Por Jorgelina do Rosario - jdorosario@infobae.com
El director general de la Agencia para la Energía Nuclear de la OCDE dialogó con Infobae durante su visita a la Argentina, que se incorporó como miembro pleno.
William Magwood concedió una entrevista a Infobae en el ministerio de Economía. (Adrián Escandar)
El camino de apertura de la Argentina al mundo está delineado. Pero las decisiones que tome el gobierno de Cambiemos en los próximos años en su política económica serán claves para que esa línea directriz se cumpla y sea coherente. En ese camino, el presidente Mauricio Macri se puso un objetivo no menor: ingresar al "club de los países ricos".
Que a un país le abran la puerta a la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) es sentarse en la mesa de las potencias mundiales. La lista de requisitos es larga, hay muchos exámenes y el proceso lleva años. Con un paso a paso que recién comienza, la Argentina aprobó este año un test importante al convertirse en el segundo país de América Latina después de México en ingresar como miembro pleno de la Agencia de Energía Nuclear (NEA, por sus siglas en inglés) del organismo.
Tras ese sello de confianza de la OCDE, el director General de la Agencia, William Magwood, llegó a Buenos Aires en un viaje oficial para reunirse con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y recorrer las plantas nucleares Atucha I y II y el CAREM, el proyecto de reactor de baja potencia con ingeniería y diseño 100% nacional. Eso no fue todo. En su paso por la Argentina, también visitó el Centro Atómico en Bariloche y con el lago Nahuel Huapi como espejo de fondo, recorrió las instalaciones del INVAP.
Magwood es un demócracta con larga trayectoria en el mundo de la energía nuclear. Entre 1998 y 2005, fue director de Energía Nuclear en el Departamento de Energía de los Estados Unidos, bajo las presidencias de Bill Clinton y George W. Bush. Y antes de ingresar a la Agencia, se desempeñó como comisionado de la Comisión Reguladora Nuclear de los EEUU.
En una entrevista a fondo con Infobae en su paso por la Argentina, dialogó sobre el presente nuclear del país, las inversiones de China en dos nuevas plantas en suelo local y sobre los ensayos nucleares de Corea del Norte, que hoy genera preocupación a nivel global.
-¿Qué cambia para la Argentina su ingreso a la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE?
-Es un avance muy importante. La NEA representa a los países con mayor infraestructura y experiencia en el uso de energía nuclear civil. Esto incluye a la Argentina en discusiones y cooperación con Francia, Japón y Estados Unidos, que tienen amplia experiencia en tecnología nuclear, en investigación y los reguladores más experimentados. La Argentina ahora va a sentarse en la misma mesa que esos países y trabajará para resolver problemas difíciles y trazar el curso del futuro en energía nuclear.
-Tuvo una estadía de más de cuatro días en el país, y fue a dos plantas nucleares. ¿A qué conclusiones llegó en su visita?
-Sí, visité las plantas de Atucha I y II. Las dos están extremadamente bien mantenidas y operadas de manera experta. También tuve la oportunidad de visitar y hablar con el personal regulatorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear. Quedé muy impresionado con su expertise. Y visité el reactor nuclear modular Carem, que es un proyecto muy emocionante.
– ¿El país puede convertirse en una potencia nuclear en la región?
-Absolutamente, puede ser una potencia en América Latina. La Argentina ya se ha convertido en tal vez el más prominente proveedor de reactores de investigación en el mundo. Ese es un rol muy importante que en el pasado era de los Estados Unidos.
-El país quiere convertirse en miembro pleno de la OCDE. ¿Cuán importante es el ingreso a la Agencia para continuar con ese camino?
-Los requerimientos para ser miembro de la agencia son técnicos. La OCDE tiene un carácter más político. Es un organismo donde países con posturas similares trabajan sobre amplios temas económicos y por ende, es todo mucho más complicado, más político y más caro en algunos aspectos. Y eso lleva más tiempo. Pero la experiencia de la NEA con Argentina muestra que el país sabe cooperar en este tipo de marcos.
-Pero después de esta visita, escribirá un reporte sobre lo que vio, las personas con las que habló para entregarlo a los representantes de la OCDE cuando llegue el momento…
-Será parte del proceso. Es probable que me reúna con el Secretario General de la OCDE y me pregunte con quiénes nos reunimos y cómo fueron las conversaciones. Seremos capaces de decir que tuvimos una discusión muy positiva.
-La NEA promueve el uso pacífico de la energía nuclear. Pero hoy todas las miradas están puestas sobre el programa nuclear de Corea del Norte. ¿Existe la posibilidad de una guerra nuclear con los Estados Unidos?
-Ése no es mi campo, trabajo con energía nuclear civil. Sólo diré que hay mucha gente trabajando en esos temas de manera muy responsable. Se necesitará mucha diplomacia cautelosa para resolverlo, pero personalmente no creo que sea posible que termine en una guerra de ese estilo. Todos tendremos que vigilar la situación cuidadosamente.
-¿Cree que las sanciones económicas son suficientes para tratar de que Corea del Norte ponga un alto a las actividades de su programa nuclear?
-Eso es lo que ha ocurrido en el pasado y no me sorprendería que sea el caso en el futuro. Pero de nuevo, esa no es mi área y me es difícil dar una opinión informada sobre eso.
-¿Cuán confuso puede ser para la sociedad la instalación de plantas nucleares para uso civil con las pruebas nucleares de Corea del Norte?
-La tecnología nuclear que países como la Argentina van a usar para generar electricidad no tiene nada que ver con lo que está pasando en Corea del Norte. Corea del Norte usa tecnología como el reprocesamiento nuclear para extraer plutonio. Si no se cuenta con esas instalaciones, no se tiene la capacidad de producir armas nucleares. Países como los Emiratos Árabes Unidos o Corea del Sur, al igual que muchos otros, no tienen interés en construir armas nucleares. Nadie está preocupado por la posibilidad de que ellos las construyan. No son las plantas nucleares, sino el ciclo de combustible nuclear lo que lleva a la proliferación de las armas.
Las relaciones con China
–El presidente Mauricio Macri firmó este año un acuerdo con su par chino Xi Jingping para financiar la construcción de dos nuevas plantas. Pero la provincia de Río Negro decidió que no quiere una planta nuclear en su territorio. ¿Por qué cree que se rechazó el proyecto?
-Después del accidente de Fukushima, hay muchas personas alrededor del mundo que se toma un tiempo para evaluar de manera muy cuidadosa. No es un asunto trivial el construir una planta nuclear de grandes dimensiones. Si uno construye una planta, hay grandes chances de que continúe operativa dentro de 60 años. Habrá dudas sobre si es seguro, el impacto en el medio ambiente y la economía de la región. Ésas preguntas tienen respuestas. A veces la gente está satisfecha con ellas, a veces continúa nerviosa. Es natural.
-¿Cómo observa la expansión nuclear de China en la Argentina?
– China se convirtió rápidamente en un jugador muy importante. Hasta hoy construyó más plantas nucleares que cualquier otro país y tiene una capacidad industrial impresionante. Es natural que esté discutiendo la idea de exportar esa tecnología a otros países. A la hora de concretar su deseo de construir plantas nucleares, muchos países no tienen barreras tecnológicas o de infraestructura, sino financieras. Y China otorga créditos para que los proyectos se hagan realidad.
-¿Por qué China y no, por ejemplo, los Estados Unidos tiene ese rol?
– China tiene un programa de infraestructura muy agresivo con alrededor de 26 reactores nucleares en su territorio. Ellos pueden proveer un servicio completo. Los EEUU no pueden proveer todos los servicios, tendría que traer partes y componentes de otras partes del mundo para avanzar. China presenta un paquete muy atractivo para otros países.
-Uno de los temores más grandes son los potenciales desperdicios de las plantas nucleares. ¿Qué puede decir sobre Atucha I y II?
-Creo que la seguridad es muy buena. Hay gente que está preocupada por los residuos nucleares. Tuve este tipo de conversaciones en Estados Unidos cuando era un regulador, también en otros países. Creo que estas preocupaciones no se condicen con la realidad. Los residuos nucleares pueden ser guardados de manera segura, efectiva y a bajo costo por largos períodos de tiempo. A largo plazo, tenemos la responsabilidad de desecharlo todo de manera segura. Tenemos que hacerlo, pero hasta que tengamos que tomar una decisión sobre el cómo, tenemos tiempo.
La central nuclear de Atucha.
-Hace unos años, una de las mayores preocupaciones era la suba mundial de los precios del gas y el petróleo. Con la técnica del fracking, los precios bajaron de nuevo. En este escenario, ¿por qué un país estaría interesado en invertir en energía nuclear?
-Ese es el tema más grande que la energía nuclear está enfrentando hoy. Nunca tuvimos precios tan bajos durante tanto tiempo. El tema es que planear el suministro energético no es planear a cinco o 10 años, es planear a 50. La pregunta que hay que hacerse es: si sólo construimos plantas de gas ahora, ¿qué pasa en 20 años? Nos enfrentaremos con una situación donde seremos excesivamente dependientes del gas natural. Si de repente el gas se vuelve muy caro, nuestra economía estará en problemas porque ya será muy tarde para construir plantas nucleares.
-¿El camino es entonces tener un mix de energías?
-En muchos lugares, aunque hay gas natural barato, están construyendo plantas nucleares. Quieren tener diversidad energética. Quieren tener un suministro de energía que sea resiliente y confiable. Hace poco estuve en China, y el país concluyó que tienen que tener un poco de todo, y que la energía nuclear, la renovable, y las eficientes son parte de esos cálculos.