Una empresa deberá reequipar los patrulleros, se hará con costo cero ya que la firma Igarreta S.A. había incumplido esa obligación en 2004. Su dueño está procesado por defraudación al Estado. Según el jefe de la Bonaerense, Daniel Salcedo, las puertas y los parabrisas no resistían las balas.
El gobernador Daniel Scioli obligó a la empresa Igarreta S.A. a blindar sin costo alguno móviles de la Policía Bonaerense. La decisión se tomó luego de que la compañía incumpliera con ese compromiso en 2004, lo que motivó una investigación de la justicia de La Plata por una presunta estafa de dos millones de dólares por el blindaje trucho de 2.500 patrulleros. “En los últimos tres años, los hombres de la fuerza corrieron riesgo porque las puertas y los parabrisas de los móviles no resistían las balas de fuego.
El gobernador Daniel Scioli obligó a la empresa Igarreta S.A. a blindar sin costo alguno móviles de la Policía Bonaerense. La decisión se tomó luego de que la compañía incumpliera con ese compromiso en 2004, lo que motivó una investigación de la justicia de La Plata por una presunta estafa de dos millones de dólares por el blindaje trucho de 2.500 patrulleros. “En los últimos tres años, los hombres de la fuerza corrieron riesgo porque las puertas y los parabrisas de los móviles no resistían las balas de fuego.
El Ministerio de Seguridad fue damnificado”, le dijo a Crítica de la Argentina el jefe de la Bonaerense, superintendente Daniel Salcedo. El titular de la cartera de Seguridad provincial, Carlos Stornelli, fue el que intimó a Igarreta S.A. para que volviera a blindar los autos. La firma, cuyo dueño está procesado por defraudación al Estado provincial, fue proveedora de Gendarmería Nacional, de la Policía Federal, de la Prefectura Naval, del Gobierno de la Ciudad, del INTA y de la ANSES, entre otros organismos.
En la causa que investiga el fiscal de Delitos Económicos de La Plata, Esteban Lombardo, hay dos empresarios procesados: Ramón Igarreta, dueño de Igarreta S.A., e Ítalo Latanti, titular de Latanti, empresa subcontratada por Igarreta para hacer los blindajes. Los dos están imputados por defraudación, delito que tiene una pena máxima de seis años. Por eso los acusados están en libertad. Los investigadores comprobaron que Igarreta no estaba autorizada por el Registro Nacional de Armas (RENAR) para fabricar blindajes y que tampoco hizo los testeos correspondientes ni la declaración jurada para ser autorizado por ese organismo oficial. En efecto, Igarreta no fabricó esos materiales, sino que los había subcontratado a la empresa Latanti.
Las primeras pericias, hechas por el Grupo Halcón de la Policía Bonaerense sobre un patrullero elegido al azar, dictaminaron que los blindajes fueron bien hechos. Pero los últimos peritajes determinaron lo contrario. “Ahora la empresa Igarreta se comprometió a reparar los blindajes de los patrulleros sin cobrar un solo peso. Eso no alivia su situación procesal. Son dos cosas distintas. Quizá hubo negligencia. Pero lo concreto es que los paneles balísticos en ambas puertas delanteras y el blindaje en el parabrisas delantero eran vulnerables. En su declaración, Igarreta negó las imputaciones. Latanti pidió declarar en los próximos días”, dijo una fuente judicial.
Las pruebas balísticas que la Escuela Superior Técnica del Ejército hizo en octubre de 2007 sobre probetas opacas extraídas de dos camionetas fueron contundentes: 20 de los 22 disparos efectuados desde distintas distancias (con calibres 9 milímetros y 357) perforaron los blindajes. “El material ensayado no cumple con las exigencias como material antibala”, dictaminó el informe. Igarreta argumentó que eso ocurrió porque a las puertas les faltaba una chapa. Hubo nuevos tests: de cinco balazos, uno traspasó la puerta. Eso fue suficiente para demostrar que el blindaje, compuesto por nueve capas de fibras flexibles, tenía fallas que podían costar la vida de los policías. Los peritos establecieron que a los blindajes les faltaba una lámina de acero de seis milímetros. “Se sospecha que al RENAR entregaron una probeta o prueba que cumplía los requisitos, pero los autos fueron hechos con un material falso”, dijo una fuente con acceso al expediente.
Según la investigación judicial, una partida de 500 camionetas Ford Ranger 4 x 4 que Igarreta le vendió al Ministerio de Seguridad en 2004 tenían blindajes vulnerables. “Las balas pasaban. Los patrulleros eran coladores. Por suerte no hubo ningún policía herido”, dijo a Crítica de la Argentina una fuente judicial. Una segunda partida de 2.000 móviles estarían en la misma situación.
La investigación se inició el 29 de noviembre de 2004, cuando la empresa Next Glass SA –encargada de blindar parabrisas policiales que perdió la licitación con Igarreta– denunció en el RENAR que Igarreta había entregado 500 patrulleros a la Policía Bonaerense que estaban sin blindar. Por entonces, el ministro de Seguridad era Raúl Rivara.
El 18 de febrero de 2005, Esteban Marino, por entonces subsecretario de Investigaciones en Función Judicial del Ministerio de Seguridad bonaerense, presentó el caso ante la Justicia. Después le presentó su renuncia “por problemas personales” al ministro de Seguridad León Arslanian. “La firma Igarreta está inscripta en el RENAR como usuario comercial en el rubro minorista de materiales de usos especiales, no encontrándose autorizada a la fabricación de tales materiales”, declaró en la causa la coordinadora de Asuntos Jurídicos del RENAR, Mónica Scocco. “Al margen de la causa judicial, la empresa Igarreta fue intimada a realizar correctamente los blindajes cuestionados y por eso actualmente está reparando los móviles sin costo adicional para el Gobierno. Hasta tanto no se cumpla con esta exigencia, no está previsto encargarle ningún otro trabajo”, confirmaron voceros del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires
Entre el miércoles y ayer Crítica de la Argentina se comunicó diez veces con la empresa Igarreta, pero ninguno de sus directivos ni su apoderado legal respondieron los llamados. “Los patrulleros siguieron en circulación. La empresa no cumplió con el contrato. Ahora los autos no andan por la calle”, dijo Salcedo. El blindaje de las puertas delanteras suele ser usado como “escudo antibalas” por los policías en un tiroteo: se ponen en cuclillas detrás de la puerta abierta mientras disparan a los ladrones por la ventanilla baja. Así salvan su vida. De haberse protegido con los blindados de la polémica, los policías bonaerenses hubiesen corrido otra suerte.
Fuente: Rodolfo Palacios y María Helena Ripetta para Critica digital