El haber
incentivado la economía emitiendo y
volcando dinero al mercado en épocas de vacas flacas ha sido uno de los
orgullos de los que más se
jactan los ideólogos del
modelo K.
Incluso, ya
forma parte del "relato"
enfatizar que el Gobierno está en total
desacuerdo con
lo hecho por otros países que, en tiempos de crisis,
ajustan sus
gastos y agravan la magnitud de la recesión.
La
"fórmula" que se aplica
a nivel local
para atacar los problemas es
recurrir a la caja del
Estado para
inyectar dinero en la economía, en una
suerte de "keynesianismo criollo", ya que muestra algunas
particularidades.
Una de ellas es que prácticamente
todo el
dinero que se usa sale de la
misma y única
caja.
Desde
planes sociales y
asignaciones, pasando por el pago de todo tipo de
deudas, la construcción de
viviendas, la
entrega de
notebooks a estudiantes, el sostén de empresas como
Aerolíneas Argentinas, de firmas
energéticas
casi en estado de default y hasta el oxígeno financiero a la
estatizada
YPF encuentran a la
Anses como "facilitadora" de
recursos.
¿Por qué? Porque el
Gobierno K no cuenta con otra fuente de
financiamiento,
no tiene acceso a los
mercados de
crédito y tampoco ha mostrado interés en amigarse con ellos. En
definitiva, pasaron los años y la plata de la soja se usó para un montón de
cosas, menos para resolver, por ejemplo, la deuda con el Club de París.
Así las cosas, la
caja de las ex AFJP -que supuestamente
debería ser administrada con vistas a engrosar los fondos de quienes hoy son
asalariados- no sólo no está focalizada a tal fin sino que además, algo peor, ya
no puede afrontar la
totalidad de los miles de juicios
efectuados por quienes -habiendo aportado- se retiraron del mercado
laboral y
no reciben sus haberes.
Desde que a
Amado Boudou se le ocurrió la idea de que el Gobierno tenía que
adueñarse de esos fondos (algo que luego lo catapultaría a la
vicepresidencia de la Nación) este stock de inversiones se convirtió en la
"joya de la corona" kirchnerista.
En aquellos días
turbulentos de 2008, la reestatización del sistema jubilatorio resultó ser una
bendición para las exhaustas
arcas públicas.
Por un lado, el
Gobierno se hizo de la administración
de un capital de
u$s30.000 millones, que fueron "capturados" a
las ex administradoras.
Por otro, de un
flujo de caja anual de unos
u$s4.500
millones, que provienen del aporte mensual de millones de personas en
actividad.
Lado B de la "joya de la corona"
El
primer uso que se le dio a la
"recuperada" caja de la Anses fue el de
financiar procesos
productivos, en momentos en los que la crisis de 2009 ponía en peligro
la conservación de los puestos de trabajo en muchas empresas (tal como sucedió
con el emblemático préstamo de u$s70 millones otorgado a General Motors).
Luego, ya en plena
campaña electoral,
Cristina recordaría esta situación en muchos de sus discursos, como un ejemplo
de
Estado activo ante un escenario mundial adverso. Tal
argumento ayudó a su victoria en las urnas.
Claro que había un
"lado b" de la historia que permanecía en las sombras. Y era
que no sólo las empresas privadas fueron merecedoras de la "vocación
benefactora" de la Anses.
En realidad, el
principal beneficiado fue el
Gobierno. Desde la
"captura" de esa caja no
hizo más que
llevarse dinero constante y sonante a cambio de
títulos (pagarés) de deuda pública (más allá de haberse "liberado" del pago de
unos u$s3.500 millones por bonos estatales que antes estaban en manos de las
AFJP).
La siguiente infografía permite apreciar
cómo estaban distribuidos
los fondos de la entidad a fines del año pasado. Se destaca que
casi el 60% de los mismos se componen de
títulos
públicos:
Así las cosas, comenzaron a escucharse, cada vez con
mayor frecuencia,
voces preocupadas por la
salud del
sistema jubilatorio argentino.
Y tales
preocupaciones no hacen más que
acrecentarse
luego de cada uno de los
anuncios "rimbombantes" -que
ya son parte integrante del "relato" oficial- y que tiene a la
caja de
la Anses como protagonista.
Uno de los más
recientes fue el plan de
construcción de viviendas
Procrear, por el cual se espera erigir unas
100.000, con
créditos a tasas subsidiadas. El titular de la Anses, Diego Bossio, indicó que
el plan suponía
inyectar en la economía unos
$20.000
millones.
El objetivo del plan era loable... pero hay un problema. Se trata de dinero
que antes era destinado a gastos corrientes. De manera que,
si se usa
para otros fines, entonces será
inevitable que se
genere un
nuevo costo fiscal. De hecho, el Instituto
Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) corrigió su previsión luego de este
anunció, y espera un déficit fiscal total de $70.000 millones.
La gran caja que fue y ahora no
es
Un informe de la Fundación Mediterránea, a cargo del
economista Jorge Vasconcelos, da cuenta de la
preocupante situación
argentina, ya que
cada vez hay menos asalariados que
aportan en relación con la gran cantidad de
gente que no
trabaja.
La
mala noticia es que el
fondo de la Anses viene cayendo, si es que se lo mide en
términos reales y no nominales. En efecto, hoy alcanzaría para pagar
12 meses de
jubilaciones, mientras que en el momento de la reestatización ese
índice era de dieciseis.
El pronóstico de la Fundación Mediterránea es
que
esta situación, lejos de resolverse,
ira
empeorando con el paso del tiempo. Al menos, mientras la inflación se
mantenga alta.
"En la medida en que la suba de precios esté por encima de
las tasas de interés, la
inversión del organismo verá perder su valor en
términos reales dado que -con el correr del tiempo- el recupero que
haga de los créditos
no compensará los aumentos salariales que
lo obliguen a incrementar sus erogaciones futuras", advierte.
En una
proyección a cuatro años el capital invertido
perderá
un 60% de su valor real, señala el informe, suponiendo que la actual
inflación de 25% anual se mantenga.
Rascando
el fondo de la caja
Al plan de viviendas le siguió otro "mega
anuncio", como fue el nuevo
"polo audiovisual" en la isla
Demarchi, que será
administrado, como era de prever,
por la Anses.
Al respecto, Diego Bossio, titular de la
entidad, afirmó: "Con la creación del Polo, a través de ANSES
profundizamos la política de (...)
fortalecer el
sistema previsional. Muchas veces
se habla de las inversiones
que realiza la ANSES; en este caso, es el organismo quien recibe estos
valiosos terrenos para su administración".
Pese al argumento oficial de
que los capitales serán privados, la iniciativa volvió a despertar suspicacias
respecto de
cuál será el costo final para el Estado de esta
idea.
"El
anuncio grandilocuente, con gráficos que nadie entiende
ni sabe de dónde salieron los datos,
careció de una información
clave:
¿cuáles son los flujos de
ingresos, egresos y
tasa de rentabilidad que generará ese proyecto faraónico del Hollywood
del subdesarrollo?
Nadie lo sabe", afirma Roberto Cachanosky,
uno de los más ácidos críticos del modelo K.
Como si esto fuese poco, se
sumó
otra instancia que tuvo a la
Anses como
protagonista: la colocación de deuda de la
"recuperada"
YPF, que tuvo al organismo de seguridad social -una vez más- como
financista principal.
La petrolera salió a buscar fondos
al mercado por $1.500 millones. Lo cierto es que el
organismo
estatal terminó
adquiriendo casi el 70% ($1.000
millones) de ese total.
Tal
situación terminó
relativizando la euforia
oficialista sobre el "éxito" de la salida de YPF al mercado de
créditos, ya que la
mayor parte del dinero involucrado termina
siendo una
transferencia intraestatal.
Y, más allá de la
inevitable polémica respecto de la salud financiera de YPF (y las dudas sobre su
futuro tras su epopeya nacionalista), la pregunta que queda flotando es:
¿hasta dónde se puede seguir
recurriendo a la Anses
como
fuente casi excluyente de financiamiento del Estado y de
las iniciativas que propone el "relato"?
En otras palabras,
¿es inagotable esta caja?
Y la
respuesta que dan los
analistas es
preocupante: muchos creen que estos fondos están más cerca de
ser una
ficción contable que de constituir una verdadera
caja.
"El fondo no existe, es un
conjunto de
bonos públicos que a su vencimiento se van renovando y nunca se
realizan y tiene
muy poco dinero líquido", es la tajante
definición del economista Enrique Szewach.
Y agrega: "El
Gobierno
inventa una fantasía y todos discutimos alrededor de eso".
Para este analista, los
recursos no son genuinos, porque
como el sistema jubilatorio es deficitario, en definitiva el
dinero que
la Anses le presta al Gobierno es el
mismo que
previamente
éste le había transferido.
En la misma
línea, el economista José Luis Espert destaca que, de no ser por el auxilio
gubernamental, el
sistema de seguridad social tendría un
déficit de
$72.000 millones.
"En la teoría,
el
sistema deja un superávit de $11.000 millones, más otra
cifra igual que surge como rentabilidad del Fondo de Garantía de
Sustentabilidad. Por eso le compra bonos al Gobierno, pero en realidad
lo que está haciendo es devolverle la plata que el Tesoro le había dado
previamente", afirma.
En cuanto al stock, que asciende
ahora a
$209.000 millones, según el último informe difundido
(con cifras a marzo), hay también
observaciones que
relativizan su potencial.
Para empezar, porque el
dinero verdaderamente disponible es una
parte muy
inferior a esa cifra.
Ocurre que la
mayor proporción de sus activos
no
pueden ser vendidos:
- En el caso de los títulos públicos, porque la
estrategia del Estado es renovarlos al
vencimiento, para evitar una erogación que dificultaría su posición
financiera.
- En cuanto a las acciones de empresas privadas (heredadas de
las AFJP), porque al Gobierno K le da poder el tener
representantes en los directorios. La reciente
controversia con Techint (donde Axel Kicillof es director) es un ejemplo
elocuente.
- En relación con plazos fijos y dinero
disponible, éstos conforman menos de un 20% del total.
Sin embargo, también hay escepticismo respecto de que sea
realmente un dinero que esté "a mano".
En definitiva, hurgando un poco, lo que los analistas creen es que el
único dinero realmente disponible -de este fondo de más de
$200.000 millones- son los
aproximadamente $11.000 millones
anuales que deja como rentabilidad. Y que se compone del
pago
de intereses de títulos públicos,
dividendos de las
acciones privadas e
intereses de plazos fijos.
¿Alcanza? "Dependerá en gran medida de cómo se invierta el
dinero. El gran enemigo de este fondo es la inflación. Si se destina al
subsidio de créditos se irá
erosionando cada vez
más", señala Ariel Barrraud, economista del Iaraf.
Las opiniones
apuntan a que el Gobierno va a ir teniendo un
margen cada vez más
acotado para echar mano de esta caja.
Mientras todo esto sucede y los "mega proyectos" siguen apuntalando el relato
K, hay un costo que es muy claro: la
pérdida de "salud" del sistema
jubilatorio.
"El Gobierno va a seguir pisando el acelerador del
gasto público, generando déficit, emisión monetaria e inflación. Además de eso,
corre un
gran riesgo, financiando proyectos con tasas por
debajo de las de mercado. En realidad
no parecen preocuparle las
jubilaciones futuras", resume Espert.
Pero, si bien la visión
predominante es crítica, hay algo que todos los analistas admiten:
no es
la primera vez que se usan recursos del sistema jubilatorio para
financiar gastos corrientes.
De hecho, para ser justos, hay que reconocer que ha sido una de las más
tradicionales costumbres argentinas por parte de varios Gobiernos.