Se jugó por una apuesta asiática. A todo o nada. Florencio Randazzo,
ministro del Interior y Transporte, ignoró los discursos políticos del
kirchnerismo en los que declamaban la puesta de pie de la alguna vez
importante industria ferroviaria nacional y optó por importar "llave en
mano". Reflotó algunos acuerdos bilaterales prácticamente sin estrenar y
con la letra que le daban partió a China.
Así empezó la apuesta china de Randazzo. La necesidad de gestión se vería coronada si se hacía a velocidad récord. Para lograrlo pagó casi al contado, como cuando se compra un mueble: un adelanto y el resto, contra entrega.
Anunció varias veces la compra y hasta se citó a los periodistas a la Casa Rosada para ver un Power Point de cómo se fabricaban los trenes en China o para disfrutar de las fotos de los vagones cuando se subían a los transatlánticos.
En septiembre del año pasado, Zheng Changhong, presidente de CSR, el grupo que vendió los vagones, estuvo en el país y anunció que seguramente se instalarán en la Argentina. Luego, una delegación de técnicos chinos llegó a pasar revista a los talleres ferroviarios locales. Se llevaron un detalle de cada una de las plantas que trabajan en remozar las formaciones que ahora lucen el "celeste Randazzo". Dicen que decidirán cuál es la más apropiada para instalar una planta para mantener los más de 400 coches que renovarán los que se arrastran por las vías de los ramales Sarmiento y Mitre. No se sabe nada aún.
"Lo mío es gestión", repite Randazzo cada vez que puede. Cree que ése es su diferencial en la política argentina. Justamente esa hiperactividad lo ha llevado a que su predecesor en el área, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, lo mire con algo más que recelo.
Ese afán por mostrar rápido sus logros ferroviarios, comentan por lo bajo en el sector, hizo que el control de calidad de lo que se compraba haya tenido una vista más gorda que la que se posó en los costos, que según las mismas fuentes son muy acertados.
La primera formación está en camino. Randazzo espera ansioso el día que ese tren celeste recorra los rieles metropolitanos. Dice que será el primer escalón de la revolución ferroviaria que prometió. Por ahora ése es el horizonte. En el medio hay muchas preguntas. ¿Qué pasará con los trenes que hoy circulan, que según el ministro fueron acondicionados a nuevo? ¿O con los talleres ferroviarios argentinos? La apuesta asiática es todo. Y a ese pleno se juega Randazzo..
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