Por Mario Cadenas Madariaga - El Informador Público
Para satisfacer las legítimas aspiraciones del pueblo argentino y las necesidades de la Nación hay un solo camino: aumentar los ingresos actuales de 11500 dólares por habitantes a 40.000 dólares.
Solamente con este ingreso se podrán construir las viviendas que se necesitan, los transportes indispensables; la justicia, la seguridad, la educación y la atención de la salud que se reclaman; todo con pleno empleo, trabajo formalizado, altos salarios y jubilaciones proporcionales, sin inflación y la defensa nacional garantizada con fuerzas armadas bien equipadas.
Esta política no tiene alternativa vale tanto para la izquierda, la derecha o el centro; para los productores como los consumidores, los empresarios o los empleados, los jóvenes, las generaciones maduras, o los viejos.
Para alcanzar este objetivo se requiere una nueva revolución agrícola. Los ha dicho Norman Ernesto Borlaug, el padre de la agricultura moderna y de la revolución verde. Será “la revolución azul” sobre la base de la utilización del agua por medio del riego que enriquece el suelo y no contamina.
La revolución de los últimos sesenta años, ha sido obra de la genética, de los fertilizantes, de la mecánica, la química, y las nuevas técnicas agrícolas para la conservación de los suelos. Con estos recursos de la tecnología se pudo enfrentar el desafío de las demandas de toda naturaleza, de una población que de 2500 millones de habitantes, en 1950, pasó a 7.000 mil millones en el 2011. Las Naciones Unidas estiman que se puede llegar a 10.000 millones de habitantes para el año 2085.
La revolución que posibilito atender la mayor demanda de alimentos y otras materias primas agrarias, ya agotó sus recursos. Por eso es necesaria una nueva revolución agrícola.
La Argentina está potencialmente muy capacitada.
La Argentina tiene en explotación un área de 170 millones de has sobre una extensión continental de 270 millones de has. Las hectáreas regadas alcanzan a 2.200.000 y esta extensión puede ampliarse en 16.000.000 más, el 44% en zonas áridas y el 56% en zonas húmedas.
La producción de 16 millones de hectáreas equivale a 48 millones de hectáreas de secano, es decir incrementarán en un 250% la producción agrícola argentina actual de100 millones de toneladas. Pero también con la extensión de las mejores técnicas agrícolas, a las 170 millones de hectáreas en explotación, se obtendrán otros sustanciales de producción…
Así en el mismo orden las demás actividades rurales, la producción lactea, forestal, frutícola, de lana y fibras textiles, yerba, azúcar, tabaco, viñedos, las demás producciones carneas, entre otras.
La Argentina tiene una amplia clase de productores capacitados en las mejores técnicas agrícolas, es decir el material humando indispensable, con lo que completa el cuadro de aptitudes necesarias para operar la nueva revolución agrícola en nuestro país.
La producción agropecuaria ha dejado de ser una producción primaria
Hasta la primera mitad del siglo XIX la actividad agropecuaria por comparación con la actividad industrial, totalmente mecanizada, después de la revolución industrial, era razonable que se llamara una actividad primaria, porque era producida por el esfuerzo humano y la fertilidad del suelo. Pero a medida que la genética transformaba los ganados criollos, y que las máquinas reemplazaban al hombre y la tracción de los animales, los fertilizantes, las nuevas semillas y los plaguicidas, multiplicaban la fertilidad de los suelos, la agricultura y la ganadería han dejado de ser una actividad primaria en la Argentina.
Se ha demostrado en este sentido que el 35% del PBI argentino está representado por la producción agrícola ganadera, agregado a la industria mecánica que produce toda la maquinaria de que se sirve, la química que provee todos los productos sanitarios, fertilizantes y plaguicidas que consume, el asesoramiento veterinario, agronómico, jurídico y económico que demanda, el transporte que utiliza y la comercialización y conservación de los productos agrarios. Recientemente la informática y las comunicaciones digitales, se han convertido en otro insumo sustancial. El nivel de conocimiento que se demanda actualmente en la dirección y en el cumplimiento de todas las principales tareas, es de nivel terciario o universitario.
Una falsa antinomia limitó el crecimiento de la producción agraria argentina
Hace mas de sesenta años que los argentinos estamos enredados en una falsa antinomia de intereses entre los productores rurales y los consumidores finales o intermedios de su producción y/o el Estado, que presuntamente representa a estos últimos.
La cuestión está mal planteada, porque dentro de una economía que tiene un alto nivel de protección para toda la producción excepto para la producción agraria, ésta debe gastar dentro del país todos sus ingresos, en beneficio de los demás sectores, a precios superiores a los internacionales, y debe vender los suyos al menos al nivel de los precios internacionales.
La fertilidad de sus tierras y la benignidad es su clima, no es superior a los de Brasil, EEUU, Europa occidental o del este, Australia, la India o la China, es decir de los países que compiten con la producción agraria argentina.
En todos los países del mundo occidental, el agro argentino, tiene el peor y más discriminatorio régimen interno, con fuertes impuestos a las exportaciones y toda clase de restricciones a la libre comercialización de sus productos. ¿A quien beneficia este sistema? Por supuesto que no al ciudadano argentino, que pierde anualmente decenas de miles de millones de dólares de ingreso, por las producciones que no se logran y por tanto no se exportan. Beneficia exclusivamente a nuestros competidores.
La carne vacuna y el trigo dos símbolos de la riqueza argentina, en crisis.
La introducción del vacuno en el Río de la Plata en el siglo XVI fue, después de dos siglos, por su preponderancia como fuente de riqueza sobre la plata de Potosí, el factor determinante de la creación del Virreinato y más tarde del poder libertario de las Provincias Unidas, así como la caballería fue el arma determinante de la independencia americana.
Por su parte el trigo fue el símbolo de nuestra revolución agrícola, la que a partir de 1875, libero a la economía nacional de las importaciones de este cereal, otro de los pilares de su alimentación y de su riqueza general.
En el orden de la producción bovina hemos perdidos mas de 10 millones de cabezas hasta el 2009, y en la producción de trigo hemos tenido en la última cosecha el menor rendimiento en casi cien años.
El agro, como gran productor de dólares, es el único que puede vencer el periódico déficit de nuestra balanza de pagos.
Olvidémosno del blanqueo que nos ubica como marginales en la captación de divisas por su dudoso origen y seamos realistas sobre los plazos que demanda la producción de petróleo y gas shale, El único sector que `puede vencer a los periódicos déficit de nuestra balanza de pagos, desde hace mas de sesenta años, es el sector agropecuario.
Un país en condiciones de déficit periódico de divisas no puede tener acceso al crédito internacional, si no es con las peores tasas; no puede tampoco ser objeto de inversiones extranjeras porque no puede garantizar el retorno de sus utilidades; no podrá importar lo que sus consumidores o los industriales necesitan.
Seamos realistas, liberemos las exportaciones agropecuarias, como condición para hacer de la Argentina un país del primer mundo, con todas sus necesidades básicas satisfechas.
Así como perdimos una participación en el mercado mundial del 2,8% para bajar al 0,4%, entre 1948 y la actualidad, nos recuperaremos rápidamente. Por cada incremento del 0,1% ganaremos 18 mil millones de dólares, en exportaciones, que para el PBI será una contribución de 45.000 millones de dólares, por su efecto multiplicador, o sea casi un crecimiento del 10% en el presente. En dos periodos presidenciales podemos estar en 40.000 dólares por habitante.