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domingo, 14 de agosto de 2011
Empalme autopistas 25 de Mayo e Illia (Puerto Madero)
Por Juan Cruz León - Foto de Santiago Porter
Sobre el cruce de las avenidas San Juan y Huergo un tramo de autopista permanece suspendido en el aire. Nervios de metal, las vigas atraviesan el hormigón y se extienden como los dedos de una mano. Esos metros prometían ser el enlace entre la autopista 25 de Mayo y la AU2 (que se terminó en 1996 con el nombre de Arturo Illia), para unir la traza norte con la sur del entramado vial porteño.
Esta historia empezó en 1976, cuando el brigadier Osvaldo Cacciatore asumió como intendente de la ciudad. Inspirado en el libro La ciudad arterial, de Guillermo Domingo Laura, desarrolló un plan de autopistas urbanas para sumar 74 kilómetros en nueve vías rápidas.
Para ejecutarlo tomó medidas polémicas: hubo que expropiar viviendas y solicitar créditos internacionales. Igual, durante la gestión de Cacciatore, sólo se concretaron la Perito Moreno y la 25 de Mayo, que suman casi 16 kilómetros con una estación de peaje en cada una. El resto quedó apenas en los planos: la AU2, la AU3, el plan de modificaciones a la AU4 General Paz, AU5, AU7 y AU8. La AU9 9 de Julio fue pensada como la prolongación de esa avenida en dos tramos, uno al norte y otro al sur, que se concluyeron recién en democracia.
En 1985, debido a las deudas y el bajo rendimiento económico, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires compró el 99,97 por ciento del paquete accionario de Autopistas Urbanas Sociedad Anónima ( AUSA ), el consorcio de empresas argentinas y españolas a las que la dictadura adjudicó las obras viales y su explotación.
En 2006 se trabajó en un proyecto para unir el norte con el sur. Se lo conoce como autopista ribereña. Sin fecha aún de ejecución, la idea es que el acceso sea subterráneo y no en altura, como lo pensó Cacciatore. Mientras, la 25 de Mayo, en su salida sobre el bajo, sigue precipitándose trunca, como una idea obstinada, sobre Huergo.
Fuente: http://www.conexionbrando.com/1394416
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