Por Cristian H. Savio - El Argentino.com
El caso Juliá puso a los vuelos privados otra vez en la vidriera. Pero más allá del incidente hay un sector que no para de crecer. Por qué es el momento para comprar.
Llega al aeroparque jorge Newbery 20 minutos antes de la partida del vuelo, en día y horario que acordó previamente según sus necesidades. Sabe que no habrá demoras ni posibles conflictos gremiales que compliquen su agenda. Sube y se recuesta en las cómodas butacas tapizadas en cuero. En breve acomodarán el espacio interior para ambientarlo como un living y poder conversar con sus compañeros de viaje acerca del trabajo que les espera apenas aterricen.
Mientras tanto, seguirá comunicado con su oficina por telefonía celular. No necesitará interrumpir el trabajo mientras esté a 13.000 metros de altura, ni siquiera para degustar el menú elegido: sushi de primer nivel. No es el dueño de la empresa ni el director general, sino un gerente intermedio de la compañía. Disfrutar de las comodidades de un vuelo privado hace tiempo que dejó de ser una excentricidad, ya no es un lujo reservado a las primeras líneas corporativas. Cada vez más firmas se percatan de los beneficios de contratar estos servicios. Y no son pocos los que los aprovechan, incluso para tomarse unos días de vacaciones en familia.
Si bien esta tendencia ya se había acrecentado en los últimos meses, volvió a tomar auge mediático tras el caso del avión piloteado por los hermanos Juliá que fue detenido el 2 de enero en Barcelona con un cargamento de 944 kilos cocaína. En ese sentido, se informó que se elaborará un nuevo protocolo de seguridad aérea que, entre otras cosas, exigirá la presentación de documentos a los pasajeros de cabotaje, que hasta ahora no era requerida y permitía el anonimato para volar dentro del país. Sin embargo, pocos creen que esto afecte al negocio.
“El sector crece porque salimos a demostrarles a muchas empresas que les convenía utilizar el servicio, que no es suntuoso sino una herramienta que les permite aumentar su productividad”, dice a Newsweek Miguel Livi, CEO de Royal Class, la empresa líder en vuelos privados de la Argentina. Durante el verano, la compañía ofrece una promoción en la que, por ejemplo, un vuelo a Punta del Este para 7 pasajeros cuesta desde US$ 3.815. Durante los recambios de quincena hicieron hasta 5 viajes diarios al balneario uruguayo.
El mercado de vuelos privados tiene básicamente cuatro tipos de clientes. Por un lado, las corporaciones o empresarios particulares. Por otro, los brokers internacionales que suelen viajar a la Argentina en primera clase de alguna línea comercial y buscan, para moverse dentro del país, aviones similares a los que tienen en sus lugares de residencia. El tercer sector de clientes tiene que ver con las entidades médicas que realizan vuelos sanitarios y ablaciones de órganos para transplantes.
Pero es el primer tipo de clientes el que está marcando un crecimiento en el servicio. Las ventajas en relación con los vuelos regulares de líneas comerciales son varias y claras: se vuela en clase exclusiva, en días y horarios a elección con 24 horas de anticipación, no se realiza check-in, se elige el menú y se vuela más rápido, lo que permite capitalizar el tiempo.
Lo que sí afectó adversamente al sector, en términos económicos, fue la crisis internacional de 2008. No de manera directa, sino como consecuencia de las modificaciones en otro mercado aéreo, el de la compra de aeronaves. “Es un bien momento para el que ha estado considerando comprar un avión”, dice a Newsweek Patricio Seidel, de Consultair, uno de los principales consultores aeronáuticos del país. “La crisis financiera pegó más fuerte en Europa y Estados Unidos que acá, e hizo que bajaran los precios de propiedades, aviones, cruceros, barcos de alta gama...
Hoy, en el mercado de aviones usados, los precios son muy bajos comparados con los de años atrás, cuando era increíble poder conseguir un avión jet por US$ 500.000”, señala. Para el experto, si se suma la situación económica en el país, el boom de la soja, muchos industriales y empresarios pueden tentarse a cumplir el sueño del jet propio. “Si bien el mercado de aviones grandes se está recuperando, en el de los chicos sigue habiendo buenas opciones”, asegura.
La mayoría de las aeronaves que se compra a nivel local proviene de Estados Unidos. La firma Champaviation, que se dedica a la compra, venta e importación de aviones, efectivizó 23 compras durante 2010, una cifra que demuestra el crecimiento del mercado, según la opinión de Mario Ferrando, representante de la compañía en el país. “Hay una fuerte demanda de aeronaves de todo tipo, desde las llamadas livianas hasta los turbohélice”, señala. Y afirma que el crecimiento va de la mano con la idea de que el avión ya no es un artículo de lujo, como años atrás, sino una necesidad para muchos profesionales, que tienen que trasladarse con mayor rapidez.
En la Argentina hay alrededor de 150 aviones ejecutivos jets, según Seidel, además de cerca de un centenar de
Beechcraft King Air 200, un turbohélice de alta gama. Unos 50 son aviones chicos, destinados a vuelos de cabotaje o a países limítrofes, y cuyo costo ronda los US$ 500.000. De ahí a los de cabina larga y ultralargo alcance, con 3 tripulantes y 8 pasajeros, que llegan cómodamente a cualquier ciudad del mundo, incluso Auckland, y que cuestan US$ 55 millones. Tal es el caso del
Gulfstream G550, de los cuales hay uno en el país.
La baja en los precios de las aeronaves a raíz de la crisis de 2008, al tiempo que favoreció la compra por parte de particulares, generó una merma en el negocio de los alquileres de vuelos privados, pues algunos de los usuarios prefirieron tener su propio avión. Empresas como Royal Class, que trabaja con una flota propia de 7 aeronaves (ampliada en 2010 con la adquisición de dos unidades) salieron entonces a captar clientes y abrieron el espectro a otros sectores. “Las empresas nos abrieron sus cuadros de gastos de movimientos de sus ejecutivos por el país y les mostramos que les convenía nuestro servicio por ahorro de viáticos, hoteles y sobre todo los tiempos muertos”, comenta el CEO de la compañía.
Y no es para menos.
El Citation X de Cessna, el preferido por los brokers en este rubro, es el más rápido del mundo en aviación civil: alcanza casi los 1.000 kilómetros por hora, cuando en promedio los otros tienen velocidades del orden de los 780 km/h. “Permite llegar hasta Panamá sin escalas. Es el más grande nuestra flota. Pero la estrella es el
Citation Excel, con mucho confort interior, equipamiento de vanguardia y conectividad para los pasajeros”, comenta Livi.
Lejos del lujo, el mercado de aviones privados parece haber despegado definitivamente en el país, para un viaje largo, efectivo y plagado de comodidades.