Con motivo de ayer haberse celebrado el Día Nacional de la Conservación del Suelo, los ingenieros agrónomos Agustín Báez y Martín Zamora de la Chacra Experimental Integrada Barrow elaboraron un informe en defensa del silencioso socio que tiene la producción. Los técnicos realizaron una serie de reflexiones y brindaron datos concretos con los que se refleja el valor de este recurso. Y advirtieron: "La rutina nos da una visión muy acotada de la importancia del suelo". La experiencia de la última campaña de soja con la mancha ojo de rana en la zona núcleo muestra que los efectos de no respetar las rotaciones, o practicar monocultivos, significan pérdidas importantes de los rendimientos
Cuando cada año llega al 7 de julio y se celebra el Día Nacional de la Conservación del Suelo, tratamos de hacer algunas reflexiones que nos permiten entender la importancia de este recurso en el desarrollo de los países, de las regiones, y su vinculación con la vida misma. La rutina diaria de nuestra actividad en el campo profesional o como productores agropecuarios, sin duda, nos da una visión muy acotada de la importancia del suelo. Una visión integral del suelo como sistema que aporta al desarrollo humano permitiría una valoración global del conjunto de atributos y funciones que ofrece en distintos momentos y de este modo evitar encasillamientos que induzcan a confusión según quien lo analice.
En este aspecto, la doctora Susana Hang, de la Universidad de Córdoba, en el XXII Congreso Argentino de la Ciencia del suelo, consideró que "es posible para mejorar su valoración más que referirnos al uso sustentable del suelo, que sugiere un rol pasivo, apuntar a los diversos servicios que el suelo presta a la sociedad. Entonces, si aceptáramos esta concepción del suelo, podríamos reemplazar el concepto de vulnerabilidad y avanzar en definir cada tipo de suelos, para determinar qué servicios presta a la sociedad asociada a él, y en qué magnitud puede brindarlo. Posiblemente esto también permitiría aclarar el concepto de calidad de suelo, dado que lo que se espera de un suelo 'saludable' puede ser distinto según lo que de él se demande".
Y explicó: "Por ejemplo un suelo con mineralización acelerada de Atrazina, un herbicida muy usado, puede ser altamente valorado desde un punto de vista netamente ambiental, pero constituir un problema desde el enfoque de la eficacia del control de malezas. Lo mismo será válido para un suelo con intensa fertilización, que para un enfoque agronómico sería bueno, pero no para otros aspectos".
El suelo es un sistema biológico, complejo y dinámico, con múltiples funciones y procesos, que además de permitir el crecimiento vegetal, tiene una alta capacidad de amortiguar y resistir efectos adversos por un largo tiempo, y brindar un gran número de servicios que hacen de él una de las bases de la vida sobre la tierra. Estos bienes y servicios ecosistémicos que el suelo entrega a los seres humanos, en forma directa, tal como alimento, combustible, o bien indirectamente a través de procesos de degradación, filtro y protección de medios más frágiles como el aire y el agua, le confieren valor ambiental. Y actualmente se considera que también debiera asignársele valor social y económico, tal como se expresara en el clásico trabajo de "Economía Ecológica" de Robert Costanza y colaboradores.
Nuestra experiencia nos muestra que a mayor calidad de suelo es mayor el desarrollo de las regiones o comunidades, por esta razón, podemos considerarnos privilegiados cuando evaluamos los suelos de nuestra región con valores entre 3 a 5% de materia orgánica (MO) o incluso superiores, siendo uno de los principales indicadores de la calidad de un suelo.
El carbono y la MO son elementos esenciales para la existencia de la vida en nuestro planeta. Las sustancias húmicas que la componen constituyen la principal reserva de carbono.
La MO del suelo representa una acumulación de residuos de plantas y animales en distintos estados de transformación, incluyendo todos los productos de descomposición y síntesis biológica presente en el suelo. Este material está continuamente siendo descompuesto como resultados del trabajo de los microorganismos, de tal forma que es un constituyente transitorio del suelo y debe ser renovado constantemente por el agregado de residuos de plantas.
Más allá de las actuales reglas de juego y las decisiones políticas que presionan sobre los precios y afectan la toma de decisiones, es necesario reforzar la importancia del cuidado del suelo, las rotaciones y el rol que cumplen los cereales de invierno como el trigo pan, trigo candeal, cebada cervecera y avena en rotación con otro tipo de plantas para mantener el equilibrio de los sistemas de producción. Las principales ventajas que presenta la utilización de rotaciones, estabilizando los sistemas de producción pueden ser:
* Potencian el funcionamiento de los agroecosistemas y del manejo empresarial.
* Permite una diversificación de los riesgos productivos (mejor cobertura por cambios en los precios y factores climáticos adversos).
* Efecto inhibitorio sobre muchos patógenos (falta de hospedante). El diseñar rotaciones que no repitan un cultivo hasta que el rastrojo del mismo no haya sido totalmente degradado constituye una regla general que en muchos casos permite evitar el impacto de un número importante de enfermedades. Cuando el organismo causal responsable de una enfermedad posee la característica de ser polifítico, o sea, que puede parasitar a más de una especie, la estrategia anterior debe tenerlo en cuenta pues a pesar de rotar podemos estar manteniendo en el ambiente, un nivel alto de inóculos, proveniente del rastrojo del cultivo anterior aunque este sea de otra especie.
La experiencia de la última campaña de soja con la mancha ojo de rana en la zona norte y este del área pampeana muestra que los efectos de no respetar las rotaciones, o practicar monocultivos, significan pérdidas importantes de los rendimientos, con el consiguiente aumento de los costos de producción por el agregado, cada vez mayor de insumos químicos. Hay que tener en cuenta que llevar adelante una secuencia de cultivos:
• No favorecen a malezas, enfermedades y plagas animales.
• Uso balanceado de nutrientes evitando desequilibrios químicos de importancia.
• Cambios favorables en las condiciones físicas del suelo. Distintos sistemas radicales de los cultivos exploran diferentes estratos del perfil modificando la distribución y función de los poros del suelo (importantes para una buena dinámica del agua y del aire).
• Gran actividad y diversidad biológica en los primeros centímetros del suelo; responsable en buena parte de la mineralización, formación y reciclado de la materia orgánica y nutrientes.
• El aporte de diferente cantidad y calidad de rastrojos brinda el sustrato del cual se nutrirán los microorganismos.
La MO del suelo cumple un auténtico rol de "combustible" para los procesos biológicos que se traducen en una estructura estable, mayor fertilidad y mejores condiciones de aireación y retención de agua. Cuando el flujo de materiales orgánicos provenientes de los residuos, es abundante y equilibrado en calidad (gramíneas y leguminosas), se establece una actividad biológica superficial principalmente proveniente de insectos, que regenera un sistema de cavidades, galerías y poros.
Por su parte los productos del metabolismo microbiano constituyen la causa principal de estabilización de los agregados del suelo, especialmente los polisacáridos o azúcares, que actúan como verdaderos cementantes de las partículas. A ellos se suma la acción de los hongos del suelo que mediante los filamentos de su micelio, tejen una red que actúa en la agregación de la arena, limo y arcilla.
La acción de las lombrices genera un sistema de túneles y galerías de gran importancia para la permeabilidad y aireación del suelo. Las lombrices ingieren y mezclan las partículas de suelo con MO parcialmente descompuesta, excretando compuestos húmicos ricos en calcio sintetizados en su intestino en cantidad que oscilan anualmente entre 20 y 40 t/ha. Este producto de síntesis posee excelente propiedades como estructurante del suelo.
La importancia de la MO es ampliamente conocida por una serie de ventajas que va más allá de proveer nutrientes únicamente. Las funciones más importantes son las siguientes:
• Es la principal reserva de nutrientes esenciales para los cultivos (nitrógeno, fósforo, azufre y micronutrientes).
• Mejora la estructura facilitando la formación de agregados, mejora la infiltración del agua aumentando el almacenaje y permite una mayor aireación (atenuando efectos del planchado, encharcamiento, erosión por el agua y por el viento).
• Disminuye las posibilidades de compactación.
• Es la principal fuente de energía básica (mezcla heterogéneas de moléculas reducidas de carbono) para los organismos numéricamente más importante del suelo denominados heterótrofos, sin ella se detendría la actividad bioquímica.
• Actúa como "cementante" de las partículas minerales, facilitando la realización de las labores.
• Reduce el impacto ambiental de pesticidas y otros contaminantes, cuando el pesticida llega al suelo una proporción será degradada por los microorganismos y parte se absorben con diferentes fuerzas en lugares de enlace de los coloides orgánicos e inorgánicos del suelo (materia orgánica y arcilla).
• Recientemente, la MO ha recibido una atención adicional debido a su potencial de secuestrar el carbono disminuyendo los incrementos de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Las transformaciones de la agricultura durante la década del 90, en especial la difusión de la siembra directa (SD), lograron estabilizar e incluso mejorar paulatinamente la calidad de los suelos pampeanos que en las dos décadas anteriores habían sufrido una disminución del contenido de MO entre un 0,5 a 2%, y también su condición estructural y fertilidad.
Para su buen funcionamiento, la SD requiere de una cobertura vegetal completa del suelo a lo largo del año. Es ideal que incluya residuos de los cultivos de gramíneas (trigo, cebada, avena, maíz y sorgo) que dejan residuos con relación carbono/nitrógeno (C:N) elevada, de lenta descomposición, intercalados con otros cultivos como la soja, cuyos residuos son de relación C:N estrecha, lo que permite una rápida descomposición.
En estos sistemas, las pérdidas de suelos por erosión son inferiores a 2 t/ha/año, muy por debajo del máximo tolerable, que ronda las 10 t/ha/año. La rotación, con predominancia de trigo, maíz, sorgo e intercalado con soja produce a lo largo del tiempo un balance positivo de C del suelo que se traduce en un aumento de su MO, en una mejora de la condición estructural y en una mayor captación y almacenamiento del agua pluvial.
Fuente:
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