El Presidente planteó el tema este lunes ante la mesa chica de su equipo. Estudia castigar a mandatarios que no cumplan.
A la mesa. Macri encabezó ayer una reunión de seguimiento de gestión del ministerio de Producción.
“El déficit tiene que llegar a cero y después mantenerse en cero hasta que dejemos de ser Gobierno”. Esa fue la hoja de ruta que trazaron Mauricio Macri y Nicolás Dujovne cuando el Presidente decidió designarlo en el sillón que ocupaba Alfonso Prat-Gay. La primera meta está pensada para el último año de este mandato. La segunda, no explicitada por Macri ante sus funcionarios, está ideada para gobernar un eventual segundo período con pleno equilibrio entre lo que se recauda y lo que se gasta. Para eso, ya le pidió a su Gabinete que apriete las clavijas sobre las provincias rebeldes. La cuestión se venía charlando en las reuniones de Gabinete, pero el lunes el primer mandatario fue más enfático en la sesión de coordinación.
Bajar el déficit fiscal es una de las obsesiones de la Casa Rosada y el Presidente estaría dispuesto a castigar a los gobernadores que no se sumen a la política nacional. ¿Cómo? Dejaría de enviarles asistencia económica y les bloquearía el financiamiento. “Mauricio cree que se despilfarra mucha plata en clientelismo político. Si no tenés plata para pagar los sueldos o hacer obras no podés permitir que siga ingresando gente a la administración pública”, dicen en su entorno.
Hay un dato que le aportó Dujovne y que Macri suele mencionar seguido: en los últimos diez años, las provincias aumentaron cuatro puntos del PBI para gasto del personal. Los mandatarios buscaron minimizar el rojo en las cuentas subiendo la alícuota de ingresos brutos.
Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, le presentó a Macri dos proyectos que forman parte del plan. El programa de sustentabilidad provincial, que apunta a “buscar una convergencia del equilibrio de aquellas jurisdicciones con déficit primario con una reducción de un tercio del déficit de 2016” y la Reforma de Ley de Coparticipación, que persigue “un nuevo esquema de coparticipación basado en criterios objetivos de reparto”. En el borrador trabajaron el secretario de provincias, Alejandro Caldarelli y el subsecretario de relaciones con las provincias, Paulino Caballero.
El Presidente insistió en la reunión de coordinación, que comparte con Marcos Peña, Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Gabriela Michetti, Federico Pinedo y Frigerio con que “hay que construir un Estado sustentable”. Pretende mantener o disminuir la plata del personal de las administraciones para poder reducir la presión tributaria de los sectores productivos. Y resalta que este año debe lograrse sí o sí que el déficit no supere el 4,2% establecido en el Presupuesto.
El mapa que tienen confeccionado en la Casa de Gobierno sobre el comportamiento de las provincias se divide en tres:
Uno: Los distritos que han comenzado a ajustar sus cuentas, como Mendoza y Buenos Aires, que, aunque les queda mucho por hacer, tienen en Alfredo Cornejo y sobre todo en María Eugenia Vidaldos a dos referentes más que identificados con el proyecto nacional.
Dos: las provincias que, pese a que arrastran otro tipo de dificultades y que no comulgan con el credo macrista, no presentan problemas de déficit, como Córdoba, San Luis, Santiago del Estero y Formosa. Córdoba es mencionada con frecuencia por su compromiso: “Se sobrepuso incluso al látigo que le aplicaban en tiempos de Cristina”, dicen en el Palacio de Hacienda. En este grupo de provincias que surfean el gasto ubican una rareza: Santa Fe, que presenta desequilibrio fiscal, pero no acostumbra a pedir rescates a la Casa Rosada.
Tres: las provincias que están lejos de la meta y no parecen dispuestas a oír la convocatoria de la Nación, entre ellas Santa Cruz y en menor medida Tierra del Fuego; pero también aparece Jujuy, un territorio que Macri cuida por su buena sintonía con Gerardo Morales, y que en 2016 tuvo un déficit mensual de aproximadamente 300 millones de pesos. “Algo va a tener que hacer, Gerardo, por más buena onda que haya”, dicen en las reuniones de coordinación.
En la Casa Rosada consideran que los gobernadores han tomado nota del nuevo mapa político. Una prueba: el compromiso que firmaron semanas atrás en Mendoza los delegados de 21 provincias para no aumentar el gasto más allá de la variación inflacionaria. Aunque ninguno acelera con el ritmo que le gustaría a Macri. El Presidente siempre quiere que los ajustes en las economías provinciales -en rigor, también en la de su administración- sean más fuertes. “Pero acá no puede haber políticas de shock, tenemos que ser graduales”, se atajan los referentes económicos de Cambiemos.
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