Según el diario La Nación, el medicamento aún debe demostrar su eficacia en poblaciones africanas, las más afectadas por la enfermedad. En 2015 la malaria mató a 429.000 personas en el mundo, el 92% de ellos en África.
Las cifras de la malaria son calamitosas. En 2015, los parásitos Plasmodium, que se transmiten a través de las hembras de mosquitos Anopheles, mataron a 429.000 personas en el mundo, el 92% de ellos en África. La mayoría eran niños menores de cinco años.
Según informó El País, las medidas para evitar infecciones son diversas. Las más eficaces son poco sofisticadas, como las redes para mosquitos tratadas con insecticida o el rociado de los interiores de las viviendas. Pero para avanzar en la erradicación de la malaria es necesaria una combinación de varias herramientas.
Una de estas medidas son las vacunas que, por el momento, han mostrado eficacia limitada. En 2015, la Agencia Europea de Medicamentos aprobó la primera vacuna contra la malaria. La Mosquirix, desarrollada por la empresa farmacéutica GlaxoSmithKline, tiene una eficacia parcial que varía según la edad. En niños vacunados a partir de los cinco meses es del 36% y del 27% para los vacunados a partir de las seis semanas.
Recientemente, un equipo internacional dirigido por Peter Kremsner, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Tubinga (Alemania), y Stephen Hoffman, director de la biotecnológica Sanaria, anunciaron en la revista Nature los resultados de un ensayo con humanos para probar una nueva vacuna. Entre los 35 participantes, ninguno sufrió efectos secundarios importantes y nueve obtuvieron una protección del 100% frente a la infección durante al menos 10 semanas.
La nueva vacuna tiene un enfoque distinto de Mosquirix. La primera introduce en el organismo un antígeno, una sustancia que produce una respuesta defensiva frente al parásito. La segunda busca inmunizar introduciendo el parásito entero, atenuándolo a través de radiación o manipulación genética.
Pese a la importancia del resultado, todavía quedan obstáculos para que la vacuna se pueda aplicar en las regiones afectadas por la malaria, principalmente África. "Nosotros estamos colaborando con los grupos de Nigmegen, Sanaria y Tubinga para entender los mecanismos inmunes de estas vacunas ellos vieron que la aplicación de este tipo de vacunas, pese a haber tenido buenos resultados en un pequeño grupo de alemanes, no produce una inmunidad tan buena en africanos", señaló Dobaño, jefa del grupo de inmunología de la malaria de ISGlobal en Barcelon. Estas diferencias se pueden atribuir a factores genéticos distintos, a una mayor exposición a infecciones crónicas que hayan debilitado el sistema inmune, la nutrición o los microbios distintos que cada población tiene en su intestino.
Entre 2010 y 2015, la mortalidad descendió un 29% en todo el mundo, una caída que llegó al 35% entre los menores de cinco años.
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