, y, sin duda con mayor envergadura, el de Reconquista desde cercanías de la plaza San Martín hasta la Plaza de Mayo.
No bien se informó que la próxima acción "peatonalizadora" sería llevada a cabo en Suipacha entre la Avenida del Libertador y Bartolomé Mitre, hubo opiniones encontradas a favor y en contra de ella. La mayoría interpreta que la afluencia obligada de transeúntes revivirá a la calle en tanto arteria peatonal; la minoría, en cambio, teme una eventual caída de las ventas.
El caso de Reconquista puede ser testimonial: la peatonalización ha incrementado la circulación de transeúntes en medida apreciable a simple vista. O sea que se estaría concretando la intención de revertir los porcentajes de la circulación en el centro, hoy en día establecidos en un 70 por ciento de vehículos y un 30 por ciento de caminantes. Se prevé, entonces, ensanchar las aceras y reducir las calzadas de las arterias peatonalizadas a tres metros y medio de ancho, espacio suficiente para que por él puedan pasar los bomberos, los patrulleros, las ambulancias y los vehículos particulares autorizados.
Según el Ministerio de Desarrollo Urbano, responsable del plan, está prevista una inversión de entre 260.000 y 300.000 pesos por cuadra. No se trata de un gasto innecesario. Hace muchos años que debería haber sido encarada la remodelación de las estrechas calles céntricas. Por uno u otro motivo, esa labor fue quedando postergada y ahora se ha llegado a la situación de crisis, en la cual también influyen las ilegales manifestaciones piqueteras que amenazan con un colapso definitivo.
Esta es la oportunidad propicia para concretar una corrección de fondo, siempre y cuando la peatonalización, que demandará varios años de trabajos, sea asumida como política de Estado y no paralizada por otra gestión de signo político opuesto, y mientras las obras sean encaradas con ritmo sostenido, para evitarles molestias a los vecinos, para lo cual tendrán que disponer de los recursos imprescindibles. Si ocurriera lo contrario, significaría una nueva frustración, que no merecen ni la ciudad ni sus habitantes.
Fuente: Editorial II del Diario La Nación
Me gustaría saber cuantas horas voy a tardar para cruzar el microcentro en colectivo, y aque ahora va a ritmo de peatón.
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