jueves, 16 de febrero de 2017

A la búsqueda del comercio perdido en América del Sur

Por Patricio Mateo Carmody - La Nación
Más allá de los gestos de acercamiento político con la región, la administración Macri debe dar señales claras de una actitud similar en lo comercial; el papel clave que juega la conectividad y el impacto de la hipotética flexibilización del Mercosur
El presidente Macri durante la visita que realizó a Chile durante el fin de semana último junto con su par, Bachelet
El presidente Macri durante la visita que realizó a Chile durante el fin de semana último junto con su par, Bachelet. Foto: AP / Esteban Felix

La administración Macri ha mostrado una clara orientación en su relación con América del Sur en lo político, alejándose de Venezuela, aceptando el cambio de gobierno por juicio político en Brasil, y acercándose a los países pertenecientes a la Alianza del Pacífico (Chile, Perú y Colombia).

Sin embargo, falta acompañar esta efectividad en lo político en nuestro exterior próximo, con una efectividad semejante en lo comercial. Aunque algunos miembros del Gobierno se han entusiasmado con el comentario de Obama en cuanto a que "la Argentina retoma su liderazgo regional", hay que resolver difíciles desafíos económicos antes de ejercer un liderazgo regional creíble.

Dos desafíos importantes son el conseguir una estabilidad económica perdurable y el concebir una estrategia de desarrollo con consensos.

El no haber logrado esto en 33 años de democracia nos ha debilitado y resultado en niveles de 32% de pobreza. Ante este hecho hay que recordar lo expresado por Raymond Aron: "No es la debilidad en sí misma que es risible sino la debilidad que pretende tomar las formas del poderío".

Si la Argentina no está todavía en posición de ejercer un liderazgo en la región, si puede profundizar sus vínculos con su exterior próximo para potenciar su modelo de desarrollo. Esto debe ser realizado en un contexto donde las exportaciones argentinas a la región han disminuido dramáticamente entre 2011 y 2015.

Así, en el caso de los tres países sudamericanos de la Alianza del Pacífico, la reducción ha sido de un 58%, y en el caso del Mercosur de un 41%. Para ello, es necesario adoptar un enfoque hiperrealista en estas relaciones económicas.

La voluntad demostrada por el presidente Macri de acercarse a la Alianza del Pacífico ha sido positiva aunque no se ha traducido en progresos concretos. Estos deben producirse con urgencia para revertir la mencionada reducción de exportaciones del 58 por ciento. Así, las exportaciones a estos tres países en 2011 representaban 8375 millones de dólares, o sea un 10% de las exportaciones totales.

Pero el superávit comercial era de US$ 6870 millones, igual al 76% del superávit comercial argentino. La situación en 2015 sería bien diferente, con exportaciones por US$ 3513 millones, y manteniéndose un superávit, aunque de US$ 2440 millones.

La reducción fue desigual por sectores, ya que los productos primarios se redujeron en un 80%, las manufacturas de origen agropecuario en un 40%, y las de origen industrial, 41%.

Uno de los factores que han influido en esta negativa evolución exportadora son los tratados de libre comercio que los países de la Alianza han firmado con los Estados Unidos y con varios países del sudeste asiático.

Aunque ya existe un alto grado de integración económica con Chile, todavía hay oportunidades para profundizar la compatibilidad comercial con Perú y Colombia.

Más conectividad

Pero el avance en materia de Acuerdos de Complementación Económica (ACE) que la Aladi permite que sean por país y por sector no ha sido relevante. Así, continúa el desafío de lograr una mayor compatibilidad comercial en los aspectos tarifarios, como también en los no tarifarios. Sí se han verificado avances en el campo de la conectividad física con Chile, a través de la conexión férrea entre Salta y Antofgasta, y la aprobación del túnel de Aguas Negras que unirá San Juan con Coquimbo.

Esta mayor conectividad física será importante para facilitar las exportaciones del oeste argentino a los países de la Alianza, así como también a la pujante región del Asia-Pacífico.

Con respecto del Mercosur, la espera por la recuperación económica del Brasil promete ser más corta que la presentada en la famosa obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Pero a diferencia de lo relatado en la obra del autor irlandés, la espera debe ser extremadamente activa y no pasiva.

Desde el punto de vista estratégico, hay que utilizar este tiempo para definir con exactitud cuál será el rol del Mercosur en nuestra estrategia de desarrollo.

Esto debe ser analizado en un contexto donde las exportaciones al bloque se han reducido 41% entre 2011 y 2015, con la exportación de productos primarios reduciéndose en un 39%, la de manufacturas de origen agropecuario 18%, y las de origen industrial 37%.

Mientras se verificó un déficit comercial sostenido con Brasil, se han mantenido superávit con Uruguay y Paraguay. Así, hay que asegurar que los sectores con compettitividad regional real o potencial estén listas para aprovechar la reactivación de Brasil, identificando nichos y oportunidades por sector y por Estado.

Hay que enfocarse en las oportunidades que pueden brindar los Estados del centro y sur del Brasil (San Pablo, Río de Janeiro, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul) sin abandonar oportunidades en el norte del país.

A su vez, hay que analizar las implicaciones a mediano y largo plazo de "flexibilizar el Mercosur", en particular la posibilidad de que países miembros puedan cerrar acuerdos comerciales con terceros países o grupos de países.

Hay que analizar qué impacto tendría esto para los diferentes sectores productivos y cómo habría que actuar en caso de que esto se materialice. Para potenciar esta tarea a nivel regional, hay que diseñar un sistema efectivo de reintegros a las exportaciones, que permita mitigar el impacto de todos los impuestos distorsivos, y capitalizar con urgencia todas las oportunidades que resulten en bajas de costos logísticos.

Estas medidas transversales deberán ser complementadas con medidas sectoriales para asegurar que cada sector productivo con competitividad regional pueda afirmarse tanto en el mercado brasileño como en los países de la Alianza del Pacífico.

Para recuperar el comercio perdido en América del Sur debemos enfrentar en forma inteligente e hiperrealista los años venideros. Esto incluye ir logrando aumentos en la competitividad de nuestros sectores productivos, elemento clave para fortalecer nuestras exportaciones al exterior próximo, y para posibilitar una estrategia de desarrollo exitosa.

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