Por Fernando Rodríguez - LA NACION
Estaciones ubicadas en dos islas en alta mar ubicaron en tiempo, lugar e intensidad el estallido atribuido al San Juan.
El área donde se detectó la anomalía hidroacústica y las profundidades de la plataforma marítima
La triangulación de las mediciones de los hidrófonos operados en el Atlántico Norte y en el Índico por el organismo supranacional que supervisa las pruebas nucleares dieron la precisión de tiempo, distancia e intensidad de lo que definieron como un "evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión" ocurrida a las 10.55 del 15 de noviembre pasado, muy cerca del talud donde acaba la plataforma continental argentina.
El dato trascendental, acercado a la Armada por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Otpce, en inglés, Ctbto, Comprehensive Test-Ban-Treaty Organization), confirmó las peores presunciones: que el ARA San Juan sufrió un evento cataclísmico en plena navegación hacia Mar del Plata, a unas 30 millas náuticas al nor-noreste de su último punto de contacto radiofónico y a más de 400 kilómetros de la costa patagónica, frente al golfo San Jorge, ya cerca del talud que marca el fin de la plataforma continental argentina.
Dos sensores a 7000 kilómetros y otro a unos 10.000 kilómetros de distancia registraron el suceso.
Los equipos de medición hidroacústica de anomalías sísmicas con los que se registran eventuales eventos nucleares están en la isla Ascensión (bajo el control británico, a mitad de camino entre América y África, a unos 2300 kilómetros de Recife) y en la isla Crozet, parte de un archipiélago subantártico francés situado al sur-sureste de Sudáfrica, aproximadamente en coincidencia con el meridiano de la isla de Madagascar y en una latitud coincidente con la de Puerto Deseado, Santa Cruz. En concreto: dos sensores a 6500 kilómetros uno y a 7800 kilómetros de distancia el otro, registraron el suceso catastrófico que habría hecho sucumbir al S-42.
El trágico anuncio cierra la puerta a la esperanza de encontrar con vida a los 44 tripulantes del San Juan. Ahora, las fuerzas internacionales que se unieron a las argentinas para intentar la búsqueda y el rescate del submarino argentino se concentrarán en intentar ubicar al TR-1700.
Ayer, al caer la tarde, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, afirmaba que los medios de superficie y aéreos abocados a la búsqueda habían ceñido su rastrillaje a un área de unos 50 km2. Aunque eso representa apenas un "parche" en la vastedad del mar-océano, especialmente para los barcos, que se mueven a baja velocidad y por estas horas realizan sus detecciones con radares de visión lateral (usados para obtener imágenes del lecho oceánico) y el lanzamientos de sondas multihaz, para lo que necesitan moverse a bajas velocidades en un mar siempre agitado.
Este rastrillaje de fondo enfrenta un riesgo: la triangulación de los hidrófonos de la Ctbto marcó un punto de referencia de latitud y longitud que está prácticamente en el límite del talud de la plataforma marítima continental. A partir de allí empieza, hacia el este, una pendiente que rápidamente alcanza profundidades que superan los 1000 metros.
En caso de que el ARA San Juan se haya ido a pique y, a la deriva, se haya desplazado en la pendiente del talud o haya quedado en alguno de los escalones más allá de los 1000 metros, no se puede descartar que el casco resistente del buque haya colapsado irremediablemente.
Veteranos marineros militares recuerdan el caso del USS Scorpion, un submarino nuclear norteamericano declarado perdido en junio de 1968, cuando navegaba con 99 tripulantes a unas 350 millas náuticas de las islas Azores, en el Atlántico Norte. Terminó a 3000 metros de profundidad y allí yacerá eternamente. Los Estados Unidos, luego de fotografiarlo, decidieron dejarlo en ese santuario.
En un nuevo parte, la Armada anunció que continúa la búsqueda del submarino ARA San Juan
La Armada, con el auxilio de fuerzas y medios especializados de varios países -especialmente, norteamericanos-, proseguirá la búsqueda del San Juan. Se necesita dar con el casco, fundamentalmente, para determinar de manera contundente el destino de los 44 tripulantes.
Pero también, si la profundidad en la que está el submarino lo hace posible, recuperar el TR-1700 o poder acceder a él con medios técnicos de registro podría ayudar a echar luz sobre las causas de su colapso. Especialmente, poder conocer cómo se produjo aquel "evento violento, singular, anómalo, corto y no nuclear consistente con una explosión".
Lassina Zerbo - @SinaZerbo
Nuestra red hidroacústica detectó una señal inusual cerca de la última posición conocida del submarino argentino SanJuan.La señal de un evento impulsivo debajo del agua fue detectado 15 nov 13:51 GMT, Lat -46.12 °; Long: -59.69 °.Datos compartidos con autoridades argentinas.
13:46 - 23 nov. 2017
Como adelantó LA NACION en su edición de ayer, la principal hipótesis apunta a un cortocircuito en los packs de batería que dan energía a la nave, más concretamente, el tanque 3 -que ya había reportado fallos a lo largo de toda la vida útil de la nave-, según confiaron a LA NACION calificadas fuentes de la Marina.
La presunción es que la detonación fatal se produjo cuando el San Juan navegaba en inmersión, a unos 15 o 20 metros, es decir, a profundidad de periscopio. En esa situación pudo haberse producido una inesperada entrada de agua que hubiera llegado a la zona de baterías y que, en consecuencia, hubiese generado un poderoso arco voltaico entre los bornes de los generadores de estribor y el casco del buque, con resultado catastrófico.
Los sensibles hidrófonos de la Ctbto (hay 11 alrededor del mundo y el sonido submarino, de baja frecuencia, se propaga eficientemente a través del agua, por lo que, si bien buscan especialmente evidencias de pruebas nucleares, son capaces de registrar una detonación de 40 kg de dinamita a 16.000 kilómetros de distancia) captaron una sucesión de explosiones a una latitud de -46,12 grados y a -59,69 grados de longitud. Según los espectrogramas publicados, correspondientes a la estación de Ascensión HA10, la primera "anomalía hidroacústica" es la más importante; la segunda ocurre 90 segundos después, y luego, una menor, 60 segundos más tarde. El sonido tardó una hora en recorrer, a través del agua, 6500 kilómetros.
A falta de más datos, un veterano submarinista sugirió a LA NACION que la primera marca, la más destacada, podría corresponder a la explosión dentro del buque; las otras, quizás, a su colapso. El buque estaría entero por fuera, pero arrasado por dentro.