En la Argentina, si existe un rubro que
goza de todos los beneficios
del "cerrojo" a las importaciones es el de los
electrodomésticos. De hecho, junto con el automotriz, forma
parte del "
corazón" de la política industrializadora que viene
aplicando el kirchnerismo desde el 2003.
Y así como los vehículos se convirtieron en uno de los grandes símbolos de
ascenso social de los últimos años, los
artículos del hogar
también
contribuyeron a
darle forma y a
sustentar gran parte del
relato K.
En efecto: el
boom de ventas que se dio en el último tiempo,
corporizado por las ventas sin freno de
televisores pero
también de
heladeras,
lavarropas,
cocinas y demás productos,
marcaron a fuego
una época durante la cual, potenciada por la inflación, la
cultura del
consumo reemplazó a la del
ahorro.
En este contexto, con el objetivo de capitalizar los crecientes récords de
ventas, el
Gobierno fue apretando cada una de las tuercas para
así ir cerrando las fronteras de modo que sólo las
empresas con
procesos productivos a nivel local pudieran sacarle el jugo al
nuevo escenario.
Así, el rubro que engloba a los
electrodomésticos y productos
electrónicos para el hogar se transformó en uno de los
más
custodiados por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno,
quien llevó adelante la dura misión de que el
Made in Argentina
sea el verdadero protagonista del boom del consumo, de modo que
en cada
casa haya una
heladera, una
cocina,
un
lavarropas o un
microondas con
"ADN" nacional.
Esto se tradujo en un duro panorama para las empresas importadoras que, hasta
el primer semestre de este año, debieron luchar a capa y espada para
liberar contenedores que hacía cerca de un año permanecían
varados en la Aduana a la espera de aprobación oficial.
"Hasta junio había
electrodomésticos que estaban parados desde
2011. Realmente se hizo muy duro poder operar de esa manera. Ahora los
permisos fluyen con un poquito más de normalidad, pero
nos encontramos
muy lejos de estar en una situación ideal", se quejó un empresario del
rubro que pidió estricto off the record, quien agregó que "durante los últimos
dos años
la pasamos muy mal por falta de stock".
Este escenario definitivamente adverso para las importaciones implicó, como
contrapartida, que las
marcas nacionales pudieran sacar cada
vez mayor ventaja dado que, al estar la
oferta restringida, el
producto local no debió competir por precio o calidad frente a
alternativas del exterior.
Así las cosas, la
fabricación de grandes artículos del hogar
se multiplicó por cuatro desde 2003 hasta la actualidad. El
fenomenal crecimiento lo lideraron las
heladeras, con un alza
del
450%, seguido por
cocinas
(
250%) y
lavarropas
(
240%).
Esto, lógicamente repercutió en el nivel de
market share de
cada uno de estos productos en la plaza local. En efecto: mientras que en
2003 sólo
3 de cada 10 heladeras eran
de
producción nacional, en la actualidad esa proporción se
revirtió totalmente, a tal punto que hoy en día
apenas 1 de cada 10
unidades que se comercializa es
importada.
En el caso de
lavarropas y cocinas nacionales, que tenían
una participación de mercado del orden del
70%, en la
actualidad
se elevó hasta el 98%. Es decir que la
competencia del exterior es
casi
nula en estos dos segmentos.
La fuerte política proteccionista que viene implementando el Gobierno también
derivó en que, tras más de dos décadas, la Argentina
vuelva a producir
unidades lavavajillas. Además, está creciendo la fabricación de
pequeños electrodomésticos, como
planchas,
batidoras
y
procesadoras de alimentos, entre otros
artículos.
En este contexto, ningún experto critica el hecho de que el
"Made in
Argentina" haya puesto primera y logrado así la sustitución de gran
parte de la oferta importada.
Sin embargo, lo que sí genera debate son los "
efectos
secundarios" que genera una
economía altamente protegida
y que debe recurrir a
limitar el ingreso de bienes del exterior
para que la
producción local no sucumba ante los
crecientes costos industriales.
En efecto: en momentos en que los salarios vienen corriendo a la par de la
inflación,
el cierre a las importaciones se convirtió en la única
estrategia que viene implementando el Gobierno para evitar que los
artículos del exterior, que no padecen este flagelo, desplacen a los nacionales,
cada vez con
más dificultades para competir por precio.
No es para menos: según un relevamiento realizado por
iProfesional.com, a la hora de
equipar un hogar con
los principales electrodomésticos,
los argentinos deben pagar más del
doble, en términos de dólar, que los
consumidores
radicados en países como
Chile, Brasil, Estados Unidos
o alguna nación de la
Unión Europea, tal como se puede
observar en la siguiente infografía:
En efecto: considerando un "
combo" conformado por los
artículos del hogar y dispositivos más difundidos -tales como
heladera,
lavarropas,
cocina,
horno microondas,
aire acondicionado y
televisor- los
argentinos deberán desembolsar
el equivalente a
u$s10.000 por productos de
primeras
marcas.
El punto a destacar es que
este monto es un 134% más
elevado -en dólares- que lo que debe abonar un
consumidor
chileno por artículos de similares características y prestaciones. Y
resulta un
138% superior al que tiene que desembolsar un
ciudadano estadounidense.
Las diferencias más bajas se dan con respecto a
Brasil, un
país que en los últimos años siempre fue caro en términos de billete verde. Así
y todo, el combo de artículos del "
hogar nacional" resulta
un
62% más elevado que en el territorio vecino.
Al trazar el análisis por productos, una de las diferencias más notables se
observa en el rubro
heladeras.
En el caso de la
Argentina, por una unidad del tipo
"
side by side", es decir, doble puerta, con dispenser de hielo
y una capacidad total de alrededor de 500 litros, se debe pagar la friolera de
$27.000, equivalente a unos
u$s5.575 al tipo
de cambio oficial.
Como contrapartida, en
Chile, un modelo de la misma marca,
con prestaciones similares, se ofrece en Falabella a 599.990 pesos chilenos, un
valor equivalente a
u$s1.246. De este modo, el producto que se
comercializa en la Argentina termina resultando casi un
350% más
elevado:
En el caso de
Estados Unidos, en la cadena Best Buy, se
pueden adquirir heladeras con sistema "
side by side" por
u$s1.429, es decir, unos
u$s4.100 de diferencia
respecto al producto local, tal como se observa en la siguiente
imagen:
Pero estos
altos precios no sólo se observan para las
heladeras:
• En el caso de un
lavarropas (8 kilos, primera marca), en
la plaza local se debe pagar unos
$4.600:
casi un
60% más que en el
país trasandino,
donde una unidad de similares prestaciones, orilla los u$s600:
Incluso, un lavarropas en la Argentina, puede resultar hasta 40% más que en
EE.UU.:
• Por otra parte, una
cocina Made in Argentina de primera
línea se mueve en el orden de los
$3.841, es decir, muestra un
valor entre
40% y
85% más elevado que en
Chile, EE.UU. España o Brasil.
• Los equipos de
aire acondicionado no resultan ser la
excepción, ya que en el mercado interno "cotizan" hasta un
70%
más que en las naciones mensionadas.
• Lo mismo sucede con los
microondas o con los
televisores LED de 40 pulgadas.
¿Por qué más caro?
En diálogo
con
iProfesional.com, el economista Gabriel Caamaño Gómez, del
Estudio Ledesma, sostuvo que "los
electrodomésticos fueron uno
de los
pilares de la
recuperación de la
industria, pero se empezó a ahogar a medida que el dólar se fue
apreciando en términos reales". "A partir de allí fue cuando
se debió recurrir a todo tipo de trabas
para proteger al mercado interno. Así, hoy tenemos dos caras de la
misma moneda: un
alto share de artículos del hogar nacionales,
pero con
precios que son más elevados que en cualquier otro
país, incluso que en Brasil", destacó.
El atraso cambiario es clave, dado que en los últimos años las
subas
de costos que vienen sufriendo las empresas
corrieron muy por
encima del dólar, en un contexto en el que las
mejoras de
productividad fueron, cuanto menos,
modestas.
Desde la consultora Analytica destacan que, desde 2007 hasta la actualidad,
mientras que los
salarios se dispararon un
224%
promedio, la
devaluación fue de apenas un
50%. Por su parte, desde la consultora
Ecolatina, destacaron otro
dato clave: el
Costo Laboral Unitario medido en Dólares de la
industria -que considera salarios y productividad- actualmente
quintuplica el valor registrado en 2002 -tras la devaluación
que abarató los salarios en divisa estadounidense- y ya se encuentra un
15% por encima de la anterior mayor marca, registrada en el año
1997.
En el caso de las empresas fueguinas, que además de televisores producen
equipos de aire acondicionado, microondas y, en algunos casos,
hasta
lavarropas, el panorama es más complejo aun: según la
consultora Finsoport, el costo salarial ajustado por productividad este
año
será un 390% más elevado que en 1998.
En diálogo con
iProfesional.com, el presidente de una de las
principales empresas fabricantes de heladeras, explicó que "es cierto que el
Gobierno nos brinda protección, pero sin eso sería muy difícil competir, porque
en los últimos años
no pararon de aumentar los insumos. A esto
hay que sumar la
mano de obra, que en 2008 no llegaba a
representar el 8% del producto terminado y ahora está
por encima del
15%".
Para Caamaño Gómez, el hecho de que en los últimos meses el ritmo
devaluatorio se haya acelerado no modifica en nada la situación, dado que
"Brasil, nuestro principal competidor,
sólo en noviembre ya depreció un
5% su moneda, con una inflación cuatro veces menor. Así, no hay manera
de que se achique la brecha. Por el contrario,
vamos a estar cada vez
más caros en términos de dólar".
El experto recordó que para competir por precio en el mercado local ya casi
no quedan colchones: "El tipo de cambio en términos reales respecto del dólar ya
está en los niveles similares a los de la convertibilidad y con Brasil la
diferencia cambiaria no para de erosionarse. Estamos apenas 15 puntos por encima
que en el 1998. Es una diferencia muy chica que muestra cómo la
ventaja
del tipo de cambio competitivo se fue perdiendo".
En este contexto, para Caamaño Gómez, el hecho de que en la
Argentina
se paguen
altos salarios en comparación con otros
países
no implica un mejor acceso a los bienes de consumo, en
este caso, electrodomésticos.
Y una de las razones está en el impacto que genera, a nivel precio, la
regulación de la oferta importada vía mayores aranceles y diversas trabas, como
las licencias no automáticas o la implementación de las Declaraciones Juradas
Anticipadas de Importación, que terminan impactando en los precios.
Así las cosas, en la
Argentina, considerando un ingreso
promedio para un empleado del sector privado del orden de los
u$s1.300, se requerirá de casi
8 salarios para acceder
al "combo" de productos seleccionados.
Como contrapartida, un
consumidor chileno, con un ingreso
promedio de u$s1.000, deberá destinar
4 sueldos para acceder a
un conjunto de productos similares. Es decir, la mitad. Esta brecha está en línea con lo que sucede al considerar artículos
tecnológicos. Según un reciente informe de la consultora Marco News,
en
la Argentina se necesita el doble de salarios promedio que en el país
trasandino para equipar un "
hogar digital".