
Brasil y Estados Unidos están desarrollando una asociación tecnológica de particular intensidad. El tema viene siendo materia de consideración sustantiva de la agenda bilateral de la última década.
Algunos hechos recientes, por su alcance estratégico, son particularmente relevantes. Uno es el posible joint venture entre Boeing, la principal empresa aeronáutica del mundo, con Embraer, la empresa industrial más innovadora del Brasil y clave del sector militar. Otro es el interés de Washington en hacer pie en el centro de lanzamiento de cohetes de Alcántara que permitiría transferencias tecnológicas espaciales al Brasil de características similares a las obtenidas por Israel y Corea del Sur. Un tercero está referido a la creciente participación estadounidense en las exploraciones petrolíferas en la plataforma marítima brasileña.

En lo que hace al tema espacial y cuestiones conexas, la utilización de la base de Alcántara, en el estado de Maranhao, por parte de la NASA y del Departamento de Defensa de Estados Unidos, permitiría a Brasil usar inicialmente, por lo menos, un 40% de las tecnologías espaciales norteamericanas tanto en materia satelital como en lo que hace al lanzamiento y la producción de cohetes balísticos. La ubicación, muy cerca de la línea del ecuador, es de gran ventaja para el lanzamiento de satélites a distintos tipos de órbita y aumenta la carga útil. El interés norteamericano también puede estar relacionado con que Brasil cuenta con el 95% de las reservas mundiales de niobio, fundamental para el aleado de acero de las naves espaciales y de los misiles intercontinentales.

Estos ejemplos de vinculación entre Brasilia y Washington, así como los treinta mecanismos de diálogo y consulta, además de los ejercicios Amazon Log 2017, muestran que la relación bilateral ha cambiado de categoría. El acuerdo de marzo del 2017, que establece un Marco para el Intercambio de Información (MIEA, por sus siglas en inglés) para el desarrollo de proyectos tecnológicos en el ámbito para la defensa es testimonio claro en ese sentido. Como lo es la apertura de productos estadounidenses para proyectos estratégicos de las Fuerzas Armadas del Brasil. El grado de esa cooperación trasluce una reorientación de variables geopolíticas por parte de Brasil, ampliando el abanico de socios internacionales que, hasta hace poco, se concentraba preferentemente en relaciones estratégicas en el ámbito regional o con otras agrupaciones como los BRICS.
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