Por Natasha Niebieskikwiat - Clarin.com
Una larga historia. “Los bandazos nos hicieron mucho daño en términos de credibilidad externa.Gobierno y oposición tienen una gran responsabilidad“, comenta el embajador Diego Guelar.
JUANO TESONE
¿Por qué, teniendo en el Banco Central reservas del swap chino (intercambio de monedas), el Gobierno no hace uso de ellas?
-Sí lo usa, porque lo computa como reservas, que es uno de sus usos. Cuando uno habla de “reservas argentinas”,el swap chino está ahí. Su segundo uso puede ser para pagar compromisos en renminbi (la moneda china conocida como yuan), se puede usar sin pasar por el dólar. ¿Cuál es el problema? El exportador argentino quiere cobrar dólares y no renminbis, porque este después no se puede convertir. El manejo de conversión internacional está regulado por el dólar. Al sector privado no le sirve el renminbi porque no lo puede convertir en dólar. Si bien es moneda de reserva, no tiene libre convertibilidad. En China te sirve para ese intercambio. Pero fuera de China tenés problemas de conversión a dólar para pagar en renminbis. Por eso no se utiliza. Pero los renminbis forman parte y se computan.
¿Queda pendiente algún swap por hacer?
-Hasta ahora se han cumplido los dos. El primero por un equivalente a 10.000 millones de dólares, fue negociado en 2014 y el segundo se firmó en diciembre pasado durante la visita de Estado que hizo a la Argentina el presidente Xi Jinping. Fue por un equivalente a US$ 8.500 millones. Tenemos un swap por 18.500 millones de dólares.
¿Qué observación hacen en Beijing sobre la crisis argentina?
-No hay ningún elemento que demuestre preocupación, sino que hay todas señales de apoyo a la Argentina en forma estable. Es cierto que el impacto en el mercado tan vapuleado refleja la extrema desconfianza de los inversores. Por supuesto que hoy en todo el mundo, incluyendo China están observando lo que pasa en Argentina. Pero creo que un componente muy importante en esa observación es la “civilidad” que se demuestre en la transición de aquí al 10 de diciembre.
Los chinos afianzaron la relación con Argentina bajo el kirchnerismo y la continuaron con el macrismo. ¿La vuelta de un gobierno K no les representaría riesgos?
-Cualquier país que actúe en la Argentina, por inversiones o créditos, hoy está observando con mucha atención el comportamiento tanto del oficialismo como de la oposición. Lo que ocurra en la Argentina de aquí a diciembre reside en un elemento muy importante: el comportamiento argentino -que insisto, es de oficialismo, oposición y sociedad civil- en virtud de la crisis que hay. Los bandazos en Argentina nos hicieron mucho daño en términos de credibilidad externa y por lo tanto, hoy yo creo que el Gobierno tiene una gran responsabilidad al ser candidato también, y la oposición obviamente, tiene esta misma responsabilidad y el mismo cuidado, por aspirar a tener el poder el 10 de diciembre.
En estos casi cuatro años como embajador en China, ¿qué mirada de la Argentina tiene?
-Creo que me permiten una mirada diferente porque hay un mundo diferente. El mundo del siglo XXI es un mundo caracterizado por la aparición de China, que es una super potencia emergente que no plantea una hegemonía militar. Y que ha logrado ser el principal socio comercial de 130 países en el mundo, empezando con su asociación con los Estados Unidos. China y Estados Unidos tienen la asociación más importante construida en la historia entre dos países. Entonces, acá no se da la historia de Tucídides, es decir, el criterio de la superpotencia emergente que en función de su conflicto con la potencia existente terminan una confrontación. Si esa fuese la historia, se terminó el mundo. Estos son dos socios que están negociando las condiciones de la globalización del siglo XXI. Y en eso aparece Argentina.
¿En qué sentido?
-Tiene una gran posibilidad, porque nos permite sumar a las sociedades tradicionales que teníamos con nuestros propios vecinos, con Europa y con Estados Unidos, un socio complementario. Y el esquema de la Argentina, con una sólida relación con Europa, con Estados Unidos y con China al mismo tiempo, es todo un esquema nuevo para la Argentina, nos abre muchas posibilidades, nos permite consolidar un proceso que venía deteriorándose, que era el Mercosur.
Pero no aprovecha esas oportunidades. ¿Qué lugar dice que le queda a la Argentina?
-Argentina tiene un solo enemigo, que somos nosotros mismos. Con la ubicación estratégica que tenemos, que es excepcional, con el Atlántico Sur, nuestro rol es muy importante para el mundo, que está agobiado por problemas medioambientales, de suministro de alimentos, etc. Pero tenemos, ya, que resolver los problemas de estabilidad que tenemos para poder crecer. Argentina podría producir cinco veces más que lo que produce, y venderlo automáticamente. Y ni siquiera estoy hablando de una Argentina que se especialice en la alta tecnología, sino en una Argentina que explota racionalmente su producción primaria. Empezando por la minería, lo agropecuario, el mar y el gas y el petróleo. Es decir, con la estructura productiva primaria, con extracción, la mínima elaboración necesaria para llevarlo al puerto y mandarlo a destino, la Argentina sería un país rico, en el sentido de país rico con gente rica, con bienestar, porque esa es la verdadera riqueza. Y eso no lo hemos logrado.
Pero Argentina no ha salido de ese esquema de vendedor de productos primarios…
-A nosotros nos vienen a comprar. La Argentina no vende nada. No existe la Argentina vendedora. Existe gente que viene del mundo a comprarnos a nosotros. No nosotros vendiéndonos.
Estados Unidos ha planteado sus problemas con la presencia de China con América Latina. En Argentina, por su base en Neuquén, inversiones en defensa, puertos, logística. ¿Qué piensa?
-El presidente Macri ha sido muy claro en esto. El ha desarrollado una inserción multipolar. Reconoce la amistad y la asociación que tenemos con Estados Unidos, desarrolló el vínculo europeo, y eso lo vemos con el acuerdo de libre comercio del Mercosur con Europa. Y además, ha lanzado y buscado volver a agregar valor en nuestra propuesta de integración regional con China, sin plantear esto en términos de Guerra Fría. Que haya inversiones chinas en la Argentina no es una opción ni política, ni ideológica, ni geo estratégica. Es utilizar las opciones que el mundo plantea y que todos los países están usando.
Claro, pero el planteo en Argentina sí lo hizo Estados Unidos.
- Pero esto es una decisión nuestra. El presidente Macri ha sido muy claro en reafirmar nuestra relación de amistad y de asociación con Estados Unidos, sin caer en un sistema que creo que sería muy negativo para el mundo. Lo mismo le ocurre a nuestros vecinos. ¿Quién podría dudar de la estrecha relación que tienen Chile o Brasil con los Estados Unidos? Pero el más grande negocio internacional que tienen Chile y Brasil es con China. Brasil tiene superávit. Nosotros tenemos déficit, porque vendemos poco. Este es nuestro problema. No porque compremos mucho de China. Sino porque vendemos poco. Nuestros problemas, insisto, somos nosotros mismos. Nuestro gran dilema es la construcción de una reconciliación entre los argentinos que nos permita, sencillamente, levantarnos a la mañana, trabajar, y acumular valor y poder disfrutar, en términos de mercado interno, y poder vender, porque tenemos mucha más capacidad de producir, que de consumir, y por lo tanto eso se transformaría en un ingreso que indudablemente permitiría cumplir con nuestras obligaciones internacionales y dar bienestar a nuestra gente.
¿Y qué piensa de las protestas contra la base china en Neuquén?
-Ese observatorio es ideal para observar el espacio lejano. Los chilenos tienen como 25 observatorios del espacio lejano, con distintas organizaciones, países, institutos. Nosotros tenemos dos. Uno en Mendoza, con la Unión Europea. Y este que tenemos en Neuquén con China. Yo personalmente creo que tendríamos que tener 20 más.
¿Pero qué gana Argentina con esa base en territorio nacional?
-Cada una de esas bases vale aproximadamente 50 millones de dólares, en términos de infraestructura. Ellos la construyeron y nos dan la posibilidad de participar en la observación y en el desarrollo del plan espacial que la Argentina tiene. Un dato muy importante es que todo el mundo está observando el espacio lejano. Es un espacio de paz. No hay gato encerrado, no hay clausulas secretas. No hay peligro militar en la utilización de este observatorio. No es un observatorio de guerra.
¿Qué está buscando el gobierno chino en materia militar? Viene el ministro de Defensa y viajó a Beijing la viceministra argentina
-Hay varios temas muy importantes, como la complementación. Nosotros tenemos una empresa estatal de producción de aviones (se refiere a FAdeA). Hay interés en China en desarrollar tanto helicópteros como aviones de entrenamiento en común. Están dispuestos a hacerlo. Creo que ese es un tema muy importante para dar un ejemplo de un hecho de desarrollo tecnológico en conjunto, que yo creo que no hay ningún tipo de obstáculo para hacerlo. Pero no se ha cerrado nada.
¿Lo ve a Macri?
-Sí, tengo comunicación permanente con el presidente.
¿Y cómo lo ve?
-Lo veo bien. Tranquilo. Lo veo con todo un proceso de maduración a la luz de la experiencia de lo que ha vivido, muy consciente de los errores que se cometieron. Él es muy autocrítico respecto del propio accionar del Gobierno. Y lo veo con mucha fe en términos de lo que la Argentina puede hacer en el futuro.
Usted ha sido uno de los políticos que ha tenido problemas con Marcos Peña.
Yo he debatido muchísimo con Marcos. Yo creo que Marcos es un joven brillante, que tiene ideas muy claras, y diría que en la mayoría de esas ideas yo coincido. Cuando él plantea que hay un mundo del pasado y un mundo del futuro, coincido totalmente con él, y creo que hay que construir ese futuro. Quizás la diferencia es que en algunos debates que hemos tenido, yo creo que el pasado es parte del presente. El futuro es un enorme interrogante y hay que construirlo. No se puede construir no mirando hacia atrás. Ahora, quién maneje, y no mire por el espejo retrovisor se puede pegar una piña, igual que el que no mira para adelante.