Por Maria Tsvetkova, Sverevo Reuters
Clases de Corán en Aleppo, la ciudad sitiada por rusos y sirios. Foto: Reuters / Abdalrhman Ismail
TOGLIATTI, Rusia.- Los primeros meses de este año fueron letales para una unidad de 100 soldados rusos que dan apoyo a las tropas del presidente Bashar al-Assad en el norte de Siria.
El 3 de febrero, Maxim Kolganov, de 38 años, murió en un cruce de fuego con rebeldes cerca de Aleppo, cuando una bala perforó su armadura y su corazón. Un mes después, el 9 de marzo, la misma unidad quedó bajo fuego de artillería cerca de Palmira, y Sergei Morozov, de 38, resultó herido y murió rumbo al hospital.
En el sur de Rusia, los familiares de los caídos recibieron las medallas: la Orden del Valor, con certificados firmados por el presidente Vladimir Putin. La intención de esas medallas era honrar el sacrificio de esos hombres por su país. El problema es que Kolganov y Morozov no eran empleados del Estado ruso. Estaban en Siria como contratados particulares, un pequeño grupo dentro de un verdadero ejército de combatientes privados desplegados secretamente por el Kremlin en Siria.
Las muertes de Kolganov y Morozov, y de otros como ellos, no se hicieron públicas. Sus familias dicen haber recibido poca información y que les pidieron no hablar del caso. En al menos uno de los casos, la familia recibió una compensación de alrededor de 100.000 dólares.
Oficialmente, Rusia sólo participa en la guerra aérea sobre Siria, con un pequeño número de fuerzas especiales sobre el terreno. Moscú niega que sus tropas estén involucradas normalmente en operaciones de combate terrestre.
A pesar de su estatus no oficial, operarían en coordinación con el ejército ruso y al regresar a sus hogares tienen todos los privilegios de un soldado regular. Vuelan a Siria en aviones militares rusos y aterrizan en bases rusas. Cuando resultan heridos son atendidos en hospitales reservados para los militares rusos y se les otorgan medallas de Estado.
No ha sido posible determinar la cantidad precisa de mercenarios rusos que combaten en Siria o el número de bajas que han sufrido.
Ni el Kremlin ni el Ministerio de Defensa ruso respondieron la consulta del periodismo. Tampoco las autoridades de Siria, y no ha sido posible identificar a las empresas contratantes o la fuente del dinero que reciben los soldados o sus familias.
Para la ley rusa es ilegal trabajar como combatiente privado en otro país. Sin embargo, muchos ciudadanos rusos han participado en guerras en territorio de la Unión Soviética desde su desaparición, en 1991.
En 2014, grandes cantidades de rusos combatieron abiertamente en nombre de los separatistas pro-rusos en Ucrania. Los países occidentales dicen que esas unidades rebeldes fueron organizadas, pagadas y armadas por Moscú; el Kremlin dice que esos rusos eran voluntarios independientes.
El año pasado, Rusia se sumó a la guerra en Siria. Entre los veteranos del conflicto en Ucrania corrió rápidamente la voz de que se necesitaban mercenarios. Según tres personas que conocieron a Morozov y Kolganov, ambos habían combatido en Ucrania dentro de la misma unidad que después los llevó a Siria.
Morozov, el combatiente que perdió la vida cerca de Palmira, había regresado de Ucrania a su hogar en el sur de Rusia y se había dedicado a la política local.
Fue colaborador de Mijail Degtiariov, miembro del Parlamento oriundo de su ciudad, Samara. Al ser consultado, Degtiariov confirmó que Morozov era su amigo y que había muerto en combate en Palmira.
Los veteranos rusos del conflicto en Ucrania fueron reclutados para Siria cuando se hizo evidente que los sirios no podían conservar su territorio sin ayuda terrestre.
Según dos allegados a esos combatientes, los mercenarios llegan a Siria en barcos alquilados por el ejército ruso que atracan en el puerto de Tartus o en aviones militares que aterrizan en la base aérea rusa de Jmeimim, en el oeste de Siria.
Un médico de un hospital militar ruso reveló que los heridos son trasladados a Rusia en aviones militares de carga y luego atendidos en hospitales militares. Cuando Morozov y Kolganov perdieron la vida, sus cuerpos fueron repatriados a bordo de un avión militar y depositados en la morgue usada por los militares en la ciudad sureña de Rostov.
Kolganov nunca les reveló a sus familiares adónde había sido destinado, pero las fotos contenían algunas pistas. La familia recién tuvo pruebas de que había estado en Siria tras su muerte, cuando vio su pasaporte con el sello de ese país.
Los encargados de darles por teléfono la noticia del deceso y de entregarles el cuerpo en Rostov no explicaron dónde lo habían matado o quién había sido su empleador. Ninguna de esas personas se identificó: se limitaron a decirles que no hablaran con la prensa.
Moscú, en defensa de un aliado
2011 Protestas - Comienza una revuelta popular contra el gobierno de Al-Assad que luego se transforma en una guerra civil
2012 Apoyo - Las potencias occidentales y árabes asisten a los grupos rebeldes que combaten a Damasco, ayudada por Irán
2015 Intervención - El Kremlin utiliza su poderío aéreo para fortalecer el avance de las tropas de Al-Assad
Traducción de Jaime Arrambide
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