Por Antoni Slodkowski y Yuriko Nakao
Un templo budista del país asiático cultiva las flores que poseerían la propiedad de absorver la contaminación nuclear. Así, buscan reducir los efectos nocivos sobre la tierra y la salud de los habitantes de Fukushima
Crédito foto: Reuters
estos de tiras de papel quemadas se arremolinaban en el caluroso cielo de verano, llevando los nombres de los muertos sobre un templo en Fukushima en el que se plantaron miles de girasoles para luchar contra la omnipresente radiación.
La planta nuclear Fukushima Daiichi, a unos 50 kilómetros, sufrió varias fusiones de núcleo y explosiones después de que el terremoto y tsunami del 11 de marzo afectaran a los sistemas de refrigeración, produciendo el peor accidente nuclear del mundo en 25 años y obligando a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares. "Es como si una nevada invisible hubiera caído y continuara cayendo, cubriendo todo el lugar", dijo Koyu Abe, líder del templo budista de Joenji. "Esta nieve, que no se derrite, trajo un largo invierno a Fukushima", agregó.
Cerca de 80.000 personas fueron evacuadas de una vasta zona alrededor del reactor mientras los ingenieros lidiaban con fugas de radiación, explosiones de hidrógeno y varillas de combustible sobrecalentadas, y no saben cuándo podrán volver a sus casas (si es que podrán hacerlo alguna vez) en las que vivieron sus familias durante generaciones.
Aún peor, la radiación se extendió fuera de la zona de evacuación, acumulándose en "puntos calientes" y contaminando el suelo de lo que era una gran región agrícola. El arroz, que sigue siendo un alimento básico, no se cultivó en muchos lugares. Otras zonas tienen que padecer rigurosas pruebas y embargos de mercancía potencialmente dañina después de que se encontrara Cesio radioactivo en unas cañas de arroz.
También se detectaron niveles de radiación excesiva en la carne, verduras, leche, pescado, agua y, en zonas a más de 100 kilómetros de la planta, en el té.
En un esfuerzo por levantar el ánimo de los habitantes de la zona y aliviar el impacto de la radiación, Abe comenzó a cultivar y repartir girasoles y otras plantas. "Plantamos girasoles, mostaza, amarantos y crestas de gallo, que se cree que absorben la radiación", dijo el monje. "Ya cultivamos al menos 200.000 flores (en el templo) y distribuido muchas más semillas. Al menos 8 millones de los girasoles que florecen en Fukushima vienen de aquí", agregó.
Casi 100 voluntarios le ayudan con su proyecto, encendiendo velas en preparación para el Obon, una festividad en honor a los difuntos. Posteriormente, los cantos budistas hicieron eco al zumbido de las cigarras de los árboles cercanos mientras Abe quemaba papeles con los nombres de los difuntos, un ritual en el que los espíritus se "reúnen" simbólicamente con sus vecinos, y animó a los visitantes del templo a que se llevaran a casa algunas flores y semillas.
Los girasoles se emplearon cerca de Chernóbil tras el accidente de 1986 para extraer el cesio radioactivo de los lagos contaminados cercanos. Los científicos japoneses también están llevando a cabo pruebas para demostrar su utilidad en la lucha contra la radiación.
Fuente: Reuters - Infobae.com
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domingo, 21 de agosto de 2011
Japón: girasoles para combatir la radiactividad
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