Quinto productor y principal exportador mundial de biodiesel son dos títulos que colocan a la Argentina en el tablero global del sector de biocombustibles, un mercado que vio su explosión local en 2009 y se afianzará este año con el incremento de la demanda interna gracias a la implementación, desde el mes de enero de este año, de la ley 26.093 (promulgada el 12 de mayo de 2006) y que será efectiva a partir del mes de abril, cuando en las estaciones de servicio de todo el país se comience a vender el gasoil con una mezcla del 5% biodiesel y bioetanol.
"La ley requería que desde el primero enero de 2010 empezara el corte de 5% de biodiesel y bioetanol, B5 y E5, respectivamente. El E5 comenzó solamente en el NOE Argentino, en donde está la caña de azúcar y la producción de etanol es mayor. En el caso del B5, en marzo las empresas productoras de biodiesel empezaron a entregar el producto a las refinerías para que hagan la mezcla del 5% y empiecen a venderlo. En las estaciones de servicio se verá a partir del mes de abril”, afirma Carlos St. James, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER).
Además de las ventajas para el medio ambiente y el empleo de mano de obra nacional, se crea un mercado local de aproximadamente 860.000 toneladas al año de biodiesel, con un valor superior a los US$ 800 millones anuales y se reducirá al máximo la cantidad de gasoil importado por nuestro país, ya que este 5% del corte establecido por la ley es equivalente al promedio de importaciones de gasoil que la Argentina llevó a cabo durante los últimos cuatro años. De esta manera, el Estado se ahorrará unos US$ 600 millones anuales, y cuenta con un instrumento para reducir la dependencia geopolítica que genera la importación de gasoil. “Con el biocombustible se le da valor agregado a los productos del agro y a la cosecha del campo. Pasamos de exportar poroto de soja y se le da un escalón más y, además, las productoras de biodiesel tributan impuestos, como ingresos brutos, IVA, ganancias y eso mejora la posición fiscal, además de aranceles a las importaciones del 20%”, agrega el ingeniero Fernando Pelaez, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO) y director de la empresa productora UnitecBio.
El mercado local de productores de biodiesel está formado por 19 empresas distribuidas en tres categorías: las grandes aceiteras, que tienen plantas propias y ubicaciones estratégicas sobre los puertos; las independientes grandes, que si bien no cuentan con la materia prima propia tienen fuertes inversiones e plantas de excelente calidad; y finalmente, los productores independientes chicos. Con la puesta en marcha del cupo nacional, los principales ganadores serán los pequeños productores. “Son los que estaban parados y ahora, gracias al cupo, se reactivaron, porque el espíritu de la ley está enfocado en las PyMEs”, comenta St. James. Del total de las 19 empresas, ocho tienen asignado el 100% de su producción para abastecer el mercado interno. “Si bien el mercado de exportación es más grande, el doméstico es más seguro, porque el Gobierno establece el precio, mientras que el internacional es muy variable y está afectado al precio del petróleo”, explica St. James.
Para Pelaez, con estas nuevas reglas habrá modificaciones en el mercado. “Antes de que existiera la ley hubo empresas que invirtieron en la Argentina en biocombustibles para exportar. Con su implementación y con una definición de un precio para el mercado interno generará un volumen local nuevo. Además, la idea del Gobierno es subir el corte al 20%, que es lo que daría la capacidad de producción de la Argentina. Para cubrir ese 20% hay que invertir en nuevas plantas, y los US$ 500 o 700 millones que se llevan invertidos se podría duplicar en los próximos años”, comenta. “No sé si para este año habrá más de US$ 100 o 150 millones de dólares de inversión en nuevas plantas, porque desde que se toma la decisión de invertir y se empieza construir lleva unos meses. Creo que en el 2011 habrá otro boom de inversiones en biocombustibles”, estima Pelaez.
Según los datos MRT, elaborados en base a información de la Aduana, las exportaciones de biodiesel de la Argentina pasaron de 168 mil toneladas en 2007, a 1,15 millones en 2009. Las expectativas para 2010 son alentadoras y se espera que en el país se elaboren entre 1,6 y 2,2 millones de toneladas.“La Argentina es el primer exportador mundial de aceite y en el caso del biodiesel de soja no hay muchos otros países que estén exportando estos volumenes. En Europa o Brasil se produce para el mercado interno y Estados Unidos no tiene grandes exportaciones de biodiesel. Malasia exporta biocombustible de palma”, afirma Pelaez.
La economía de escala y las eficiencias únicas que tienen la Argentina en este sector es lo que hizo que la producción de biocombustibles local creciera de esta manera. Los representantes de ambas cámaras coinciden en esta apreciación. “En Brasil las plantas de aceite están distribuidas por todo el país, mientras que acá están ubicadas cerca de puertos con salida marítima. Las plantas de aceite argentinas son de una escala más eficiente que las de todo el mundo. En promedio hay plantas de 15.000 toneladas de poroto por día, algo que no es común en el mundo. Disponibilidad del aceite y concentración de la producción en puntos bien específicos, con buena logística preparada para la exportación, son algunas de las ventajas que enumera Pelaez.
“La soja que se produce, que se convierte en aceite y luego en biodiesel proviene de la provincia de Buenos Aires. La molienda está en Santa Fe y casi todo está en Rosario. Esa eficiencia, esa concentración de materia prima y de molienda, al lado del un río, es una combinación que no la tiene nadie. Estados Unidos produce más soja que la Argentina y, sin embargo, todo está distribuido en lo largo del país. Lo mismo sucede con los productores europeos y los brasileños”, añade St. James.Este presente alentador puede nublarse dependiendo del rumbo mundial tome el mercado. “Estados Unidos y Europa están impulsando los biocombustibles de segunda y tercera generación, es decir, de aquellos en donde la materia primera no es comestible, o en la que usan procedimientos tecnológicos nuevos para hacer biocombustibles, respectivamente.
La Argentina, como todo el mundo, produce biocombustibles de primera generación. Podría darse que dentro de cinco o seis años se decida consumir biocombustibles de segunda y tercera generación. Nuestra gran ventaja está en la primera generación, porque tenemos el aceite. Con un cambio así, de ser lo mejores pasaríamos a ser uno más del montón. Como país e industria hay que estar atento a dónde va el mundo y mantener esta ventaja tan buena que tenemos”, concluye St. James.
Por ahora la medida parece buena para limitar la dependencia, subiendo poco a poco hasta ese 20%. Estemos atentos a ver los resultados.
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