BRASILIA.- En un pacto militar que podría alterar el equilibrio de fuerzas en América latina, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y su par francés, Nicolas Sarkozy, firmarán hoy el mayor acuerdo de defensa de los últimos tiempos y afinarán sus posiciones diplomáticas para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU. Invitado de honor a la fiesta por la independencia brasileña, que se celebra hoy, Sarkozy llegó ayer por la tarde a Brasilia y se reunió anoche con Lula en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial.
Además de los submarinos y helicópteros, el gobierno brasileño probablemente compre a Francia 36 aviones caza Rafale a un costo de 5500 millones de dólares. La preferencia por los cazas franceses fue confirmada por el ministro de Defensa, Nelson Jobim, pero esa adquisición aún no fue concretada. "Todavía espero las consideraciones de la FAB [Fuerza Aérea Brasileña] sobre el precio y la transferencia de tecnología. Ellos harán la elección e indicarán los pros y los contras de cada avión", señaló Jobim. Los militares brasileños deben definir el vencedor de una licitación, cuyos tres finalistas son los aviones franceses Rafale, los F-18 de Estados Unidos y los Gripen, de Suecia. Para convencer a Brasil, que busca desarrollar su propia industria de defensa, Francia aceptó un acuerdo sin precedente de transferencia de tecnología. Además, el acuerdo con Francia incluye un protocolo de cooperación para modernizar su capacidad de combate.
Con la firma del acuerdo, sumada a la probable adquisición de los aviones Rafale, Brasil se confirma como socio preferencial de Francia, lo que le permitirá acceder de manera privilegiada a tecnología de punta para capacitar su industria bélica. El mismo Sarkozy afirmó ayer, en una entrevista con el diario O Globo , que la "alianza estratégica" en marcha no es un acuerdo comercial entre un país proveedor y otro comprador de armas, sino una "sociedad" en la que Brasil recibirá equipos y conocimiento.
Para el especialista en asuntos militares Roberto Godoy, este acuerdo modificará la ecuación militar de la región. "Probablemente esto sea el inicio, aunque nadie lo admite porque puede traer consecuencias diplomáticas, de un camino que dará al país el mayor poder de fuego naval de América latina", afirmó. "La idea es contar con un poder de fuego disuasivo" superior al de los países vecinos, agregó Godoy.
El diputado José Genoíno, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), enfatizó que el reequipamiento brasileño no es una amenaza para los demás países de la región. "La política de defensa adecuada para Brasil es la disuasiva, no la de la confrontación, pero un país que se quiere proyectar internacionalmente debe contar con una fuerza coherente" con sus aspiraciones, explicó. El fortalecimiento del poderío naval brasileño tiene como prioridad velar por los más de 50.000 millones de barriles de petróleo descubiertos en los últimos años que yacen en el litoral atlántico. La preocupación por garantizar la seguridad de esos "recursos estratégicos" aumentó luego de que Estados Unidos anunció, el año pasado, la reactivación de su IV Flota, reconoció Genoíno. "En materia de defensa ninguna decisión se toma sin querer", comentó el legislador, que representa al PT en la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa de la Cámara baja.