Estados Unidos deseaba que la guerra concluyera
cuanto antes y con la victoria del bando croata, afín de los intereses de la
Casa Blanca y de la OTAN, en detrimento de los serbios que, apoyados por Moscú,
representaban el mal según la visión planetaria norteamericana. Con su habitual
modo de intervenir en la vida de los demás, los intereses de Washington
requerían reequipar y remontar al golpeado Ejército croata, que había sido
duramente castigado en combate.
Apelando al trabajo de sus contactos y
redes políticas por todo el globo, comenzó un intenso movimiento de oscuros funcionarios y espías, que con empresas
montadas en paraísos fiscales y administraciones gubernamentales proclives,
organizaron las operaciones comerciales necesarias para reorganizar y potenciar
las fuerzas croatas.
Las miradas se posaron en algunos países, como Brasil y
Argentina, que tenían sus arsenales bien provistos de armas y equipos básicos,
pero necesarios para la batalla que vendría.
Estas naciones cumplían con las
premisas esenciales para la tarea, pero sólo en Buenos Aires estallaría el
escándalo. El país del Plata tenía sus parques repletos de armas y munición tras
la contienda del Atlántico Sur y la casi guerra con Chile, cuando se adquirió
una ingente cantidad de material bélico. Contaba, además, con una empresa como
Fabricaciones Militares (FM), que, aunque en franca decadencia, poseía una red
administrativa con todas las facilidades para las exportaciones e importaciones,
depósitos en puertos libres de inspección y lejos de los ojos extraños y
fábricas bajo un férreo hermetismo castrense y, más aun, un Gobierno proclive a
los negociados. Todo cuadraba.
Utilizando empresas fantasmas, pero bien
conocidas en el difuso mundo de los servicios de inteligencia, comenzó una
operación de relojería, que convino el vaciamiento de arsenales de Ejército
Argentino (EA), la movilización de miles de toneladas de material a la factoría
de FM para el reacondicionamiento de los equipos, que incluía el reenvasado de
munición y el borrado de inscripciones, el traslado a puertos oficiales para
embarque y la exportación de todo el material con máxima discreción.
Rapidez y eficiencia
Con rapidez y eficiencia, miles
de toneladas de munición armas livianas, piezas de artillería y morteros,
cohetes y un largo etc. fueron saliendo de los depósitos castrenses, para
concentrarse en un par de fábricas de cara a su alistamiento. Hasta los mismos
contenedores donde se trasportaba el armamento fueron vendidos. La desaparición
de casi una cuarentena de piezas de artillería de 105 y 155 mm. de donde estaban
destinadas provocó la desafectación y desaparición de los grupos de Artillería
citados y motivó la implementación de una reforma militar, orgánica en la fuerza
terrestre, con la cual se ocultó la falta de esas piezas.
Como imaginan los
amables lectores, el Ejército perdió miles de ton. de suministros, sin recibir
pago ni compensación alguna, millones de proyectiles, 70.000 fusiles FAL y FAP,
decenas de miles de pistolas Browning de 9 mm., cohetes de 105 mm. y demás, que
salieron de los parques públicos hacia un destino a miles de km., recalcando que
los arsenales quedaron vacíos y nunca se repuso lo perdido.
Por supuesto, nadie protestó ni pidió
explicaciones de cómo elementos del Estado desaparecieron sin más. Se dieron
casos ridículos, como en un batallón de arsenales en el interior profundo del
país, donde se entregó una partida de fusiles alemanes de tirador selecto
nuevos, sin uso y que habían estado guardados por décadas. Lo que hubiera sido
la delicia de un coleccionista fue vendido por monedas.
Pocos saben que
la situación estalla por un hecho externo: una empresa privada integrada por ex
militares había obtenido un contrato de exportación de importancia, como era la
venta de cañones CITER de 155 mm. a una nación africana de la margen atlántica.
Lamentablemente intereses mezquinos dieron por tierra con esta operación
comercial y llevó a la bancarrota a esta firma. Estos hombres, que como todo el
EA sabían a donde iban los cargamentos de armas, quizás con el natural
sentimiento de venganza hicieron llegar al periodismo –en una acción de película
de espías– la información, con la cual un juez inicia una
investigación.
Debemos mencionar que FM recibió migajas de una operación que
orilló los 100 millones de dólares, que figuró en su contabilidad, pero los
fondos volaron a diversos políticos y empresarios que, aún hoy, siguen en la
impunidad. También algún uniformado encumbrado y que permitió el vaciamiento de
los arsenales fue premiado con altos cargos y una delegación diplomática, cosas
de la política…oscuros
funcionarios y espías, que con empresas montadas en paraísos fiscales y
administraciones gubernamentales proclives, organizaron las operaciones
comerciales necesarias para reorganizar y potenciar las fuerzas croatas. Las
miradas se posaron en algunos países, como Brasil y Argentina, que tenían sus
arsenales bien provistos de armas y equipos básicos, pero necesarios para la
batalla que vendría.
Justicia, ¿qué
justicia?
Decíamos que la denuncia en su momento motivó acciones
judiciales que llevaron a juicio a mediados de los noventa al mismísimo
presidente del país, Carlos Menen, a su ministro de defensa y a otros
funcionarios. Debido a tres decretos secretos firmados por Menen, al principio
no se consideró como contrabando a los envíos de armas, lo que posibilitó el
sobreseimiento de los acusados en 2011. No fueron tomadas en cuenta las pruebas
de que el país había vulnerado su neutralidad ante el conflicto en Croacia, ya
que Argentina había firmado una declaración de la ONU, que disponía un embargo
total a la entrega de armamento a los países parte del conflicto de los
Balcanes, Croacia entre ellos.
Los siete embarques conocidos de material a
Croacia, con supuesto destino autorizado a Panamá y a Venezuela, fueron un jalón
más en esta novela, que incluyó la voladura de parte de la fábrica militar de
Río Tercero en un supuesto accidente, que permitió una conveniente ocultación en
1995 con muertos y heridos, la sospechosa caída de un helicóptero Puma del EA
que justamente llevaba importante documentación y al jefe de inteligencia de la
fuerza terrestre y el aún más inquietante suicidio de la secretaria de unos de
los sindicados, que realizó un raudo vuelo antes de mostrar su nutrida agenda,
privando al juicio de un vital testimonio.
Tras 17 años de larguísima y
sinuosa acción judicial, que incluyó la reclusión domiciliaria de Menen por unos
meses, aunque la Corte Suprema –nombrada por él– lo liberó con prontitud,
llegamos al día de hoy, en que una Corte de Casación Penal halló culpables a
Menen y funcionarios por contrabando agravado, aunque el fallo ha sido apelado y
el ex presidente, que hoy es senador, por lo tanto intocable, también es ya un
anciano que podía gozar de un arresto domiciliario.
Otros fueron también condenados, como militares
que estaban a cargo de plantas productoras y funcionarios menores, aunque los
personajes clave fueron absueltos o sus delitos prescribieron tras este
lentísimo proceso. Argentina operó como una simple pieza en un complejo tablero
de intereses estratégicos internacionales, siendo un proveedor de armas práctico
en cuanto a la provisión eficaz y rápida de equipos y material sencillos. A ello
se agregó la voracidad de funcionarios que aprovecharon esta operación para
hacer desaparecer casi un centenar de millones del verde billete, que por
supuesto jamás entraron a las arcas del Ejército y de FM.
La reciente condena
–no en firme– de algunos de los que ostentaron el poder en aquellos tiempos,
significa una cierta derrota de la impunidad, ante tanta burla por los
sobreseimientos que lograron tapar el delito de contrabando, la voladura de la
Fábrica Militar Río Tercero con muertos y heridos, los 11 fallecidos en la
aeronave de Ejército y tantos otros hechos. Aunque este fallo llega casi 17 años
después de cometido el delito y todavía queda mucho por recorrer por efectivizar
las condenas, puso en claro que todos sabían todo.
Autor: Luis Piñeiro
Fotografías:
· Tanques T-55 en un devastado
pueblo de Croacia. La lucha fue cruenta y despiadada.
· El ministro de
Defensa Oscar Camillon, durante cuya gestión se realizaron las
exportaciones.
· El general Martín Balza, jefe del Ejército cuando
salieron las armas y equipos para la antigua Yugoslavia. Actualmente es el
embajador argentino en Colombia.
· Portada de una revista oficial croata
con un cañón CITER de 155 mm., prueba irrefutable de la presencia de equipo
argentino en la contienda.
· Depósito de municiones de artillería en Río
Tercero.
· Abriendo fuego con una pieza de 155 mm.
argentina.
· Carlos Menen saluda a tropas que iban a Croacia. Al mismo
tiempo se exportaban ilegalmente armas y se violaba el embargo de la
ONU.
· Soldado croata
vestido y equipado con materiales provenientes de Sudamérica.
· Cañones de
155 mm. en la factoría de Río Tercero, modelo que aun sigue en servicio en
Croacia, tras dar un excelente resultado.