Por Jorge Reinaldo Vanossi (*) Para LA NACION
En recientes colaboraciones publicadas en LA NACION, inspiradas por Marcos Aguinis y Abel Posse, destacados pensadores y
escritores, se insta a la dirigencia del país a buscar coincidencias alrededor de cuestiones fundamentales, también llamadas "políticas arquitectónicas" o "políticas de Estado".
Estimo que todos estamos de acuerdo en la urgencia de procurar los más amplios consensos; pero no es menos cierto que la explicitación de los fines no nos excusa del imperativo de la sugestión de los medios, tal como paralelamente acontece con el derecho de crítica o de protesta al generar el consiguiente deber de acercar las propuestas para logar los cambios. Acá van, entonces, algunas, para romper el círculo vicioso de "más de lo mismo" y evitar la caída en las variantes de "peor de lo mismo".
1- Buscar la "paz interior" como un mandato prioritario del Preámbulo de la Constitución Nacional. Generar una atmósfera de "seguridad", que abarque -como mínimo- la seguridad personal, la seguridad jurídica y la seguridad social. Derogación de los "superpoderes" y de la prórroga de la "emergencia 2002". Sanción de la tan postergada ley de acceso a la información.
2- Respeto a la separación de los poderes y a su digna sustentabilidad, garantizando, asimismo, el funcionamiento eficiente de todos los órganos de control, para que las instituciones vuelvan a su quicio y el Congreso, los jueces y los fiscales actúen con la energía que la sociedad espera de ellos. Firmeza en la aplicación del principio republicano de la "responsabilidad" de los gobernantes y demás funcionarios.
3- Reorganización de todos los partidos políticos y promoción de una "ley-convenio" para que las nuevas afiliaciones se efectúen personalmente y ante los juzgados y tribunales de todos los fueros nacionales y provinciales. Mayor control de los procesos electorales internos y externos por un fuero judicial en todas las instancias y jurisdicciones, quitándole esas funciones al ministerio político. Vigorización de control de la gestión financiera de la administración.
4- Reinserción de la República Argentina en el concierto mundial, cordializando e intensificando las relaciones vecinas y regionales, con preferente profundización del entendimiento con regímenes basados en la vigencia de la democracia constitucional, el Estado de Derecho, el respeto al pluralismo de ideas e intereses y la garantía de los derechos humanos de todos los componentes de la sociedad. Solución de las desinteligencias con la Iglesia y armonía con los demás cultos religiosos.
5- Fin del unicato y restablecimiento del régimen federal, respetando las autonomías y estimulando la regionalización. Supresión de las políticas prebendarias o extorsivas que discriminan a provincias y municipios según sea su adhesión política. Reemplazar la corruptela de la dádiva por la siempre demorada ley de coparticipación (Art. 75, C.N.).
6- Promoción de las inversiones internas y externas, con exenciones impositivas y otros estímulos y garantías (Art. 75, inc. 18, C.N.), procurando mayores niveles de productividad, generación de empleo y formación profesional (Art. 75, inc. 19, ídem). Fomento de las exportaciones. Una política que despierte seguridad, confianza y credibilidad en las relaciones de todo orden con la República Argentina. Estabilidad y respeto de las "reglas del juego" en cada uno de esos ámbitos y en un marco de equidad.
7- Defensa del valor de la moneda (Art. 75, inc. 19), rectificando las políticas causantes de inflación y, a la vez, frenando los gastos superfluos y suntuarios. Poner coto a la publicidad abusiva y discrecional de cualquier oficialismo de turno.
8- Reducción del IVA en alimentos y medicamentos. Eliminación del distorsivo impuesto al cheque, que al desalentar la bancarización provoca un aliciente a la evasión. El apoyo a la producción y al trabajo, que constituyen la "gallina de los huevos de oro" de nuestro crecimiento y desarrollo y que exigen un ámbito de previsibilidad, estabilidad y sensatez.
9- Cuidar el superávit fiscal como un reaseguro permanente de solvencia y equilibrio y no como un fin en sí mismo o un mero símbolo exitista, teniendo siempre en cuenta que acrecentar el "bienestar general" es uno de los altos fines que marca el Preámbulo de nuestra Constitución, sentida y vivida como credo cívico del pueblo argentino.
10- Reemplazar la maraña de múltiples "planes" que por desviación del poder se agotan en la práctica del "clientelismo", para instalar un sistema integral de seguro social orientado a cubrir los riesgos de desocupación y salud, contemplando la ayuda y cooperación tendientes a la superación -en materia de vivienda- de los "ranchos" en el campo y de las "villas" en las urbes.
11- Inclusión de la educación como una cobertura componente del sistema de seguridad social, a fin de erradicar el riesgo de la insuficiente capacitación y de la escasa formación, que atentan contra la elevación de la igualdad de oportunidades y la consiguiente movilidad social ascendente. Asimismo, reorientar la distribución de las partidas presupuestarias hacia una mayor dotación en las áreas de la investigación científica y de las nuevas tecnologías, multiplicando el porcentaje del PBI, a semejanza de otros países hermanos.
12- Cumplimiento efectivo e inmediato de la "movilidad" de las prestaciones jubilatorias (Art. 14 bis, C.N.) y eliminación del despojo que recae sobre el sector pasivo, que debe ser eximido del impuesto a las ganancias, habida cuenta de que sus retribuciones (jubilaciones y pensiones) tienen carácter "alimentario" según doctrina y jurisprudencia constante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
La docena de puntos expuestos admite una remodelación a tenor de las constantes vicisitudes que sacuden a diario la vida internacional, la regional y la nacional. Sacudones sorpresivos y sorprendentes nos obligan a quedar sometidos a las alteraciones de todo orden, que llevan a una creciente "quiebra de las certidumbres". Creemos que es una obligación cívica acercar ideas con la finalidad de volver "a su quicio" el actual estado de cosas: la anomia reinante.
Pero no se superará el agobio del "despotismo no ilustrado" si los roles protagónicos continúan monopolizados por quienes tienen fundadamente cuestionada la doble idoneidad requerida: la moral y la técnica.
(*) El autor es director del Instituto de Derecho Constitucional de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires
Fuente: Diario La Nación