Pese al apuro, faltaron hacer las últimas pruebas.Es el Tronador II, para poner satélites en órbita. El gobierno presionó a los científicos para lanzarlo hoy. No llegaron.
En el mayor de los secretos, el gobierno de Cristina Kirchner preparaba un último gran golpe de efecto para despedirse del poder: el lanzamiento de un nuevo cohete experimental en el marco del proyecto Tronador II. En las últimas semanas el Ministerio de Planificación intensificó las presiones sobre el equipo de científicos y técnicos que trabaja en el proyecto desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). En el cronograma, la fecha del lanzamiento aún señala “8 de diciembre”. Es decir, hoy. Iba a ser acaso el último acto de Cristina como Presidenta. Pero los tiempos de la ciencia no fueron en sintonía con las necesidades políticas, y el lanzamiento tuvo que ser pospuesto.
El Tronador II es un proyecto espacial ambicioso que busca desarrollar un cohete de transporte capaz de colocar satélites en órbita. En 2014 hubo dos lanzamientos de vehículos experimentales, en febrero y en agosto. El primero fue fallido, al elevarse el cohete de la plataforma unos dos metros y caer al suelo. El siguiente resultó exitoso: el cohete (el VEX 1-B) viajó durante 27 segundos hasta alcanzar los 2.200 metros de altura.
Desde entonces, la Presidenta se imaginó despidiendo su mandato encabezando el tercer lanzamiento. El 15 de agosto la CONAE anunció que ya estaba “en marcha” el ensayo con el nuevo cohete, el VEX 5.
Conrado Varotto, el científico italiano que dirige la CONAE, cabeza del proyecto, había bajado la premisa de que el lanzamiento debía hacerse “el 8 de diciembre sí ó sí”. El martes 1° el VEX 5 fue llevado de la base aeronaval de Punta Indio al paraje La Capetina, donde se asienta la plataforma de despegue, informó el periódico local El Colono. Los científicos y técnicos trabajaron contrareloj. En Capetina, un descampado próximo a Punta Piedras en la Bahía de Samborombón, y en el pueblito de Pipinas, a 15 kilómetros en el partido de Punta Indio, donde está el centro de control, la “Houston argentina” donde se “aprieta” el botón.
“Ella (por la Presidenta) quería el cohete en el aire antes de irse y no les servía que se lanzara después”, contaron a Clarín fuentes con conocimiento del tema. El apuro para llevar el cohete a la plataforma fue tal que faltaron hacerse pruebas, y tampoco hubo tiempo para engalanarlo con los logos de la CONAE y del Ministerio de Planificación.
Recién el viernes, se aceptó que “técnicamente no se llegaba a tiempo” y el equipo científico que pensaba trabajar a destajo todo el fin de semana largo supo que el lanzamiento iba a posponerse una vez más. Porque a lo largo de todo el año el Gobierno quiso que coincidiera con sus necesidades: se intentó hacerlo en marzo, luego antes de las PASO de agosto, más tarde previo a las elecciones del 25 de octubre. Las últimas presiones fueron para lanzarlo hoy, dos días antes del final de mandato. A los científicos, fuertemente comprometidos con el proyecto, les bajaba el mensaje que “si no se lanza en tal fecha se acaba la plata”.
El Gobierno invirtió 2 mil millones de pesos en el Tronador II. Hacer este lanzamiento tenía un efecto al que ya apeló la campaña cristinista en la reelección de 2011, con el spot “La fuerza de la ciencia”, con imágenes de un cohete que en realidad era de la NASA para poner en órbita un satélite argentino. El Gobierno montó en Pipinas, en “la ruta del cohete”, su mini-Tecnópolis espacial, un stand con la maqueta del Tronador para promocionar lo realizado en materia de “soberanía espacial”.
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