Las “brujas” volverán a rodar por los túneles de la línea A.
Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) anunció que recuperará los primeros
siete vagones belgas La Brugeoise y un octavo fabricado por una compañía inglesa, para prestar con ellos un
paseo turístico de fin de semana. El recorrido se hará de noche y fuera de los horarios de servicio, aunque aún no informaron a partir de cuándo.
Más de siete meses después de que los ralearon de servicio, Sbase presentó en la Sociedad Central de Arquitectos el proyecto de
restauración patrimonial
de ocho de los coches centenarios. Este programa consiste en una
intervención integral, para recuperar tanto las características
estéticas de los vagones como su tecnología. Porque el objetivo es que
puedan volver a hacer el recorrido de la línea A, aunque sólo como un paseo y a baja velocidad.
Los ocho coches elegidos para restaurar forman parte de los 15
declarados Patrimonio Cultural de la Ciudad por las leyes 2.796 y 3.929. El resto están protegidos por un amparo (ver
Un amparo...).
Y si bien el Gobierno porteño al sacarlos de circulación había
presentado diversor proyectos como, por ejemplo, convertirlos en
bibliotecas rodantes para plazas y parques, este es el primero que
comienza tomar forma.
Uno de los vagones que será restaurado es el
número 2, que junto con otros tres fue construido por la United
Electric Car Company de Preston, Inglaterra, y adquirido por la compañía
Compañía de Tranvías Anglo Argentina (CTAA) para la Línea A del subte.
Allí prestó servicio
desde 1913 hasta 1977. En 2001 fue donado a la Asociación de Amigos del Tranvía y, desde 2011, estuvo exhibido en Tecnópolis.
Los otros siete coches forman parte de
la flota construida entre 1911 y 1919
por la compañía La Brugeoise et Nicaise et Delcuve de la ciudad de
Brujas, Bélgica. Uno de ellos es el 27, el único que conserva el
logotipo y los filetes de la CTAA en su interior. Otro es el 81, que
tiene las persianas de ventilación exteriores intactas. Y el 83, que
preserva la distribución de asientos original, con
patas de apoyo de madera moldeada.
El resto son los coches 48, 86, 124 y 125. Estos dos últimos fueron
construidos en el país, imitando el diseño de los Brugeoise. Menos el 2 y
el 83,
todos circularon hasta enero.
La recuperación de
estos vagones incluye la limpieza y restauración de la carrocería, la
decoración, la boiserie, los enlozados, los solados, los cielorrasos,
las luminarias, las carpinterías de madera, los herrajes y todo el
equipamiento interior y exterior. También se repararán todos los
mecanismos para que puedan volver a rodar, repartidos en dos
formaciones.
La encargada de la restauración patrimonial es la
arquitecta María Elena Mazzantini, especialista en tecnologías de
conservación de la madera. “Una bioquímica realizó análisis
físico-químicos de la madera y en el INTI se hicieron estudios de la
especie botánica –cuenta–. Los vagones, sobre todo los que están más
originales, tienen la estructura y la boiserie de
roble de eslavonia. También hay algo de
cedro y los asientos de tablillas son de
guatambú ”.
También
hicieron estratigrafías para estudiar las distintas capas de pintura.
“Los subtes se pintaron de distintos colores de acuerdo a la época, pero
no encontramos restos de la pintura original. Por eso, la
decisión fue pintar los vagones de los colores con que estuvieron
circulando hasta enero”, detalló la especialista.
Los coches
fueron modificados muchas veces a lo largo de los años. Originalmente,
fueron concebidos para ser usados como tranvías y como subtes: entre
1915 y 1926, el tren
salía a la superficie en Primera Junta y seguía viaje hasta Floresta.
Por eso los vagones tenían cuatro puertas de cada lado. Dos eran
corredizas y quedaban al nivel de los andenes subterráneos. Y dos eran
plegadizas y estaban en los extremos, donde había plataformas con
estribos que permitían el descenso a la calle.
“Cuando dejaron de
funcionar como tranvías, les sacaron estas partes delanteras, les
hicieron un frente en cada punta y les pusieron la cabina del conductor a
la izquierda –detalla Mazzantini–. Además, los cortaron al medio y les
agregaron un tramo central, con una puerta más a cada lado”.
Con tantos cambios, según la arquitecta, es
imposible devolverles su estado original: “Se decidió volverlos al estado en que estuvieron en uso hasta hace poco, que es el que está en el
pensamiento colectivo de la gente ”.
Los vagones, dice Mazzantini, se encuentran
muy agredidos
por malas intervenciones y con grafittis hechos con punzones o
pintura. “Vamos a limpiar toda la madera y a sacar los barnices. También
le haremos un tratamiento ignífugo, para finalmente darle una
terminación. Por otra parte, vamos a cambiar los pisos, que están
extremadamente deteriorados, por otros de un material más flexible”.
“Los
trabajos se realizarán siguiendo los estándares internacionales
–promete el presidente de Sbase, Juan Pablo Piccardo–. La idea es que,
en el futuro, vecinos y turistas puedan volver a disfrutarlos en todo su
esplendor como un paseo turístico nocturno de fin de semana, tal cual
nos comprometimos a hacerlo cuando decidimos sacar los viejos vagones de
circulación”.