Poseen un sistema que mezcla mejor los gases y concentra más el calor. Apoyo del INTI.
Basta con echar una mirada al mapa de las redes de distribución de gas natural para comprobar
que la población abastecida por este combustible está masivamente concentrada en la Capital Federal y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Tucumán, más algunas áreas esparcidas a lo largo de la geografía nacional.
El resultado de esta distribución que saltea gran parte del territorio es que hay algo más de seis millones y medio de familias usuarias de gas natural, pero cuatro millones que están obligadas a utilizar leña, garrafas o gas licuado de petróleo. El costo de este último ronda los 35 pesos, aproximadamente, cada 10 kg, pero a la lista del debe hay que agregar, entre otras cosas, el impacto medioambiental de la quema ineficiente de madera, uno de los factores que impulsan la deforestación.
Francisco Borrazás y Jorge Dartiguelongue creen que encontraron parte de la solución a estos problemas. Trabajando con el apoyo y la supervisión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), diseñaron un calefactor y una cocina que pueden alimentarse con todo tipo de biomasa que queman con mayor eficiencia. "La cocina funciona con cuatro ramitas. Basta medio cajón de fruta para hacer una comida para una familia", ilustra Borrazás.
Dartiguelongue, economista y empresario de riesgo, y Borrazás, "casi" ingeniero agrónomo, no son novatos en estas lides. Ya habían diseñado una estufa/cocina/horno de alta eficiencia en la combustión y la transmisión de calor.
Sin embargo, la Ñuque, como la bautizaron, tiene un inconveniente para su uso en zonas cálidas: en verano sigue generando calor. El actual diseño, por el contrario, además de consumir cualquier tipo de leña y hacer hervir una olla de agua en ocho minutos, es especial para lugares cálidos. "Está totalmente aislada: sólo calienta la hornalla, por lo que es ideal para la Mesopotamia", agrega Borrazás.
El calefactor, por su parte, mide tres metros cincuenta de alto y está diseñado para quemar todo tipo de residuos vegetales: desde leña a briquetas o pellets (también están desarrollando la adaptación para el uso de carozos de aceituna, un recurso abundante en provincias cordilleranas). Aplica el mismo principio de combustión de la Ñuque, pero está pensado para generar agua caliente o calentar grandes ambientes o edificios. "Puede calefaccionar una escuela, un hotel de 20 habitaciones o un secadero industrial, por ejemplo", explica el licenciado Mario Ogara, director técnico del INTI. Para hacerse una idea de su rendimiento, baste con mencionar que entrega 200 litros de agua a 60 grados cada doce minutos y alcanza unas 130.000 calorías o más en comparación con una estufa común, que produce 15.000.
"En la Argentina hay cualquier cantidad de residuos de biomasa, acota Borrazás. Sin embargo, mientras en Uruguay y Brasil la biomasa es responsable del 30% de la matriz energética, aquí sólo provee el 1%. Es una locura que se subvencionen los combustibles fósiles en lugar de las energías alternativas, como ocurre en el resto del mundo."
Gracias al instrumental del INTI se pudieron medir parámetros como la cantidad de carbono residual, el material particulado y otros que permitieron hacer un diseño muy ajustado. Por su sistema de "vórtex" ,que produce una espiral que mezcla mejor los gases, concentra más el calor y, por la turbulencia, produce una llama muy fuerte, los dispositivos desarrollados por estos innovadores tecnológicos queman en forma más eficiente que un fogón o una cocina económica convencional. En tiempos en los que se impone el ahorro de energía, un aporte para tener en cuenta.
Foto: Silvana Colombo
Fuente: Por Nora Bär -Diario La Nación