martes, 26 de enero de 2016

El combate al narcotráfico en las selvas de Rio de Janeiro


En 2015, el Ejército Brasileño y la Policía Militar de Rio de Janeiro reestablecieron un convenio para que los agentes del Batallón de Operaciones Especiales de Rio (BOPE) sean entrenados en tácticas de combate en la selva por el Centro de Instrucción de Guerra en la Selva (CIGS). [Foto: Coronel Fernando Montenegro]        Por el Coronel Fernando Montenegro* (Dialogo) -  En 2015, el Ejército Brasileño y la Policía Militar de Rio de Janeiro reestablecieron un convenio para que los agentes del Batallón de Operaciones Especiales de Rio (BOPE) sean entrenados en tácticas de combate en la selva por el Centro de Instrucción de Guerra en la Selva (CIGS). [Foto: Coronel Fernando Montenegro]      


La megalópolis de Rio de Janeiro tiene más de 10 milones de habitantes y más de 1.000 barriadas pobres. La superficie de la región tiene un relieve extremadamente accidentado que está cubierto por selvas. Algunas de las laderas montañosas que conforman este panorama fueron utilizadas por los habitantes más carentes para construir los desordenados conglomerados de casas que pasaron a ser conocidos como "favelas".

Sin embargo, una parte considerable de estas selvas tropicales permanecen bien conservadas. Tomadas en conjunto, las montañas de la Selva de Tijuca, el Parque Estatal de Pedra Branca y el Parque Municipal de Nova Iguaçu, suman una inmensa área que cubre aproximadamente 180 kilómetros cuadrados. Existen también kilómetros de senderos que conectan las cientos de favelas y vecindarios que se encuentran a lo largo de estas montañas. Se trata de un paisaje extremadamente hermoso que hasta hace solo pocos años solía ser frecuentado por excursionistas y entusiastas del ecoturismo.

Pero no constituye ninguna sorpresa que los narcotraficantes hayan estado utilizando estas rutas ya por algún tiempo. En la década de 1990, eI Primer Batallón de Fuerzas Especiales del Ejército brasileño tenía su sede en Rio de Janeiro y realizaba parte de sus entrenamientos en esas zonas. De modo rutinario, las autoridades encontraban cartuchos de armas de fuego de diversos calibres y vestigios de campamentos, pero no hay registro de combates con el Ejército, porque los militares en ese entonces no realizaban operaciones de combate al narcotráfico. Cuando los grupos armados detectaban que el Ejército se acercaba, simplemente huían.

Incremento de la actividad delictiva

Ha habido un aumento significativo en la circulación de grupos formados por más de 40 delincuentes armados. Los miembros del crimen organizado utilizan los senderos para escapar de los operativos policiales y/o realizar ataques en áreas controladas por bandas rivales en su lucha por el control de las zonas para el tráfico de drogas. Los criminales también se deshacen de cadáveres en la selva, donde los narcotraficantes ahoran tienen conductas semejantes a la de los grupos guerrilleros como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Las bandas del crimen organizado de modo insistente intentan reclutar soldados y exintegrantes de las fuerzas militares, tales como parcaidistas y marinos, para que se unan a las tropas del comercio de drogas ofreciéndoles pagos tentadores. En la década de 1990, los principales objetivos de este reclutamiento eran cabos y soldados comandos enlistados. Esta fue una de las principales razones por las que las autoridades transfirieron el Primer Batallón de Fuerzas Especiales para Goiânia, la capital del estado de Goiás, en 2003.

El equipamiento, el entrenamiento y, en particular, la logística de los órganos de seguridad pública que operan en Rio de Janeiro son extremadamente limitados y, en la mayoría de los casos, incompatibles con las zonas selváticas. La mayoría de los agentes policiales tienen poca o ninguna experiencia para operar en la selva.

Programa de entrenamiento en la selva

Hasta 1995, el Ejército permitía a los agentes policiales del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) matricularse en el Curso de Guerra en la Selva, en el Centro de Instrucción de Guerra en la Selva (CIGS) . El último que completó el curso fue el hasta hace poco Comandante General de la Policía Militar de Rio de Janeiro, el Coronel Pinheiro Neto. A partir de 1996, no se siguió permitiendo dicha matriculación y por ello el BOPE comenzó a buscar alternativas, tales como centros de entrenamiento militar en Colombia y otros países.

Sin embargo, en 2015 fue reestablecido el convenio entre el Centro de Instrucción de Guerra en la Selva y el BOPE, y en la actualidad ya un sargento ha completado exitosamente el curso. Esperamos que la alianza continúe.

En conclusión, es fundamental que los órganos de seguridad pública del estado de Rio de Janeiro dediquen atención al uso que hacen los traficates de drogas de las selvas de Rio de Janeiro, lo cual representa un riesgo en crecimiento para la seguridad pública y que está transformando un área de preservación ambiental en un refugio de delincuentes armados. De la misma manera, las Fuerzas Armadas deben adoptar procedimentos para impedir el reclutamiento de soldados, con atención especial a los integrantes de tropas de élite.
* El Coronel Fernando Montenegro comandó la pacificación de las favelas de Rio de Janeiro (2011-2012); sirvió en las Fuerzas Especiales del Ejército Brasileño; actuó como Instructor en Jefe del Centro de Instrución de Guerra en la Selva (2009-2010), y ostenta el título de Maestría en Ciencias Militares.

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