El Parlamento aprobó ayer reemplazar los aparatos, que datan de la época Thatcher, por un coste de 36.000 millones de euros. Mientras los conservadores lo apoyan, los laboristas están divididos
Foto: Un submarino nuclear en la base de la Royal Navy en Faslane, Escocia, en agosto de 2015 (Reuters)
"Durante más de medio siglo, uno de nuestros submarinos ha estado patrullando constantemente los océanos sin ser visto ni detectado, completamente armado. Ese es nuestro último seguro en caso de un ataque nuclear". Son las palabras de la nueva primera ministra Theresa May en su primera intervención en el cargo ante la Cámara de los Comunes. El motivo de la sesión: decidir si el Reino Unido renovaba su flota de submarinos nucleares, conocida como 'Trident', con una inversión de más de 36.000 millones de euros.
La ‘premier’ aseguró que esta flota de submarinos nucleares “ha sido la póliza de seguro” del país “durante cerca de cincuenta años” y representa el compromiso de Reino Unido con sus “aliados europeos y de la OTAN”. May tildó de “gran irresponsabilidad" el hecho de que Reino Unido decidiese abandonar su fuerza nuclear, ya que países como Rusia o Corea del Norte plantean amenazas reales. Uno de los momentos más comentados fue cuando un diputado del Partido Nacionalista Escocés preguntó a May si estaría dispuesta a “autorizar un ataque que pudiese matar a cien mil hombres, mujeres y niños inocentes", y ésta respondió “sí”, aduciendo que "el objetivo de tener un sistema de disuasión" es que los "enemigos" del país "deben saber que estaríamos preparados para hacerlo".
El Parlamento terminó aprobando la renovación, no sin que antes se produjese un acalorado debate, que duró seis horas, entre los defensores y los detractores de esta tecnología de guerra. El Partido Conservador apoyó en bloque la iniciativa que representa el 6% del presupuesto anual en defensa -según datos de este ministerio-, mientras los laboristas, que tenían libertad de voto debido a la división que genera esta cuestión, optaron por las tres modalidades posibles: a favor, en contra y la abstención.
Según algunos analistas, el hecho de que técnicamente no fuese necesario este voto para autorizar la renovación de ‘Trident’ tiene como objetivo poner de manifiesto la polémica que genera entre las filas laboristas. La Cámara ya dio luz verde al proyecto en 2007, pero en 2010 el Ejecutivo de David Cameron decidió programar otra votación para 2016. Lo que el Gobierno ‘tory’ de entonces no podía prever es que llegaría en un momento tan delicado para el principal partido de la oposición, sumido en una lucha interna para arrebatarle el liderazgo a Jeremy Corbyn.
Un submarino Astute en construcción en el astillero de Barrow-in-Furness, norte de Inglaterra, en 2014 (Reuters)
"No creo que la amenaza de un asesinato en masa sea una forma legítima de abordar las relaciones internacionales", reprochó Corbyn a May durante la sesión y recordó que cada cabeza nuclear “tiene la capacidad de matar a millones de personas”. El líder izquierdista, un firme detractor de las armas nucleares que ya había adelantado su voto en contra, tuvo que presenciar como un gran número de compañeros respaldó la propuesta acorde con la postura oficial de la formación. “Nunca tomaría una decisión que diera lugar a un asesinato masivo”, dijo Corbyn, quien también cuestionó la utilidad de que el país posea “armas de destrucción masiva”. Durante el debate, cientos de personas se manifestaron en Westminster a favor del desarme nuclear del Reino Unido y para exigir que el presupuesto destinado a los submarinos se invierta en mejorar el sistema nacional de salud, combatir el desempleo o la falta de vivienda.
Quienes sí mantuvieron la unidad en su rechazo al plan fueron los 54 diputados del Partido Nacionalista Escocés, que se oponen al programa en sí y al hecho de que la base naval de los submarinos esté ubicada en Faslane, en la costa sudoeste de Escocia. Esto implicaría que, ante una eventual separación de Escocia del resto del país, una cuestión que el Brexit ha puesto de nuevo sobre la mesa, Reino Unido podría perder un emplazamiento clave para sus operaciones militares.
La flota -adquirida por el gabinete de Margaret Thatcher en los años ochenta como reemplazo del sistema de misiles Polaris- cuenta con cuatro submarinos Vanguard equipados con ocho misiles nucleares Trident, cada uno compatible con un número de cabezas nucleares que pueden dirigirse contra diferentes objetivos. Según la fuerza de disuasión nuclear, desde 1969 uno de ellos se encuentra siempre operativo en algún punto del océano, mientras otros dos están en puerto o haciendo maniobras de entrenamiento y un cuarto en mantenimiento.
Además, cada aparato contiene una "carta de último recurso", sellada por el primer ministro de turno, que indica las instrucciones a seguir en caso de que el país estuviese bajo un ataque nuclear y el gobierno hubiese sido neutralizado. Aunque la vida útil de estos submarinos se alarga hasta finales de la década de 2020, su construcción puede alargarse hasta diecisiete años. - Autor: REMEI CALABUIG. El Confidencial
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