Por Ismael Bermúdez - Diario Clarin
Un decreto firmado por el diputado del Frente Renovador, Sergio Massa, serviría para que el país pague la deuda al Club de París. Aún sigue vigente el decreto 1394 que firmó el 2 de septiembre de 2008 cuando era jefe de Gabinete del gobierno de Cristina Kirchner y que dispone la cancelación de la deuda contraída con el Club de París con reservas del Banco Central.
Las negociaciones que el Ministro de
Economia, Axel Kicillof, iniciará con el Club de París van a seguir el
“protocolo” o las normas para los países que incumplen con el pago de
las deudas con ese organismo. Según fuentes a las negociaciones,
Kicillof no lleva en sus maletas ningún “plan creativo” que imponga,
subordine o condicione los pagos al desembolso simultáneo de créditos y
por montos semejantes, como presenta el oficialismo.
La propuesta es realizar un pago en efectivo de 20% de la deuda impaga desde fines de 2001 más los intereses – que en total suma unos U$S 10.000 millones—apelando a las reservas del Banco Central. Y por el resto, Argentina se comprometerá a un plan de pagos semestral o anual. No habrá cancelación en bonos porque las normas del Club de Paris no lo aceptan.
Para efectivizar el pago “cash” no hace falta firmar ningún decreto porque sigue vigente el decreto firmado por la Presidenta Cristina Kirchner y Massa en 2008. Eso le permite al Gobierno tener la cobertura de la ahora “oposición” massista. Sin embargo, a Massa siempre le pareció positivo arreglar con el organismo.
Kicillof viaja hoy a París. También irá el secretario de Finanzas, Pablo López. También estarán en Francia Hernán Lorenzino y Adrián Cosentino. Si se alcanza un acuerdo, la Argentina podría solicitar la reapertura de líneas de crédito para proyectos específicos. Pero eso no dispara un desembolso inmediato de dólares. Primero, el Gobierno debe presentar esos proyectos. Estos luego deben aprobarse, acordar la tasa de interés y la sobretasa a países incumplidores.
De aquí se desprende que hay un desfase muy importante entre la periodicidad de los pagos y la recepción de los desembolsos por los créditos que se otorguen, algo que preocupa al Gobierno por la caída de las reservas.
“O el acuerdo ya está cerrado o Kicillof no conoce las reglas de las negociaciones internacionales. El ministro viaja cuando el acuerdo está definido, no para abrirlo. Y si inicia las conversaciones, los negociadores de cada parte no se levantan de la silla, hasta que el acuerdo esté cerrado y firmado”, dicen los que conocen el paño.
Otra variante es que Kicillof viaje para dar una señal política de que esta vez el acuerdo va en serio. Junto a la operación con Repsol, el Gobierno mostraría que cumple con la agenda que marcan “los mercados”. Luego de esa “foto”, Kicillof regresaría de inmediato al país porque la continua pérdida de reservas y la dispara del dólar blue ni siquiera le permiten visitar el Louvre.
La propuesta es realizar un pago en efectivo de 20% de la deuda impaga desde fines de 2001 más los intereses – que en total suma unos U$S 10.000 millones—apelando a las reservas del Banco Central. Y por el resto, Argentina se comprometerá a un plan de pagos semestral o anual. No habrá cancelación en bonos porque las normas del Club de Paris no lo aceptan.
Para efectivizar el pago “cash” no hace falta firmar ningún decreto porque sigue vigente el decreto firmado por la Presidenta Cristina Kirchner y Massa en 2008. Eso le permite al Gobierno tener la cobertura de la ahora “oposición” massista. Sin embargo, a Massa siempre le pareció positivo arreglar con el organismo.
Kicillof viaja hoy a París. También irá el secretario de Finanzas, Pablo López. También estarán en Francia Hernán Lorenzino y Adrián Cosentino. Si se alcanza un acuerdo, la Argentina podría solicitar la reapertura de líneas de crédito para proyectos específicos. Pero eso no dispara un desembolso inmediato de dólares. Primero, el Gobierno debe presentar esos proyectos. Estos luego deben aprobarse, acordar la tasa de interés y la sobretasa a países incumplidores.
De aquí se desprende que hay un desfase muy importante entre la periodicidad de los pagos y la recepción de los desembolsos por los créditos que se otorguen, algo que preocupa al Gobierno por la caída de las reservas.
“O el acuerdo ya está cerrado o Kicillof no conoce las reglas de las negociaciones internacionales. El ministro viaja cuando el acuerdo está definido, no para abrirlo. Y si inicia las conversaciones, los negociadores de cada parte no se levantan de la silla, hasta que el acuerdo esté cerrado y firmado”, dicen los que conocen el paño.
Otra variante es que Kicillof viaje para dar una señal política de que esta vez el acuerdo va en serio. Junto a la operación con Repsol, el Gobierno mostraría que cumple con la agenda que marcan “los mercados”. Luego de esa “foto”, Kicillof regresaría de inmediato al país porque la continua pérdida de reservas y la dispara del dólar blue ni siquiera le permiten visitar el Louvre.
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